Valencia Plaza

DROGAS

Los valencianos ‘colocados’ de hace cien años

  • Un farmacia valenciana de principios del siglo XX
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

VALÈNCIA.- Si en la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) hubieran preguntado acerca del consumo y tráfico de drogas en València y su área de influencia inmediata, la mayoría de los alumnos y las alumnas habrían articulado su respuesta probablemente en torno a la denominada ‘ruta destroy’ (también conocida como ‘ruta del bakalao’). Sin embargo, mucho antes de que ese circuito de discotecas non stop en el que música, baile y drogas hicieron indiscernible el día de la noche se popularizara entre propios y extraños, modificando las formas del ocio nocturno en la España de los 80 y los 90, la ebriedad con vehículos distintos del alcohol ya contaba con una larga historia entre los valencianos. Y en contra de lo que pudiera pensarse no nos referimos al tardohippismo que se desarrolló durante los últimos años del franquismo y los primeros de la transición democrática, sino a las primeras décadas de la pasada centuria.

La incorporación las drogas consideradas eufóricas en la cultura popular valenciana fue algo que sucedió en el llamado período de entreguerras, es decir, entre 1918 y 1939, al mismo tiempo que los principales núcleos de población comenzaron a transformarse gracias al comercio, al capital financiero, al crecimiento demográfico y a la remodelación urbanística. 

En la actualidad existe la tendencia a creer que, por una parte, hay unos productos esencialmente buenos, llamados medicinas, que recetan los médicos y se venden en las farmacias y que, por otro lado, hay unos productos intrínsecamente malos, conceptuados como drogas, que están controlados por policías y son dispensados por criminales. Sin embargo, esta distinción no existía en España antes de 1918. De hecho, en Albal se elaboraba un licor estomacal a base de hachís, y en Aielo del Malferit, un vino digestivo que contenía hojas de coca. También había farmacéuticos locales, como Torrens —establecido en la plaza del Mercado de València— o Font —con oficina de farmacia en la calle Enmedio de Castelló— que fabricaban pastillas balsámicas para la garganta que incluían pequeñas dosis de clorhidrato de cocaína.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo