Foto: MOHAMMED TALATENE/DPA VALÈNCIA. Como no teníamos suficiente con la guerra de Ucrania se desata una nueva guerra en Oriente Medio, que promete ser larga como no podía ser de otra manera. No teníamos suficiente con las consecuencias para la economía de la guerra de Putin y ahora a soportar otra más.
No me toca a mí hacer ningún análisis politico ni histórico sobre estos conflictos, hablaría de cosas que ignoro y de las que no tengo datos contrastables. Siempre me ha interesado el fenómeno por el cual hay gente que, pase lo que pase, tiene una opinión formada de todo con gran fundamento de datos y reflexiones. Qué listos son todos y qué tonto debo ser yo que cada día tengo menos opiniones y más vacíos. Solo atisbo a decir que la guerra, sea cual sea y se base en la opinión que se base, no me parece ni justa ni defendible.
Hablemos pues de lo que al menos sabemos alguna cosa y analicemos lo que supone para nuestra economía personal una guerra más: inflación e incertidumbre. Dos cosas que no gustan nada a los ahorros. La inflación que hemos vivido estos años y seguimos sufriendo -esto que quede claro- no ha sido provocada por la guerra de Ucrania como nos han dicho. Nada más lejos de la realidad. La inflación ha sido fruto en su mayoría de la impresión de dinero. Algo de lo que se ha abusado enormemente en los últimos años.
Sin embargo, es verdad que la guerra de Ucrania se ha dejado sentir sobre todo en los precios de la energía. Un problema que si persiste se traslada a otros bienes y, por supuesto, crea inflación, que ha impactado sobre todo en aquellos sectores más dependientes de estos precios. Por ejemplo, los productores de azulejos que han pasado por momentos muy difíciles, o la industria alemana que se encuentra actualmente viviendo una importante recesión.
Obviamente estos precios también impactan en todos nosotros a través de la gasolina y ya parece normal; nadie protesta cuando tenemos que llenar nuestros depósitos a casi dos euros el litro. Lo mismo estamos viendo con esta otra nueva guerra. Solo en el primer día el petróleo se ha disparado un 5%. Lo ha hecho afectando en bolsa a todas aquellas compañías más dependientes del mismo como las aerolíneas y aquellas relacionadas con el turismo, un sector que requiere de tranquilidad para crecer.
No hay que olvidar que la primera gran crisis del petróleo se produjo con un ataque a Israel allá por los años 70, una década que empieza a parecerse demasiado a esta, algo que no es bueno. ¿Y qué debemos hacer nosotros con nuestros ahorros frente a esta realidad? La respuesta es muy simple: Nada. No debemos hacer nada que nos estuviéramos haciendo ya. Si antes de este fin de semana éramos inversores conservadores pues seguiremos siéndolo y no nos moveremos de nuestros fondos de deuda, que es lo mejor para una cartera conservadora.
Y si estábamos comprados en bolsa antes del fin de semana pues no haremos nada. O en todo caso lo que debemos hacer cada cierto tiempo: Chequear que estamos invertidos en cotizadas que obtienen buenos retornos de sus negocios y que tienen grandes ventajas competitivas, que les permitirán seguir obteniéndolos en el futuro. Cualquier empresa que no cumpla con este criterio debe ser vendida rápidamente sin importarnos si ha estallado una guerra o no lo ha hecho. Esa inversión será un fracaso a medio plazo. Casos concretos, por ejemplo, son IBM o ATT.
Si sus empresas cumplen estos criterios no haga nada hoy ni mañana. Cuando todo pase (y lo hará) usted seguirá ganando dinero. Algunos ejemplos Apple o Visa. Acuérdense siempre de la frase del gran Charlie Munger: "The big money is not in the buying or the selling but in the waiting”, es decir, 'el verdadero dinero no está en la compra o en la venta sino en la espera". Eso sí, siempre que estemos esperando en el andén adecuado y tengamos el carácter necesario para no hacer nada.
Lorenzo Serratosa es cofundador de la EAF valenciana Kau Markets y presidente de Substrate AI
