Desde hace poco más de una semana tengo pizzería favorita en la ciudad y estoy casi segura de que también será la de más de uno de vosotros en cuanto las probéis. Las preparan en la calle de Emilio Baró 80, ya sea para tomar allí, para recoger o para que te las lleven a donde tú quieras. Es que además, me pillan al ladito de casa. Maravilla. Quedo abonada a su canal.
Vale, voy a contaros por qué me han robado el corazón. Todo empezó cuando vi una historia de Instagram - gran informador de las novedades hoy en día - de una amiga probando estas pizzas. Me pongo a cotillear y oye, que no tienen mala pinta. Pero es que cuando me meto a ver la carta me encuentro con que tienen hasta 7 opciones de pizza veganas. Pero nada de eso de pizzas de verdura y “te cambiamos el queso por uno vegano si quieres” . No no, que tienen 7 diferentes y bien curradas.
Cuando la gente me pregunta si echo de menos algún sabor o plato de mi vida antes de ser vegetariana siempre les digo los mismos: la clásica pizza con queso, jamón york, champiñones y un huevo coronando en medio o bien el sándwich mixto bien untado en mantequilla que me alegraba las mañanas y meriendas de la infancia. Pues bien, ¡en su carta estaba la pizza! Estaba sin huevo, pero me vale. Así que la pedí, una pizza Mislata marchando por favor. Y de pasó pedí una más, la pizza vegana Chulilla. Llevaba salsa de tomate, mozzarella vegana, pepperoni vegano, tomate seco, pesto de pistacho casero y queso chili vegano. Pues chicos, esta ganó a Mislata y a todas las pizzas veganas y a muchas no veganas de la historia. Estaba impresionante. Lo mejor fue el trocito que me tomé a la mañana siguiente recalentado en el banco de la cocina. Ese bocadito sabía bien rico.