VALENCIA. El balcón de la sede del Partido Popular (PP) de la calle Génova quedó esta noche vacío. A pesar de ser el partido más votado de España, en casa de los populares no había cuerpo para fiestas.
La megafonía y toda la parafernalia que antaño agitaba a las masas hasta alcanzar el éxtasis con la aparición del líder del partido entre banderas españolas y toda el cúpula del poder popular se ha recogido esta vez para no evidenciar la tensión de las costuras.
Este momento simbólico del balcón es ona declaración de amor pasional, al más puro estilo donjuanesco, y no trae mensajes, salvo cuatro palabras interrumpidas por las ovaciones. Sin embargo, deja una imagen para las portadas de los periódicos del día siguiente que, en términos militares, permite la ‘explotación del éxito'.
La escasa presencia de militantes congregados ante Génova 13 ha estado detrás de esta decisión ya que una foto de la cúpula saludando y cuatro gatos a sus pies habría sido una constatación de la derrota más sangrante que la ya de por sí cruda realidad de los votos.
LA DERROTA SIEMPRE ES HUÉRFANA
En la soledad con la que se beben los malos tragos, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el cabeza de lista al Europarlamento, Miguel Arias Cañete, daban la cara en la sala de prensa, mientras Mariano Rajoy y el resto de la cúpula lo veían todo por la tele.
Aunque Cospedal, intentaba apuntalar con poco convencimiento unos mensajes en los que aseguraba que su partido había cosechado una victoria sobre el PSOE, Cañete aguantaba el tirón haciendo caras largas y perdiendo la mirada por el suelo de la sala. Lo más alejado a las imágenes de triunfo a la que la formación está acostumbrada a culminar las últimas noches electorales.
El agotamiento en los rostros era evidente y no hacía falta analizar las sutilezas del lenguaje no verbal para apreciar el calibre del marrón que les tocaba despachar. Sin más sonrisas que las de circunstancias y un mensaje de corrido sin énfasis en las grandes frase, la intervención se limitó a cubrir el expediente y postergar cualquier valoración más en profundidad a la rueda de prensa del lunes.
Tampoco el PSOE estaba para disfrutar con la contemplación del incendio en los campos de su enemigo. También solos, la candidata Elena Valenciano y el secretario de Organización, Oscar López, salieron en rueda de prensa y, tras reconocer el mal resultado, Valenciano aguantó el chaparrón de las preguntas de los periodistas sobre posibles dimisiones y medidas de alcance, que prefirió no responder y pasar el cáliz a la intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba del lunes.
A LA VICTORIA LE SALEN MUCHOS PADRES
Ni punto de comparación han tenido las intervenciones multitudinarias (en el escenario) de los llamados partidos minoritarios, verdaderos ganadores de estos comicios. Está claro que con la victoria salen amigos por todas partes, pero lo cierto es que raro habrá sido el que se haya perdido salir en esta foto.
Esta ha sido la situación tanto en la Izquierda Plural (Izquierda Unida) como en Unión Progreso y Democracia (siguiendo el modelo de su cartel electoral), Coalició per Europa (Convergencia Democràtica de Catalunya y PNV), Esquerra pel Dret a Decidir (Esquerra Republicana de Catalunya), Ciudadanos, Los pueblos deciden (Bildu), Primavera Europea (Compromís y Equo) y, por supuesto, en la gran sorpresa de la noche: Podemos, de Pablo Iglesias.
En alguna de las intervenciones no faltaba ni el apuntador ya que, en todos los casos, esta imagen grupal, casi asamblearia, es coherente con el mensaje de todos ellos, aunque cambie de forma significativa el sentido que tiene en unos casos y en otros.
En el caso de los partidos de izquierda, la imagen de grupo simboliza una unidad de clase, sin jerarquías ni servidumbres, mientras que en los nacionalistas como Convergencia Democràtica de Catalunya (más elaborada que en el caso de Esquerra) lo que se consigue es trasladar la condición colectiva, de pueblo, con el líder al frente que se dispone a avanzar en columna hacia su nuevo futuro, esté donde esté.