En las tertulias políticas caseras o de bar, se oye con frecuencia, cada vez con más frecuencia, a personas que si ahora hubiera elecciones dicen que no sabrían a quién votar. Les pasa a quienes votaron al PP y no quieren volver hacerlo "si se presenta Mazón" –aunque muchos añaden a modo de coletilla que “la CHJ no avisó”–, y a quienes tiran hacia la izquierda y andan buscando alternativas al PSOE porque "lo de Ábalos y Cerdán es una vergüenza" –aunque “el PP no puede dar lecciones de limpieza", añaden también a modo de coletilla–.
Tampoco andan sobrados de entusiasmo los votantes de Compromís, coalición venida a menos –y ahora dividida– tras su pacto con Sumar en Madrid, donde sus logros para con los valencianos se pueden contar con los dedos de un muñón, igual que los de la ministra valenciana y secretaria general del PSPV.
Hay desencanto. Para muchos, el espectáculo de la política española y valenciana es deprimente. Cabe señalar que sería menos deprimente si la mayoría de los medios de comunicación, especialmente las televisiones, mostraran de vez en cuando algo del trabajo que realizan los políticos en lugar de resumir y comentar el acontecer de cada día con los cuatro cortes de vídeo de mayor violencia verbal. La polarización es un fenómeno que se retroalimenta, pero no culpemos solo a las redes sociales.
En este río revuelto es en el que quieren pescar formaciones alternativas como la Unión Municipalista que, sin prisa pero sin pausa, está forjando entre otros Jorge Rodríguez, alcalde de Ontinyent y líder de Ens Uneix.
La Unión Municipalista, inscrita como partido político nacional en septiembre de 2024, es una confederación de 300 partidos locales independientes que suman más de 1.500 concejales y alcaldes. Tiene su sede en Nules y está presidida por el alcalde de esta población castellonense, David García, líder del partido Centrats en Nules.

Su propósito, para el que tienen dos años por delante, es convertirse en la tercera fuerza política nacional, por delante de Vox, en las elecciones municipales y autonómicas de 2027.
Si el lector aún no ha oído hablar de ellos es porque no están haciendo una campaña activa. No están en eso todavía. Tampoco les hace falta porque la campaña se la están haciendo los demás. Las broncas parlamentarias y los escándalos de corrupción son una invitación a buscar alternativas como las que han ido ganando fuerza en los ayuntamientos.
Es la cara amable de la gestión local frente a la trifulca; otra forma de hacer política, no sabemos si mejor o peor, pero diferente a la basura que nos tenemos que comer a diario. A eso se limita, de momento, la oferta. Para empezar, no está mal.
El camino está, no obstante, lleno de obstáculos. En el ámbito municipal la fórmula está clara: cada partido presenta su lista municipal con sus siglas y el añadido Unión Municipalista, para que sume de cara a las diputaciones.
Pero la idea de los municipalistas, al menos en la Comunitat Valenciana, es saltar también al ámbito autonómico, y ahí hay que presentar un programa electoral con posturas definidas sobre asuntos en los que hay que fijar posición: impuestos, política lingüística, inmigración…
Todos los partidos locales están de acuerdo en que los ayuntamientos tienen que tener más competencias y más financiación porque la política cercana es más eficiente que la decidida desde un despacho a cientos de kilómetros, pero, ¿qué propuesta sobre el valenciano en los colegios llevarán al programa electoral?

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- Foto: UNIÓN MUNICIPALISTA
Si hablamos de política nacional, con 300 partidos en la confederación, parece imposible presentar un programa común, aunque sí es factible presentar candidaturas provinciales tipo Teruel Existe bajo la marca común de la Unión Municipalista y que luego en el Congreso vayan por libre.
El paso en la provincia de Valencia lo está marcando Jorge Rodríguez, con Natàlia Enguix de ariete en la Diputación, lo que significa una ideología de centro izquierda capaz de pactar con el PP en lugar de con el PSOE y desarrollar una agenda progresista en un gobierno apoyado por Vox.
No es porque en política local todo sea más fácil –hay escenarios muy complejos–, sino más bien porque todo es posible. Que se lo digan a la alcaldesa de San Antonio de Benagéber.
Ens Uneix se siente muy cómodo como partido bisagra y no va a romper su pacto en la Diputación de Valencia.
Lo que quiere es ser bisagra también en Les Corts y para ello necesita bajar el listón electoral del 5% autonómico al 3% provincial. Un listón, el del 5% autonómico, que se puso para evitar un equivalente al PNV en Alicante, que con tres diputados tuviera al gobierno a su merced. O lo que es Ens Uneix en la Diputación, que con una diputada ha logrado –de Mazón, que tiene más dinero– el oro y el moro para Ontinyent.
Mientras busca esa rebaja del listón, la UM va haciendo camino, escuchando propuestas allí donde no tienen presencia, por ejemplo en los municipios afectados por la Dana, donde reina el descontento con los grandes partidos. Con cuidado de no abrir la puerta al modo que lo hizo Ciudadanos y se les cuelen los profesionales del arribismo.
Con todo, el objetivo más realista de Ens Uneix es conseguir algún asiento más en la Diputación en 2027, además de repetir el de Ontinyent. Concretamente, por el partido judicial de Valencia, de donde salen elegidos 18 de los 31 diputados de la corporación.
Para ello, necesita sumar en la ciudad de València, donde Natàlia Enguix dijo el otro día en la 99.9 que no le importaría contar con Mónica Oltra si no se presenta por Compromís. Sería un batalla interesante: Catalá, Bernabé, Oltra, ¿Vicente Barrera?...