VALÈNCIA. Cada vez que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) emite una alerta naranja por episodios de lluvias intensas, los ayuntamientos valencianos se enfrentan al mismo dilema: mantener abiertas las aulas o suspender las clases por precaución. Si el aviso sube a rojo, la orden de cierre es inminente, pero, en el nivel intermedio, la decisión depende de cada municipio y del riesgo concreto de cada zona.
En apenas mes y medio de curso escolar, varias localidades de la provincia, como Godella o Gandia, han optado por cancelar la actividad lectiva ante la previsión de fuertes precipitaciones. El objetivo es proteger al alumnado, pero las suspensiones han vuelto a poner sobre la mesa los problemas de conciliación familiar y las diferencias de criterio entre los consistorios.
La responsabilidad de interrumpir las clases recae sobre los ayuntamientos, según establece la Ley de Bases del Régimen Local. Para orientar sus actuaciones, la Conselleria de Emergencias, que dirige Juan Carlos Valderrama, ha elaborado una guía de recomendaciones ante fenómenos meteorológicos adversos. El documento, de carácter no vinculante, sugiere suspender las clases en los centros situados en zonas inundables cuando haya aviso naranja o rojo, así como limitar las actividades al aire libre en el resto de edificios educativos.
La guía de Emergencias también insta a comunicar las medidas con antelación, preferiblemente el día anterior, con el fin de facilitar la organización de las familias. Sin embargo, la variabilidad en el tiempo y los cambios de predicción obligan a muchos consistorios a decidir a última hora, lo que genera incertidumbre entre padres, madres y docentes.

- El CEIP Orba siete meses después de la Dana -Foto: VP
En Alfafar, uno de los municipios más afectados por la Dana, el CEIP Orba mantiene su actividad lectiva en barracones situados en una zona con riesgo elevado de inundación. La presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa), Miriam Martínez, explica a Valencia Plaza que las familias entienden la prudencia del ayuntamiento cuando decide suspender las clases por una alerta meteorológica, pero reclaman soluciones que no recaigan siempre sobre los hogares.
"Es mejor eso que poner en riesgo a los críos, pero es una faena para los padres", admite Martínez. La presidenta de la Ampa del CEIP Orba insiste en que el impacto de cerrar los colegios por lluvias no es menor sobre los hogares. "Cuando la alerta es roja, muchos trabajos también paran, pero con la naranja no. Hay padres que tienen que salir de casa igual y no todos tienen con quién dejar a los niños. Acabas recurriendo a algún conocido o a los abuelos, pero eso no siempre es posible", reconoce.
En su colegio, situado en una zona con problemas de drenaje y un nivel freático elevado, la lluvia genera un temor añadido. "El alcantarillado no traga bien y todos recordamos lo que pasó con la Dana. Nadie quiere que se repita", señala Martínez. Las familias, cuenta, se han acostumbrado a mirar el cielo con desconfianza: "Sabemos que si se pone a llover fuerte, el aviso puede llegar en cualquier momento. Vivimos pendientes del móvil".

- Aulas prefabricadas para alumnado del CEIP Orba de Alfafar. - Foto: EP
Decisiones municipales
En este contexto, la Mancomunitat de l’Horta Sud acordó suspender la actividad lectiva cuando se declare alerta naranja. En una entrevista reciente con este diario, la alcaldesa de Torrent, Amparo Folgado, explicó que los responsables locales son quienes deben valorar los riesgos en función de la situación real del municipio y del transporte escolar.
El presidente del Ampa del colegio Les Terretes (Torrent), Ismael Salguero, comparte esa visión de actuar con prudencia, aunque reconoce que las familias afrontan cada cierre con dificultad. "Aunque no nos guste tener a los niños en casa, hay miedo. Se trata de protegerlos, pero es complicado organizarse", señala.
Salguero explica que la conciliación se convierte en un rompecabezas: "Yo puedo trabajar desde casa, pero otros padres no. Hay familias con varios hijos y un solo ordenador, lo que complica seguir las clases online. Los colegios mandan tareas, pero no todos los niños pueden hacerlas. Se genera estrés y desigualdad".
Precisamente, la guía de Emergencias contempla este aspecto al recomendar que los municipios valoren la incidencia de la suspensión "en la conciliación de la vida familiar" y en el acceso del alumnado a los recursos educativos. Por su parte, las Ampas reclaman protocolos más claros y una comunicación temprana, para que las familias no dependan de "anuncios a última hora".
La seguridad, un nuevo criterio de elección
El aumento de fenómenos meteorológicos adversos ha introducido un cambio significativo en la manera de elegir colegio. La seguridad del entorno escolar se ha convertido en un criterio clave para muchas familias, por delante incluso de la cercanía o la oferta educativa. "Si tienes dos centros viables, eliges el que no esté en zona inundable", reconoce Salguero.
"Antes solo pensábamos en el proyecto educativo o en si estaba cerca de casa. Ahora también miramos si el acceso se corta con la lluvia o si se inunda", admite el presidente de la Ampa del CEIP Les Terretes. Esta situación ha provocado un descenso progresivo de las matriculaciones en los colegios ubicados en zonas más vulnerables a las inundaciones.

- Voluntarios retiran agua en el IES de Picanya pocos días después del paso de la Dana. -
- Foto: MATIAS CHIOFALO/EP
Por ejemplo, en Alfafar, Martínez confirma que algunas familias optan por centros situados en áreas con mejor drenaje, una tendencia que se atribuye al temor a nuevos episodios de lluvias intensas y evacuaciones. "Aquí se nota que hay menos alumnos nuevos. Las familias, cuando pueden, buscan opciones más seguras. No es que el colegio funcione peor, es que la gente tiene miedo. La baja escolarización en estas zonas es real y va a más", señala.
La Conselleria de Emergencias recuerda que corresponde a los ayuntamientos evaluar el riesgo real de inundación en los centros escolares y diseñar medidas preventivas junto al consejo escolar y las Ampas. Esa coordinación, explican en el documento, permite planificar cierres más justificados y reducir el impacto sobre la actividad educativa.
Un reto de equilibrio
La sucesión de alertas meteorológicas en este arranque de curso ha evidenciado la dificultad de equilibrar seguridad, conciliación y continuidad educativa. Los ayuntamientos apelan a la prudencia, al mismo tiempo que las familias reclaman previsión y los docentes tratan de mantener la normalidad a distancia.
Para la presidenta de la Ampa del CEIP Orba de Alfafar, la clave está en la planificación: "No es fácil encontrar el punto medio, pero con tiempo y coordinación se pueden evitar los cierres de última hora y los problemas que conllevan". Mientras la climatología extrema gana terreno en la Comunitat Valenciana, la educación se adapta a un nuevo escenario en el que la seguridad también pesa en la matrícula y la conciliación familiar se ha convertido en otra víctima de las lluvias.