Aunque oficialmente las fiestas comienzan el día de la Plantà, de sobra sabemos que desde este fin de semana ya estamos en Fallas. La ciudad se transforma y algunas personas aparcamos por unos días o por momentos nuestras preocupaciones y nos evadimos… hacemos inmersión en todo un mundo de flores, luz y color.
Las Fallas y los monumentos falleros invaden la ciudad y se llenan de mensajes y de ninots que intentan ironizar sobre asuntos que a todos nos envuelven, nos atañen y nos ocupan. De sobra sabemos que el tema político da mucho juego pero también hay otros temas sociales que aunque no son asunto para bromas ni está la cosa para ironizar siempre se le puede dar la vuelta y que tengan presencia entre la sociedad.
Las fallas se convierten en un foco que atrae muchas miradas, que llama mucho la atención y que pueden ser un altavoz perfecto para emitir determinados mensajes sociales y solidarios.
Por ello las Fallas y sus actividades falleras siempre pueden tener un punto solidario y deberían tener mensajes sociales y solidarios que en clave fallera lleguen a toda la ciudadanía que participan de estas fiestas tan multitudinarias. De hecho, hay fallas que así lo hacen y que lo muestran de diferentes maneras. Pongamos de ejemplo la falla de Cáritas aunque son más las fallas que realizan acciones solidarias.
Un año más Cáritas planta su falla. La falla solidaria de Cáritas 2018 tiene como lema este año Tu compromiso mejora el mundo. El monumento ha sido elaborado por los participantes en el Centro socio laboral Mambré, el voluntariado y el personal contratado de la institución y un año más busca la sensibilización del mundo fallero y la sociedad en general.
Con motivo de la fiesta de las Fallas, Cáritas Diocesana de Valencia quiere aprovechar este momento para visibilizar las realidades de pobreza, exclusión y vulneración de Derechos que hay en nuestra sociedad. Aunque estemos en Fallas, no nos olvidemos de las muchas personas y muchas familias que viven situaciones injustas que les provocan el sufrimiento del desamparo, de la desesperanza, del sentir que no importan a nadie, que no tienen futuro. Son las personas sin hogar, las familias sin recursos, la infancia en riesgo, las mujeres víctimas de prostitución, las personas con difícil empleabilidad, los inmigrantes irregulares, los refugiados, las personas con adicciones, los enfermos mentales sin recursos, los presos, las familias monoparentales vulnerables, los ancianos enfermos solos, las personas excluidas, los pobres.
Por su parte, el centro socio laboral Mambré realizará, el próximo 13 de marzo, su celebración fallera en la que, además de una exposición de monumentos falleros, elaborados en el Taller Faller Mambré, habrá una merienda con xocolatà y buñuelos, en un acto al que están invitadas las personas voluntarias y participantes de los diversos programas de Cáritas Diocesana. Y si hablamos de xocolatá, ¿por qué no apostamos por chocolate y cacao de comercio justo?
Con motivo de celebración de las fallas, muchos centros educativos quieren contribuir a construir un mundo más justo organizando la tradicional Xocolatà con productos como el cacao y azúcar de panela de comercio justo, optando por un modelo más ético, humano, social y ecológico con productos de gran calidad.
Los alumnos y alumnas además de disfrutar de un exquisito chocolate, apoyan a productores y productoras de cacao y azúcar de panela de países como Ecuador o Paraguay.
Esta iniciativa sensibiliza sobre el comercio justo y ecológico como herramienta de cambio hacia un modelo de consumo justo, solidario y sostenible, porque hay que recordar que alimentos como el cacao y el azúcar de panela no se encuentran en nuestro entorno más próximo.
Me gustaría destacar centros como del Colegio la Purísima de Torrent, Tres Forques y El Grau en Valencia, donde se reparten 2.000 chocolates, el CEIP Jaime Balmes en Valencia con 450 chocolates, o varios centros de La Salle en la Comunitat Valenciana, donde desde hace varios años promueven la celebración de la Xocolatà con productos de Comercio Justo. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de las organizaciones como Ecosol, Petjades, La Tenda de Tot el Món y Proyde, que asimismo vienen sensibilizando desde hace años a la Comunidad Educativa acerca del comercio justo, como alternativa de Consumo solidario y responsable.
Hay una información que me han facilitado desde la Coordinadora Valenciana de Ong que es muy esclarecedora. Según datos que manejan en las organizaciones de comercio justo, y cito textualmente, “en África unos 1,8 millones de niños y niñas participan en la cosecha del cacao de los que 284.000 se consideran trabajadores, según la Organización Internacional del Trabajo, y más de 12.000 lo hacen en condiciones de esclavitud, sometidos a abusos y tráfico de menores”. En la actualidad, aseguran, “el cacao de Comercio Justo representa algo más del 1% de la producción mundial, un porcentaje pequeño pero que va en aumento. En la red de Comercio Justo, se venden unas 40.000 toneladas de granos de cacao anualmente. Se trata de una producción cultivada por trabajadores que han recibido un salario digno, equitativo, en la que no ha habido explotación infantil y que ha sido respetuosa con el medio ambiente. El azúcar también es un sector caracterizado por la explotación laboral e incluso la esclavitud en su producción que genera al año 70.000 millones de dólares en el mercado convencional, pero sus beneficios no llegan siempre a quienes lo cultivan”.
La semana que viene… ¡más!
Las segundas Fallas Patrimonio de la Humanidad se nos han vuelto a ir de las manos. Falta una mayor organización y coordinación interinstitucional y social que frene ese desmadre colectivo que ofrece al mundo una imagen de total permisividad.