Opinión

Opinión

La biotecnología alicantina ante la guerra arancelaría que amenaza las exportaciones

Publicado: 17/04/2025 ·06:00
Actualizado: 17/04/2025 · 06:00
Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

El sector biotecnológico de la provincia de Alicante, joven pero en crecimiento, se enfrenta a un panorama internacional convulso. La reciente guerra arancelaria desatada a nivel global –con subidas unilaterales de aranceles, ruptura de acuerdos comerciales y represalias cruzadas entre potencias – puede provocar una importante distorsión en los flujos comerciales internacionales.

En este contexto, las empresas biotecnológicas alicantinas, muy orientadas al exterior, sienten la presión: siete de cada diez compañías del sector realizan actividades de internacionalización (exportación, alianzas exteriores, presencia en ferias, etc.)

Cualquier barrera comercial nueva puede traducirse en obstáculos para colocar sus productos y servicios en mercados clave.

Un ejemplo cercano lo aporta el mercado estadounidense. Estados Unidos ha anunciado un incremento del 20% en los aranceles a productos europeos, una medida que según el instituto económico Ineca podría poner en peligro 446 millones de euros en exportaciones de la provincia (dato de 2024) y amenazar 1.800 empleos locales ligados a esas ventas (Ineca: "Los aranceles de Trump pondrían en peligro los 446 millones que Alicante facturó en 2024" | Alicante Plaza). Si bien la mayor parte de esa cifra corresponde a sectores tradicionales como el calzado o la agroalimentación, las firmas biotech de Alicante –que en buena medida son pequeñas empresas nacidas del emprendimiento privado o como spin-offs universitarias– tampoco son inmunes.

De hecho, en años recientes muchas lograron crecer gracias a la demanda internacional, con una facturación media que rondaba los 10 millones de euros por empresa (aún por debajo de la media nacional de 13,5 millones) Una guerra de tarifas prolongada podría truncar ese recorrido, encareciendo sus productos en el exterior y reduciendo su competitividad.

 

El aplazamiento de estos aranceles por parte de la Administración Trump, es solo la segunda fase del plan para tratar de cambiar los flujos comerciales internacionales, devaluar el dólar y forzar a las empresas norteamericanas a fabricar en el país, ya que la deslocalización perjudica a aquella parte de la población con menos formación y supone un problema de seguridad nacional, ante un posible enfrentamiento con China.

Todo esto lo detalle Stephen Miran, asesor de Trump, en el paper “A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System” que se puede encontrar en Hudson Bay Capital.

 

Para las empresas biotecnológicas alicantinas, altamente especializadas, exportar no es opcional, sino imprescindible. Su mercado es global: desarrollan soluciones innovadoras que difícilmente amortizarían solo en el mercado doméstico. Por eso, cualquier barrera comercial –ya sea un arancel en Estados Unidos, retrasos aduaneros con Asia o un clima de desconfianza general en el libre comercio– tiene un efecto inmediato en sus planes de negocio. En plena vorágine proteccionista, estas compañías ven peligrar acuerdos internacionales, contratos de distribución, planes de inversión en nuevos productos y las cadenas de suministro que habían dado por seguras durante años de creciente globalización.

 

El dólar, China y la reconfiguración de proveedores

A la incertidumbre arancelaria se suma la posible devaluación del dólar estadounidense, otro factor con impacto dual para el sector. Por un lado, un dólar más débil frente al euro encarece las exportaciones europeas: un comprador estadounidense o en cualquier país Hispanoamericano, necesitará gastar más dólares para adquirir el mismo producto español. Dicho de otro modo, una revalorización del euro frente al dólar merma la capacidad de compra del importador, encareciendo nuestros bienes en aquellos mercados dolarizados, que es la mayor parte del mundo fuera de Europa, China y Rusia, por el conflicto de Ucrania. Para las biotecnológicas alicantinas eso supone menor atractivo de sus productos en estos mercados y posibles caídas de ventas.

Ahora bien, la otra cara de la moneda es que un dólar débil abarata las importaciones procedentes de Estados Unidos. Muchas compañías del sector dependen de insumos, equipamiento científico o licencias tecnológicas americanas; por tanto, pagarían menos euros por ellos, aliviando en parte sus costes. El balance neto es incierto, pero en un sector en el que la balanza comercial suele ser favorable (gracias a la exportación de alto valor añadido), prevalece la preocupación por la pérdida de ingresos si los mercados globales se enfrían.

 

 

Este vaivén cambiario entronca con una cuestión mayor: el equilibrio entre proveedores de EE. UU. y China en el contexto europeo. No hay que olvidar que el liderazgo mundial en biotecnología lo ostenta Estados Unidos (su facturación en 2016 cuadruplicaba la de toda la Unión Europea), seguido muy de cerca por potencias asiáticas con China a la cabeza.

Europa y, por extensión, Alicante importan de ambos gigantes: desde sofisticados equipos de laboratorio estadounidenses hasta reactivos y materiales consumibles chinos a bajo coste. Si el dólar se devalúa significativamente, los proveedores norteamericanos podrían ganar terreno en Europa al volverse sus productos más asequibles, desplazando a competidores chinos en ciertos nichos. Por el contrario, si la tensión comercial deriva en mayores trabas a las importaciones chinas (o en una posible devaluación compensatoria del yuan), las empresas europeas podrían buscar proveedores alternativos, ya sea en América o fortaleciendo la cadena de suministro local. En resumidas cuentas, la coyuntura actual podría reconfigurar las fuentes de suministro de la biotecnología europea. Por tanto, las firmas alicantinas deberán estar ágiles para adaptarse, evitando dependencia excesiva de un solo mercado y diversificando riesgos en su aprovisionamiento. Al final, la turbulencia geoeconómica actúa casi como una prueba de estrés para su estrategia: las más flexibles y preparadas podrán incluso aprovechar cambios de proveedores a su favor, mientras que las menos podrían sufrir interrupciones.

 

Biotecnología: lecciones de la pandemia y futuro estratégico

Pese a navegar en aguas agitadas, el horizonte de la biotecnología alicantina ofrece también una oportunidad única. La pandemia de la COVID-19, ya superada en gran medida, dejó una enseñanza imborrable: el sector biotecnológico es estratégico ante eventuales crisis sanitarias futuras. Conviene recordar que durante los meses más duros de 2020 las empresas y centros de investigación biotecnológicos trabajaron a contrarreloj en vacunas, tratamientos y diagnósticos. A nivel nacional, ese esfuerzo titánico se tradujo en un reconocimiento explícito: la biotecnología fue declarada sector estratégico en las conclusiones de la Comisión para la Reconstrucción, por su impacto clave en la salud pública y la economía.

En otras palabras, nuestros gobernantes asumieron que sin un tejido biotech potente, la respuesta a emergencias sanitarias queda en entredicho. Hoy, aunque el recuerdo de la pandemia se desvanece, nuevos riesgos (desde cepas resistentes a antibióticos hasta patógenos emergentes) podrían golpear en cualquier momento. Tener en la provincia un ecosistema biotecnológico robusto no es solo un activo económico; es también una red de seguridad para enfrentar los desafíos futuros.

 

Alicante cuenta con mimbres sólidos para ello. Las empresas locales de biotecnología abarcan principalmente el ámbito de la salud humana (aproximadamente 57% del total de firmas, la llamada biotecnología roja) y la biotecnología verde ligada al sector agrario (un 33%, aprovechando la fortaleza agrícola provincial).  Ambos son campos esenciales ante crisis globales: la salud, por razones obvias, y la innovación agroalimentaria para garantizar suministros en tiempos convulsos. Además, estas compañías trabajan de la mano con universidades y centros de investigación punteros de la zona, generando conocimiento y aplicándolo a soluciones reales. A esto se suma el perfil del trabajador biotech alicantino también habla de su valor estratégico: equipos reducidos pero altamente cualificados (alta proporción de titulados superiores y doctores) y con empleo estable –más del 87% con contrato indefinido

Es decir, empleo de calidad que retiene talento local. Todo ello dibuja un sector emergente que, si bien aún modesto en tamaño, puede marcar la diferencia cuando más se necesite.

 

Por supuesto, no todo son virtudes y ventajas. Este sector enfrenta retos estructurales importantes. El principal obstáculo señalado por los propios emprendedores alicantinos es la financiación insuficiente: la falta de una financiación adecuada es el factor que más fracasos provoca en biotecnología, por tanto, urge mejorar los mecanismos públicos y privados de apoyo, hoy por hoy poco ajustados a sus necesidades. A esto se suma la dificultad de escalar proyectos desde su fase inicial –los primeros años son críticos por la escasa confianza de los inversores-, lo que precisa fórmulas que faciliten capital semilla y un marco regulatorio más ágil que vaya al ritmo de la innovación (evitando que avances científicos queden atrapados en trámites burocráticos).

Todas estas son asignaturas pendientes que Administración y sector deberán abordar de la mano. No obstante, incluso estas cuestiones pendientes reflejan un aspecto positivo: hay margen de mejora y existe la oportunidad de reforzar un ámbito económico que puede reportar enormes beneficios sociales y financieros a medio plazo.

 

Una oportunidad estratégica para Alicante

En definitiva, la actual encrucijada geoeconómica –guerra de tarifas, vaivenes del dólar, pulso entre potencias, …– supone un desafío serio para las empresas biotecnológicas de Alicante, pero también un toque de atención sobre su importancia estratégica. Lejos de achicarse ante la incertidumbre, la provincia haría bien en apostar con decisión por este sector. Impulsar la biotecnología local significa favorecer un tejido empresarial innovador, internacionalizado y resiliente, capaz de generar empleo cualificado y de servir de escudo frente a amenazas sanitarias globales. Cada euro invertido en I+D, cada nuevo laboratorio o startup apoyada, puede traducirse en vacunas o desarrollos salvavidas el día de mañana y también en prosperidad económica el día de hoy.

El mundo vive momentos de cambios impredecibles, pero si algo quedó claro tras la pandemia es que la ciencia y la innovación no son un lujo, sino una necesidad. En la provincia de Alicante convertir la biotecnología en punta de lanza de su modelo productivo podría ser la mejor respuesta ante la incertidumbre global. Es una oportunidad estratégica para posicionar a Alicante no solo como tierra de sol y turismo, sino también como referente en conocimiento, tecnología y salud. El reto está servido, del acierto con el que lo abordemos dependerá, en buena medida, que frente a futuras crisis globales, Alicante esté preparada y que, mientras tanto, sus empresas biotech prosperen en beneficio de todos.

 

Andrés Antón es presidente de la Asociacion de Empresas de Biotecnología de la Provincia de Alicante (AEBA)

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo