Plaza Inmobiliaria

El 'boom' por las fincas rústicas en la Comunitat se dirige ahora hacia la compra de primera vivienda

La tensión en el mercado residencial urbano empuja a cada vez más valencianos a buscar terrenos pequeños donde reformar o construir una casa mientras que la opción de instalar casas modulares, pese a su atractivo, se resiste ante la dificultad administrativa de adquirir permisos

  • Finca rústica en Meliana
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VALÈNCIA. El 'boom' que la Comunitat Valenciana comenzó a experimentar en 2023 en la compraventa de fincas rústicas se mantiene, pero las motivaciones que hay detrás de estas operaciones han cambiado. Mientras que una de las razones principales que imperaba al inicio de este fenómeno era la búsqueda de una segunda residencia que sustituyera al apartamento de playa, ahora el objetivo que cobra mayor fuerza es la búsqueda de una residencia habitual ante los elevados precios del mercado residencial urbano.

Ante la tensión del mercado urbano, con precios disparados y una oferta cada vez más limitada, un número creciente de valencianos se vuelca en localizar terrenos pequeños —de pocas hectáreas— donde poder reformar una construcción existente, levantar una casa de nueva planta o instalar una vivienda modular.

“Hay muchísimo interés”, asegura Regino Coca, fundador y consejero delegado de Cocampo, plataforma digital especializada en compraventa de fincas rústicas. "Las búsquedas en Google de casas modulares o prefabricadas son altísimas, lo que demuestra que existe una demanda muy elevada. Claramente hay usuarios que buscan propiedades de bajo presupuesto, fincas pequeñas y asequibles", explica.

Según el INE, la Comunitat Valenciana sigue en crecimiento constante dentro del mercado rústico nacional. Solo en agosto de 2025 se registraron 3.184 transmisiones de fincas, de las cuales 1.351 fueron compraventas y 1.177 herencias. En agosto del año anterior el total fue de 3.446 transmisiones, con 1.347 compraventas, una cifra similar que muestra estabilidad. Pero si se amplía la mirada al primer semestre del año, las compraventas alcanzaron las 11.424 operaciones, frente a las 10.156 del mismo periodo de 2024, lo que supone un aumento interanual del 12,5%.

"El hecho de que haya más compraventas que herencias es un síntoma positivo, porque significa que hay movimiento real de inversión", subraya Coca. "La Comunitat Valenciana sigue creciendo en las estadísticas y eso demuestra que existe un interés sostenido tanto de compradores locales como de extranjeros", agrega.

La primera vivienda se traslada al campo

Coca apunta que el perfil del comprador ha cambiado: "Hay mucha gente que está mirando el suelo rústico como opción para vivir, no solo como inversión o segunda residencia. La falta de oferta urbana empuja a quienes tienen un presupuesto ajustado hacia el campo. Buscan parcelas pequeñas, de menos de cinco o diez hectáreas, donde poder construir o rehabilitar una casa".

El fenómeno, explica, es un reflejo directo del impacto del mercado urbano sobre el rural. La presión en los precios de las ciudades está desplazando a parte de la demanda hacia el entorno rústico. "Nos llegan peticiones diarias de viviendas de menos de 10.000 euros a menos de 30 kilómetros de Valencia. Son personas que están siendo expulsadas del ámbito urbano", comenta el CEO de Cocampo.

En paralelo, el auge de las casas modulares y prefabricadas se ha convertido en una tendencia visible en las búsquedas y consultas. Sin embargo, Coca matiza que el interés no siempre se traduce en operaciones reales. "La relación entre la intención y la realidad es clarísima: hay muchísima gente que quiere hacerlo, pero no es habitual ver muchas construcciones nuevas porque la administración es muy exigente con lo que se puede levantar en suelo rústico. Y me parece bien que lo sea", señala.

El problema radica en los trámites. La instalación de una casa modular en terreno no urbanizable requiere licencia de obra y calificación urbanística que autorice el uso residencial, un proceso complejo y desigual según el municipio. "La administración es rigurosa y eso hace que muchos interesados se frenen, pese al atractivo que tienen las casas modulares como solución rápida y económica", añade.

Un mercado cada vez más diverso

El interés por lo rústico no procede solo de compradores locales. La Comunitat Valenciana mantiene un alto volumen de demanda extranjera, especialmente en la provincia de Alicante. "Hay un público internacional muy consolidado: belgas, holandeses, alemanes o daneses que buscan fincas pequeñas, de cinco o diez hectáreas, situadas a menos de 30 kilómetros del mar", explica Coca. "Muchos de ellos quieren pasar los meses de invierno aquí, atraídos por el clima y el coste de vida. Para ellos, hasta 20 o 30 kilómetros de distancia sigue considerándose ‘zona de costa’".

Este perfil extranjero suele fijarse en terrenos con cierta infraestructura cercana: acceso a servicios básicos, carreteras y comercios. "Si los servicios están a unos 10 o 30 kilómetros, lo siguen viendo como una ubicación ideal", comenta.

La demanda en la Comunitat Valenciana combina tanto la búsqueda local de primera residencia asequible como el interés internacional por fincas pequeñas con vocación de segunda residencia o vacacional. En ambos casos, el denominador común es el tamaño y la distancia respecto a Valencia.

Aunque el factor económico pesa mucho, no es el único motivo. "El campo tiene su atractivo, claro, y no solo por el precio. Cada vez hay más gente que busca una forma de vida diferente, con más espacio y menos ruido", afirma el fundador de Cocampo. Ese cambio de mentalidad, unido a la digitalización y al teletrabajo, ha favorecido que lo rural se perciba como una alternativa real de vivienda.

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