Extenuado, algo descuidado y bastante más delgado, el monarca tira la toalla rodeado de 'los suyos'
VALENCIA. Nada es para siempre. El Rey Juan Carlos ha anunciado que renuncia a seguir ejerciendo la jefatura del Estado como Rey de España y pasa esta responsabilidad a su hijo Felipe, que pasará a reinar como Felipe VI. Teniendo en cuenta que la máxima de todo rey es llegar a traspasar la corona a su heredero, Juan Carlos I ha cumplido con este objetivo después de 39 años en el poder, pero este tránsito no le ha dejado indemne.

Al margen del daño que le ha hecho a la imagen de la Casa Real los escándalos de corrupción del caso Nóos con la imputación de Iñaki Urdangarín y de la declaración ante el juez de la infanta Cristina o la cacería de elefantes en Botsuana, la comunicación no verbal del monarca deja a las claras que ya no es el que era.
Si se toma como referencia otra imagen de Juan Carlos I en un momento de máxima trascendencia como fue el mensaje a la nación en la noche del 23F de 1981 las diferencias saltan a la vista. Mientras que antes permanecía erguido mirando con firmeza a la cámara, este lunes estaba recostado y su mirada denotaba un evidente cansancio.
La iluminación, realmente pobre y generadora de muchas sombras, y esa postura algo desmadejada le hace arrugas en la camisa y le carga los hombros, quitando mucha prestancia a un hombre que, por sus características físicas ha mantenido hasta bastante mayor un porte más bien atlético.
EL PASO A LA VIDA CIVIL
Teniendo en cuenta la elección de vestuario, así como en la ceremonia de entronización de 1975 optó por el uniforme militar, para la abdicación ha preferido un traje de chaqueta gris claro con corbata verde, muy propio para un acto de mañana y en la línea civil de otras apariciones, como los tradicionales mensajes de fin de año.
La voz, sin haber sido nunca un ejemplo de verbo fluido, hace años que ha perdido vocalización y se ha hecho más oscura. Sí mantiene un estilo pausado, marcando mucho el final de la frases. Esta característica, además de la absoluta falta de improvisación, permite tomar nota fácilmente de los principales titulares, en el caso de que no se disponga del texto del discurso, habitualmente facilitado por la Cara Real.
Nada en el tiro de cámara del video ni en las imágenes de la entrega al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, del acta de abdicación está puesto al azar. Presidiendo al estampa encontramos un cuadro de Felipe V niño, pintado por Jean Ranc en 1732 y procedente de los fondos del Museo del Prado, instaurador de la dinastía de Borbón en España. Sobre un aparador, el pasado inmediato queda representado con una instanea del Rey con su padre Don Juan de Borbón y el futuro con otra, de toques más familiares, con el Príncipe Felipe y su hija Leonor.
CAMBIO EN LAS FOTOGRAFÍAS Y EL ABC DEL DÍA
Como se ha visto en otras ocasiones, el despacho está decorado por un buen número de elementos náuticos, como miniaturas de barcos de recreo, y distintos objetos decorativos y de escritorio (algunos anacrónicos como un secador de tinta), además de un ejemplar de la Constitución Española de 1978 de tapas rojas, pero llama la atención cómo se han cambiado las fotografías de los estantes del mueble.
Así como hace un par de años se podían ver fotografías de la Reina Sofía, el anuncio de compromiso del príncipe y Leticia Ortiz o de las infantas Elena y Cristina, en esta ocasión han desparecido las infantas y se ha sumado la de dos hombres claves en la Transición: Torcuato Fernández-Miranda, presidente de las Cortes Constituyentes, y la instantánea tomada por Adolfo Suarez Illana el 17 de julio de 2008 de su padre, ya enfermo, acompañado del Rey, tras la entrega en su domicilio del Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
Para la grabación del video se han cambiado de lugar las banderas (junto a la estantería en la entrega de la abdicación y a la izquierda del Rey en el mensaje) y se ha dejado unos papeles y un par de cajas de CD, mientras que se ha quitado el montón de periódicos de la mesa.
A través de las fotos con Rajoy se puede ver los ejemplares de esta semana de las revistas británica The Economist y la norteamericana Time, junto a un ejemplar del ABC, con una portada en rojo con el dibujo de una mano negra y el titular 'ETA prepara otro falso desarme'.