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Con un número récord en la UV y la UPV de alumnos ‘incoming’ y una gran demanda de pisos en alquiler, València se prepara este curso para acoger a alrededor de seis mil jóvenes de distintas procedencias a lo largo del mismo
VALÈNCIA. Sophie y Leila conversan en una de las mesas de la cafetería de la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación de la Universitat de València (UV). Lo hacen en un español tan correcto que, a pesar de que sus nombres pueden delatarlas, abandonan por un momento la diferencia existente entre sus lenguas natales para entenderse. De hecho, la divergencia idiomática no es más que el resultado de entremezclar distintos países de origen como son Italia y Ucrania, respectivamente, gracias al programa Erasmus+ de la Unión Europea. Un plan que facilita la movilidad académica entre universitarios de diversos países y que, otro año más, posiciona a València como uno de los destinos referentes en la recepción de estudiantes.
Al igual que estas dos alumnas de Derecho y Filología Hispánica, el noruego Aslak y el alemán Leonhard siguen la misma dinámica pero en otra universidad: la Politècnica (UPV). Con Ingeniería Industrial y Gestión e Ingeniería Civil como carreras a estudiar, pasean por el Campus de Vera a la par que comentan, en español, diversos aspectos de su día a día. No solo ellos cuatro sino que alrededor de seis mil jóvenes han decidido escoger la capital del Turia como su hogar temporal dentro de este curso 2022-23, ya sea completo o solo durante un cuatrimestre. Una cifra que, además de los centros que dirigen Mavi Mestre y Pepe Capilla, respectivamente, engloba a la Universidad Católica (UCV), el CEU Cardenal Herrera (CEU-UCH), la Florida, la Europea (UEV), la Internacional (VIU) y la Escuela Superior de Ingenieros Comerciales (ESIC).
De hecho, Carles Padilla, vicerrector de Internacionalización y Cooperación de la Universitat de València, explica a Plaza que este año escolar el centro ha batido el récord de estudiantes incoming, es decir, aquellos que vienen a estudiar procedentes de otros países. Si en 2019, esta universidad pública era la primera en recepción de toda Europa con unos dos mil cuatrocientos estudiantes —según expuso el director de la Representación de la Comisión Europea, Jochen Müller—, ahora acogerá a alrededor de tres mil cien, entre los dos cuatrimestres, un 29,17% más. Junto a esta, la UPV también cuenta este curso con unos datos históricos que mejoran, incluso, los de antes de la pandemia, tal y como detallan fuentes de la institución. En este caso, y con una previsión de aproximadamente dos mil estudiantes extranjeros a lo largo del año escolar, confirman que es la cuarta universidad de Europa que más alumnos de intercambio recibe y la segunda de España en movilidad para la realización de prácticas en empresas.
Compartir aula con estudiantes extranjeros o discernir diferentes lenguas y acentos, durante un paseo por la facultad, ya es una realidad normalizada dentro del mundo universitario valenciano. En estos dos centros de estudios, Alemania, Italia y Francia son los países de origen que más destacan entre este tipo de alumnado, además de otros como Polonia, Noruega o Suecia, en el caso de la UPV. No obstante, otros centros resaltan a este medio más nacionalidades al margen de las citadas. Por ejemplo, la Universidad Católica de Valencia remarca Bélgica, Portugal y Chile, mientras que La Florida nombra Turquía, ESIC distingue, a su vez, entre Países Bajos y Finlandia, y desde el CEU-UCH especifican que una alumna procedente de Kenia estudia en el Grado de Arquitectura.
Aprender español es una de las principales razones para estudiar en una universidad valenciana. Es el caso de Sophie y Leila quienes, además, explican que en esa balanza también pesó la multiculturalidad y las recomendaciones de sus amistades. Por otro lado, Aslak y Leo resaltan la gastronomía, el clima y la playa como otros de los aspectos que inclinaron la balanza a favor de València. «En comparación a Noruega, València es mucho más barata. En mi país, por ejemplo, una cerveza puede costar alrededor de once euros», remarca Aslak. Por su parte, Leo explica que su centro de estudios cuenta con convenios con pocas ciudades: «Desde mi universidad, por ejemplo, podías ir a Madrid o a Barcelona, pero al final opté por venirme aquí, que era otra de las opciones».
Por su parte, las alumnas italianas Valentina, Doha y Lisset resaltan como impulsos adicionales la cultura y belleza de la localidad, además de los servicios y conexión con el resto de España que presenta.
* Lea el artículo íntegramente en el número 98 (diciembre 2022) de la revista Plaza