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IMPAGOS, RECORTES Y DIVISIÓN

La pólvora mojada del negocio pirotécnico valenciano

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El concurso de acreedores de Pirofantasía Carlos Caballer es el cuarto en una semana de empresas de la saga familiar y ejemplifica al situación de un negocio afectado por crisis en casi todos sus frentes

VALENCIA. No hay más mecha que la que arde. En la última semana, cuatro de las principales empresas pirotécnicas valencianas han presentado concurso de acreedores ante la imposibilidad de cumplir con sus proveedores. No son las primeras, pero en esta ocasión se trata de compañías propiedad de una misma saga familiar, los Caballer.

Si este jueves se publicaba en el Boletín Oficial del Estado la solicitud de concurso voluntario de Pirofantasía Carlos Caballer, la pasada semana hacían lo mismo Zamorano Caballer, Fuegos Artificiales Antonio Caballer (ya en liquidación) y Fuegos Artificiales Carlos Pla, también de la familia.

La situación económica general, impagos públicos, además de complicados procesos sucesorios y de herencia han convulsionado a la mayoría de las empresas dedicadas tradicionalmente a esta actividad y que se enfrentan a un futuro incierto, en el mejor de los casos.

PAGOS MUNICIPALES PARA CUBRIR DEUDAS ESTATALES

En los últimos años, los ayuntamientos, comisiones y entidades han reducido el presupuesto para este tipo de espectáculos hasta un 50%, cuando no los han eliminado de sus programas de fiestas. Estos recortes se suman al efecto de los impagos que estas empresas han padecido hasta la aprobación del plan de pago a proveedores.

Cuando se empezaron a saldar las primeras cuentas pendientes, empresas como Pirotecnia Caballer tenía por cobrar el 25 % de los servicios correspondientes a 2010, y entre el 50 y el 60% de 2011. Durante todo ese tiempo, las empresas tuvieron que cubrir estas deudas con sus propios fondos, créditos bancarios o, como reconoce Reyes Martí (la única mujer que dispara en Fallas en al plaza del Ayuntamiento de Valencia), con el patrimonio personal de sus dueños.

Aunque desde el sector se reconoce que los pagos realizados han significado un balón de oxígeno para las empresas que han sobrevivido, este dinero no ha generado liquidez, sino que ha servido para saldar otras cuentas pendientes que las propias empresa mantenía con terceros.

"Lo que dio el Estado a vuelto al Estado", se asegura desde la patronal de sector, Piroval, donde se punta cómo las cantidades percibidas se han tenido que destinar al pago de proveedores, pero también para cubrir el IVA que tuvieron que adelantar en esos ejercicios y a ponerse al día con la Seguridad Social, en muchos de los casos.

CAMBIO DE FILOSOFÍA

Además, el cambio de los gustos del público ha cambiado la filosofía del negocio, se reconoce desde la patronal. Los espectadores prefieren la cantidad de carga a la calidad o las innovaciones de tipo más técnico que las empresas han ido desarrollando, no permitiendo el retorno esperado en algunas de las inversiones realizada.

Las negociaciones con los clientes se central casi exclusivamente en el factor precio, lo que elimina del mercado nacional a algunas de las empresas que habían destacado por otros aspectos más allá del disparo de grandes cantidades de carga sin valor añadido.

Como en buena parte de los sectores productivos, la tabla de salvación está siendo el negocio internacional. De hecho, el 50% de la exportación española de este tipo de productos sale de la Comunitat Valenciana y son las empresas que se abrieron a otros mercados las que están pudiendo hacer negocio, especialmente en Latinoamérica, centro Europa o Canadá.

COMPLEJOS PROCESOS SUCESORIOS

Actualmente, hay en España 220 empresas dedicas a la pirotecnia, un alto porcentaje de ellas en la Comunitat Valenciana, pero las principales, que tuvieron su principal impulso en los años sesenta y setenta (a pesar de ser en algunos casos centenarias), se han enfrentado recientemente a complejos procesos sucesorios y a graves problemas de gestión.

En la mayoría de los casos, como el de los Caballer, la empresa primigenia se dividió y la tradición familiar fue continuado a través de nuevas mercantiles encabezadas por los hijos y nietos de los fundadores con distinta fortuna, en lugar de fortalecer la compañía ya existente.

Por otra parte, familiares como los Brunchú evidenciaron su propia crisis en marzo de 2002, en plenas Fallas, cuando la empresa no pudo hacer llegar a la ciudad de Valencia el material necesario para la Nit del Foc, por lo que el contrato fue rescindido u este espectáculo tuvo que dispararse con la participación de urgencia de tres de las empresas de la familia Caballer y la Pirotécnica Turís.

Ha habido de esperarse nueve años para que la empresa Luis Brunchú volviera a situarse entre las grandes, gracias al desarrollo de su negocio internacional, que le ha permitido dispara en puntos tan dispares como Montreal, Vancouver o Calgary (Canadá), Cincinnati (Estados Unidos) o Miaoli (Taiwan).

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