A 76 kilómetros de Alicante, a solo 10 minutos en coche de la Sierra de Agullent y muy próximo a La Cava Gran d'Agres, se encuentra enclavado este rincón que es mucho más que un simple restaurante; es un viaje en el tiempo, una experiencia sensorial que nos sumerge en los sabores auténticos de la cocina valenciana.
Cada plato tiene un aire romántico y melancólico, como si se desempolvaran los recuerdos de una familia de antaño, son platos fieles a las tradiciones culinarias comarcales que han sido transmitidas de generación en generación.
Justo después de terminar la Guerra Civil Española Dña. Virtudes Antolí enviudó y encontró una salida para sacar la familia adelante. “Al pueblo venían a comprar bestias y animales, y estos mercaderes necesitaban posada y comida, casi sin querer la abuela fundó el restaurante pensión Mariola” —me cuenta Víctor— el nieto que junto con sus dos hermanos llevan ahora el restaurante.
Y me sigue contando la historia, “cuando el negocio empezó a crecer y hacerse famoso, no solo por els tratans de besties, sino por quienes peregrinaban a recibir las bendiciones y milagros de la Mare de Deu d´Agres, la tía Virtu , la tía Pepa y la tía Mari junto con mis padres se enrolaron y lo que empezó como una posada, hoy es un hotel que cuenta con casas rurales y el restaurante prestigioso”.
En 87 años que lleva funcionando el restaurante ninguna receta ha cambiado
En 87 años que lleva funcionando el restaurante ninguna receta ha cambiado. Marcos, el otro hermano que está al mando de los fuegos en la cocina, perpetua la tradición con las típicas paellas con animalitos y otros disgustos. Gracias a todas las diosas también han conservado la paella de coliflor y garbanzos —que todo hay que decirlo— la piden por igual vegetarianos y los no tanto, porque está buenísima.