“La casa, en la plaza”, reza un dicho popular. La Bacorera está en la plaza de la iglesia de este pequeño municipio de poco más de 1.000 habitantes llamado Aigües de Busot, donde hasta hace poco había un bar de tapas. Aquí, el cocinero alicantino Manuel Morant ha cumplido su sueño: el de abrir un restaurante propio, después de habitar las cocinas de muchos otros.
Después de estudiar en el CdT de Benidorm, empezó a trabajar en el Nou Manolín con el cocinero madrileño César Marquiegui, quien ahora dirige los fogones de L´Olleta, en Altea. Lo considera maestro y amigo, siempre tiene buenas palabras para él. Manuel también fue jefe de cocina del Piripi durante cinco años, y entre medias realizó escarceos en otros restaurantes como Open o Puntapiedra, pero su relación profesional más larga ha sido con el Grupo Gastronou.
Desde hace unos años, ya le rondaba la cabeza la idea de abrir algo suyo, aunque en ocasiones lo daba por perdido… hasta que en su camino se cruzaron dos amigos holandeses, Michiel y Gertjan, que buscaban precisamente a un cocinero para lanzarse a la aventura de emprender un negocio hostelero. Manolo (así le llaman en el gremio) no se lo pensó mucho. “El pueblo nos necesitaba”, esgrime Morant. Él se crió en Busot, pero el destino ha querido que su primer vuelo en solitario haya sido en Aigües, a escasos 10 kilómetros a través de una carretera de curvas. Su apuesta por la gastronomía local pasa por el activismo de cercanía, aunque no de forma radical: compra el embutido al carnicero del pueblo; la fruta y la verdura, entre el Mercado Central de Alicante y el mercadillo de los sábados de Aigües; el aceite de oliva es de Señoríos de Relleu; el pan de masa madre, de Rafaelet. También tiene su propia huerta y gallinas en Busot, siempre le ha llamado la atención la tierra. “En verano cultivamos tomates o lechugas, ahora habas o pencas y cardos, hemos plantado tirabeques, guisantes o coles de Bruselas… También tenemos árboles frutales como caviar cítrico o yuzu, higos y limones”, nos cuenta.