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Fabra y RTVV: Si no aceptáis mi ERE me llevo el Scattergories

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"El cierre de Canal 9 es un golpe en la línea de flotación del imaginario político por el que el PP era el que mejor encarna la esencia de la Comunidad Valenciana"

VALENCIA. La semana ha sido pródiga en emociones, y más que nos quedan por llegar. Han sucedido cosas que hace bien poco nos habrían parecido imposibles, y ahora, incluso después de haberlas vivido, aún se nos antojan bastante inverosímiles, concentradas en torno a una decisión: la de cerrar RTVV, adoptada por la Generalitat Valenciana tras conocer la sentencia del TSJ que declaraba nulo el ERE. Hemos visto a periodistas que llevaban décadas silenciando noticias y privilegiando otras (en suma: tergiversando la información) rebelándose contra el poder que, con su connivencia, ha llevado a RTVV a la actual situación de desastre.

Hemos visto un par de días, extraordinariamente intensos, en los que RTVV ha pasado a hacer todo lo que llevaba 18 años sin hacer: organizar debates plurales, mencionar determinados temas tabú y, por encima de todo, criticar al PP. Y hemos visto, finalmente, cómo un Gobierno en franca retirada, agotado e incapaz de ejercer su función, renunciaba a los medios de comunicación públicos. A una parte, otra más, del autogobierno valenciano. Es decir: a la propia justificación de la existencia de la Generalitat Valenciana, paulatinamente transmutada en mera Delegación del Gobierno central, con el poder real radicado en Madrid.

Han surgido muchos análisis respecto de lo que implica la pérdida de RTVV. Se ha dicho que es un lastre sin ningún interés, y sin audiencia, cuyo gasto resultaba injustificable. Y la verdad es que resulta difícil obviar los números (de deuda, de personal, de audiencia). Pero, al mismo tiempo, su cierre me parece un error histórico, y un desastre (si se consuma) cuyas consecuencias arrastraremos durante mucho tiempo (suponiendo que no se recupere en el futuro próximo).

CP Ciutat de Cremona (Alaquàs)Quienes renuncian a RTVV por lo que era actualmente no tienen en cuenta que, incluso en este estado, cumple una serie de funciones de difusión de la cultura y la lengua propias, información de proximidad, vertebración territorial... Consustanciales a la propia noción de autonomía con ciertos rasgos diferenciales y una lengua propia. Y, sobre todo, no tienen en cuenta que el lastimoso estado actual no es irreversible, y no se soluciona con la falsa, y ridícula, dicotomía de "o la cerramos o cerramos colegios y hospitales".

Y que resulta particularmente escandaloso que quienes la cierran (la Generalitat Valenciana, gestionada desde hace 18 años por el Partido Popular) son no sólo los responsables del deterioro progresivo de RTVV y sus funciones sociales, de su conversión en un carísimo instrumento propagandístico, una agencia de colocación y una manera de apropiarse de fondos públicos. Son, además, los responsables directos, y en fechas muy recientes, de que la solución arbitrada para RTVV (decidida unilateralmente y eludiendo cualquier consenso) haya acabado tumbada por la justicia.

La Generalitat Valenciana demuestra su incapacidad

Ante un revés tan duro, y clamoroso, como la nulidad del ERE, el deber de un gobierno representativo es asumir sus responsabilidades, que no son otras que retomar el proceso y buscar soluciones razonables. Lo cual, en el contexto en el que vivimos, desde luego implica realizar un ERE que reduzca la plantilla de RTVV. Pero un ERE ejecutado según principios objetivos, sin mediar las irregularidades y el partidismo que han llevado al revolcón judicial. En resumen: solucionar problemas, en vez de crear otros peores. Sobre todo, si los problemas que has de solucionar también los has creado tú.

En cambio, la Generalitat ha optado, una vez más, por eludir sus responsabilidades, cerrando RTVV con un comunicado detrás del cual no se sabe si hay un berrinche o, sencillamente, una orden desde el Gobierno central (supuestos ambos impresentables, aunque por distintas razones). Nadie ha dimitido. Nadie ha pedido disculpas por el desastre del ERE, ni por el cataclismo que supone el cierre de RTVV, salvo unas desvaídas disculpas genéricas de última hora, sin ninguna consecuencia práctica.

No cabe extrañar, por desgracia, dado que nadie en el Gobierno valenciano se ha molestado en disculparse, a lo largo de todos estos años, por ninguno de los muchos motivos que sin duda hay. Al menos, los trabajadores que habían permanecido en RTVV tras el ERE, aunque sea tarde, y aunque sea movidos por la inminencia del despido, del que en teoría se habían salvado, más que por consideraciones éticas, sí que han pedido disculpas.

La decisión es un desastre desde muchos puntos de vista. Desde luego, para los 1700 trabajadores. Para el sector audiovisual en su conjunto. Pero también para toda la sociedad valenciana, para la cual los medios públicos constituyen un instrumento fundamental de información de proximidad, difusión de la cultura y la lengua propias y vertebración social. Por más que los árboles de la lastimosa sombra de servicio público que había llegado a ser RTVV no nos dejen ver el bosque. Y, muy en particular, es un desastre para el PP valenciano.

Con esta decisión, tanto por el fondo como por las formas, el gobierno de Alberto Fabra sufre una pérdida de legitimidad evidente (y nunca ha estado muy sobrado en este particular). Por no hablar, naturalmente, del previsible desgaste electoral que esta decisión comporta para el PP. No sólo por perder un instrumento propagandístico, o por la reacción que puedan tener los sectores directamente afectados por el cierre.

También porque es un golpe en la línea de flotación del imaginario político dibujado durante años por el PP, según el cual este partido es el que mejor encarna los intereses y particularidades, la esencia, de la Comunidad Valenciana. Mientras que los otros, la izquierda, son malos valencianos que, en realidad, lo que quieren es ser catalanes. Pero al final, el balance que hará más de uno es que los "catalanes" intentaron impedir el cierre de la televisión y la radio públicas valencianas decidido unilateralmente por los "valencianos".

El deterioro de Fabra y del PP valenciano

No cabe extrañar que, en este contexto, vuelva a aflorar el ruido de sables contra Fabra, y los rumores de que desde el PP valenciano, o desde Madrid, intentan moverle el sillón (en este último caso, los rumores me parecen muy poco probables, dado que fue Rajoy quien colocó en ese sillón a Fabra hace dos años). Tal vez no para sustituirle por otro candidato (¿quién querría presentarse en 2015, teniendo en cuenta las perspectivas?), pero sí para impedir que la decisión de cerrar RTVV con carácter de urgencia se consume.

En este sentido, ha surgido, en las filas de quienes se oponen al cierre, una esperanza tan surrealista e improbable, tan delirante, que resulta típicamente valenciana: que algunos diputados del PP, en particular aquellos reunidos en torno al expresidente Camps y el grupo de los imputados, rompan la disciplina de voto e impidan que la ley de cierre de RTVV sea aprobada en las Corts. Con lo cual, Camps y los suyos acabarían convertidos en los nuevos héroes de la izquierda valenciana, cerrando definitivamente el círculo que demuestra cómo hacemos las cosas en esta bendita Comunitat Valenciana.

No faltan argumentos para defender un escenario así: ni Camps ni los imputados tienen, hoy por hoy, demasiado que perder yendo por libre. Pueden sentar las bases de la recuperación electoral (y quizás del mando en el PP) en el medio plazo, hacer profesión de valencianismo, limpiar algo su imagen pública (bien es cierto que ante sectores sociales que a ellos, muy probablemente, les dan igual), y por supuesto vengarse de Rajoy y sobre todo de Fabra.

Pero personalmente me parece que no ocurrirá, y que una vez más la mítica disciplina, cohesión y unidad del PP podrá con cualquier tentación de desafiar a su partido. Como siempre en el PP, parece que van a pasar muchas cosas y al final, lo más probable es que no suceda nada. Aunque dentro de un año y medio, en las elecciones, lo pierdan casi todo. No sólo por cerrar RTVV, por supuesto. Pero cerrar RTVV quizás sea la gota que colma el vaso demoscópico, hoy ya en situación muy precaria.

#prayfor... #RTVVnoestanca

Desde que se conoció la decisión de la Generalitat de cerrar RTVV, el martes por la tarde, muchas cosas cambiaron. Por un lado, la propia RTVV, sus contenidos, su enfoque y, obviamente, su relación con el poder. Gente que llevaba años alabando al PP pasó a criticarlo acerbamente desde los medios públicos.

Y, por otro lado, gente que llevaba el mismo tiempo criticando RTVV pasó a defenderla de aquellos que, súbitamente, descubrieron que RTVV manipula, ante la novedad de que, por primera vez en 18 años, manipulaba... contra sus intereses. Un sainete muy valenciano, de nuevo, con enorme repercusión en los medios de comunicación españoles y en las redes sociales.

Espero sinceramente que RTVV no desaparezca. Aunque sólo sea para garantizar que, después de tanto tiempo en el ostracismo, Alfonso Rus y Rita Barberá puedan salir en la televisión, siquiera sea unos instantes.

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