VALÈNCIA. Más de medio año después de la Dana, cientos de historias personales han recorrido las planas de los periódicos y los programas informativos y numerosos expertos han analizado el desarollo del temporal aquel fatídico 29 de octubre y cómo se desenvolvió el agua para desatar la riada que acabó en las fatales consecuencias. Cualquier aportación es una pequeña pieza que permite reconstruir lo que ocurrió tanto para dirimir responsabilidades como para evitar que vuelva a suceder. Que nadie vuelva a fallecer por una "inundación relámpago".
Este es el término al que aluden los científicos para referirse a las avenidas de agua súbitas como la del barranco del Poyo y el río Magro que acabó con la vida de 228 personas, que no pudieron salvaguardarse por ejemplo, en Paiporta. Allí se registraron 45 fallecimientos. Y como en el resto de municipios afectados, "los vecinos y vecinas eran vulnerables; carecían de preparación para una inundación relámpago, puede afirmarse que no sabían qué es este fenómeno ni eran conscientes de su peligro".
Así se pronuncia un informe que ha sido incorporado a la causa judicial de la Dana. Está elaborado por el director de la Fundación Matrix, Investigación y Desarrollo Sostenible, el profesor de Ecología de la Universidad de Vigo Javier Montalvo, junto a varios másters en Estudios Territoriales y Planeamiento, Geoinformación, Bioinformática y bioestadística o Datos geoespaciales en un proyecto solidario llamado 'En peu', e incluye un visor cartográfico, con la colaboración del Ayuntamiento de Paiporta, que permite hacerse una idea de cómo afectó la riada calle a calle en el municipio, uno de los más perjudicados por la catástrofe en la 'zona cero'.
Los expertos apuntan que una inundación relámpago es "súbita, inesperada, intensa, peligrosa y destructiva" provocada porque las lluvias torrenciales "no pueden infiltrarse en el suelo", por lo que se genera "rápidamente" una escorrentía superficial que resulta en un torrente con "caudal desmesurado". Aunque no hay datos cerrados, el Ministerio de Transición Ecológica estima que se alcanzaron caudales de más de 3.500 metros cúbicos por segundo en el municipio vecino de Catarroja. En Paiporta, explican, sucedió "algo similar a un efecto tsunami" de forma "repentina", con una "gran ola devastadora" de al menos dos metros por encima de la cota de los márgenes del barranco del Poyo.

- El barranco del Poyo en Paiporta 19 días después de la Dana. Foto: EDUARDO MANZANA/EP
En su avance, el agua impactó sobre el puente de Metrovalencia, destruyó las pasarelas peatonales sobre el barranco, y abandonó el cauce "desde los puentes obstruidos parcialmente". "Las aguas, canalizadas entre los edificios, discurrieron en todas las direcciones a través de las calles, arrastrando los materiales finos erosionados aguas arriba y gran número de vehículos aparcados o atrapados en las calles", relata el informe al respecto, que habla también de los efectos catastróficos ya conocidos en garajes, sótanos, plantas bajas -locales comerciales o viviendas-, con "cientos de edificios" que sufrieron "severos daños directos".
Profundidad de hasta tres metros
Este fenómeno, dice el informe, es peligroso "per se". Un indicador objetivo de su magnitud es precisamente "la profundidad de la lámina de agua que cubrió el territorio inundado". En este sentido, el estudio cartográfico revela que, en las zonas más próximas al barranco del Poyo, que atraviesa la localidad de oeste a este, el agua llegó a más de dos metros, y el informe especifica que algunas zonas, habría alcanzado entre los dos y los tres. Esta variable, también conocida como "calado" o "cota de inundación", es "un factor crítico" para evaluar el impacto a escala local, según explican.
El propio Instituto Valenciano de la Edificación considera que, si la profundidad de la lámina de agua es pequeña, menor a 15 centímetros, los daños en los edificios son leves, limitados a deformación de madera o acumulación de limo, entre otros posibles efectos sobre los elementos no estructurales. Pero si la altura de agua excede los 80 cm, los daños previsibles son graves: "Aparecen daños en elementos estructurales como muros y amenazas de colapso, entre otros, y entre los elementos no estructurales pueden aparecer, por ejemplo, deterioros significativos de fachadas, tabiques o pavimentos", expone el informe.
El estudio constata que casi toda la superficie municipal (el 99%) se vio afectada por la inundación y "alcanzó prácticamente la totalidad del área urbana residencial y de servicios, y del área de polígonos industriales". Más de un tercio, especifica, con una lámina de agua entre 1 y 1,5 m. El casco urbano llegó a una profundidad media de 1,6 metros mientras que en las áreas industriales, este valor se situó en los 1,3 metros, lo cual podría explicarse por la mayor anchura de las vías en los polígonos. Con todo, como se verifica en la cartografía, la afectación "es heterogénea" y, dice el informe, "existen algunas zonas con una altura comprendida entre 2 y 3 metros".

- Mapa de las inundaciones de la Dana en Paiporta. Foto: Fundación Matrix
En las áreas agrícolas de huerta, el informe expone que los cultivos leñosos de cítricos y herbáceos hortícolas "laminaron la inundación". Esto es, que prestaron "un servicio ecosistémico protector" porque redujeron la velocidad de la corriente, favorecieron la sedimentación y disminuyeron su impacto "al constituir extensos espacios libres y continuos con una mayor capacidad de retención y acumulación de agua". De hecho, en estas zonas la lámina de agua tuvo una profundidad media más baja, de 1,2 metros.
Toda esta información, apunta el documento, es "útil para una gestión del riesgo de inundaciones" de cara al futuro: "Probablemente serán más frecuentes ‘barrancadas’ con un elevado potencial destructivo". Al final, insiste en que, pese a que haya nuevas obras hidráulicas de prevención, "pueden tardar en ser construidas, ser insuficientes, fallar o incluso transferir el peligro a otras cuencas", por lo que las medidas estructurales de ingeniería civil "no son un escudo protector seguro al 100%".