VALÈNCIA. «... Juntos hasta las cuatro para hablar de esto que tanto nos gusta llamado deporte». La voz de Kike Mateu daba así la bienvenida a sus oyentes, cultivados durante lustros en diferentes emisoras de radio de València. Últimamente sintonizaban Intereconomía para escuchar su programa, pero también para oírle cantar los goles del Valencia CF, su Valencia. El equipo al que sigue desde hace veinte años. Por eso, el 18 de febrero se subió a un avión de Ryanair y voló hasta Pisa. Allí, en el mismo aeropuerto, como es su costumbre, alquiló un coche, metió las llaves y se puso a hacer una de esas cosas cotidianas que le fascinan: conducir.
El periodista de 44 años cogió aquel Fiat 500 y pisó el acelerador durante dos horas y cuarto hasta Milán, donde el Valencia iba a jugar al día siguiente contra el Atalanta el partido de ida de los octavos de final de la Champions. Ahí siguió con sus hábitos, como evitar las grandes ciudades, donde es complicado aparcar, para hospedarse en algún lugar de las afueras, más tranquilo y más económico. «Esta vez me fui a un pueblecito que no sé ni cómo se llama, a veinte kilómetros de Milán», recuerda.