Al igual que en la polinización, que no es un proceso de un único reino, en la conservación de variedades autóctonas intervienen numerosos agentes. Como si se tratara de vectores de polinización, la suma de grupos de investigación, instituciones administrativas, estudiantes, docentes, agricultores, consumidores, gastrónomos, chefs y público lector de medios como este, hace posible que una semilla o especie tradicional se conserve, se expanda y se integre en la gastronomía. Para preservar la diversidad, hay que conocerla y divulgarla.
En mayo de 2020, el Jardí Botànic-ICBiBE (Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología evolutiva) de la Universitat de València y la Estación Experimental Agraria de Carcaixent del IVIA (Institut Valencià d’Investigacions Agràries), dependiente de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, publicaban en la revista Agronomy el estudio Resilience Capacity Assessment of the Traditional Lima Bean (Phaseolus lunatus L.) Landraces Facing Climate Change, una investigación sobre el garrofó ‘pintat’ (Phaseolus lunatus L.) una variedad de esta legumbre con mayor resistencia al estrés hídrico y a las altas temperaturas.