MADRID (EFECOM). "James Tobin fue el principal macroeconomista de nuestra generación". La afirmación no salió de la boca de un cualquiera. Paul Samuelson, con cuyos manuales han estudiado tantas promociones de economistas, ponía así de relevancia la importancia de las aportaciones que realizó al debate económico este keynesiano, ganador de un premio Nobel por su teoría sobre la necesidad de aplicar una tasa a las transacciones financieras.
Aquella innovadora propuesta, más cuando se formuló en los finales de los setenta, sin embargo, se convirtió pronto en una 'tasa maldita'. Las mismas pasiones que levantaba entre determinados sectores, como elemento capaz de controlar los movimientos especulativos de del capital y sus efectos en las divisas, creó al mismo tiempo una legión de escépticos, cuanto no opositores, a la aplicación de la misma.
Las dudas sobre su efectividad -siempre avivadas por los que verían afectada su operativa financiera con un impuesto- planearon durante décadas sobre una propuesta que fue retomada a finales de 1997, cuando Ignacio Ramonet, director 'Le Monde Diplomatique', propuso su adopción para combatir la especulación y recaudar fondos para luchar contra la pobreza.
De esta idea surgió ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras para Ayuda a los Ciudadanos), una de las organizaciones que forman parte del Movimiento Antiglobalización.
De nuevo los mensajes de los detractores sobre la eficacia de este impuesto, "alejarían la inversión internacional del país si solo se aplica en uno y en todo el mundo es imposible", trataron de evitar que esta tasa se implantara.
Sin embargo, Francia estrenó en agosto de este año un impuesto del 0,2% sobre algunas operaciones de compraventa de títulos de grandes capitalizaciones bursátiles. En Londres, primera plaza financiera de Europa, existe una tasa similar conocida como "stamp duty", aplicada a algunos productos financieros como los títulos bursátiles.
En el caso de la Eurozona, la idea de impulsar la cooperación reforzada para introducir la tasa a las transacciones financieras surgió de Alemania y Francia. La cooperación reforzada consensuada este martes se basaría en gravar con un mínimo del 0,1 % las transacciones con acciones y bonos, y con el 0,01 % las operaciones con derivados para contribuir a financiar el coste de la crisis.
Tobin, que falleció en 2002, puede ver como su teoría acaba por generalizarse casi 33 años después entre un amplió grupo de países de la Unión Europea.