Dicen que cuando una puerta se cierra otra se abre, pero no se habla del gran vacío que supone ver esa persiana bajada y lo huérfano que queda un barrio o incluso una ciudad ante la noticia, especialmente cuando esa tienda se ha convertido en un patrimonio del barrio. No se habla, pero se siente. Y ese vacío emocional se percibe en el barrio de Orriols desde que Juan Carlos Navarro anunció que se jubilaba y, por tanto, cerraba Casa Ezequiel. Fue ayer, 6 de abril, pero desde que lo comunicó su pequeño colmado ha sido más que nunca una parada y fonda de quienes se detienen para comprar legumbres o frutos secos, pero también para conversar un rato con el tendero. Muchos de los cestos de mimbre que hay en la tienda están vacíos, pero la gente no pierde la esperanza de llenar por última vez su despensa con los productos que Juan Carlos Navarro selecciona a conciencia.
Un buen hacer e inquietud que ha hecho que su pequeño colmado fuera un punto de encuentro para quienes en sus fogones siguen cocinando platos de cuchara con legumbres de primera calidad, pero también para quienes prefieren comprar a granel y en tiendas de barrio antes que productos envasados y en grandes supermercados. Solo aquí pueden encontrar siete variedades de garbanzos, diez clases de lentejas o 32 tipos de alubias, además de frutos secos, chocolates y especias. "Lo que encuentras aquí no es fácil encontrarlo en otros sitios", comenta un cliente.
Precisamente, la calidad de las materias primas y la cercanía de Juan Carlos es lo que ha convertido a Casa Ezequiel en toda una institución en el barrio —y sin miedo se puede decir que en toda València y alrededores—. Hasta aquí vienen personas de otros barrios y localidades pero también de otras tiendas y restauradores, como Jose y Miguel (Rausell) o Chemo Rausell (Napicol en Meliana), para adquirir las legumbres y otras especias que más tarde se convertirán en deliciosos guisos.