VALÈNCIA.- «Balansiya es esa esmeralda por donde corre un río de perlas/ Es una novia cuya belleza/ Dios ha creado para darle luego/ la juventud eterna» son solo unos versos del poema que Ar-Russafi dedicaba a su amada ciudad desde el exilio en Granada. De aquella València musulmana, pese a su efervescencia cultural y económica, quedan pocos restos arquitectónicos, pero son muchas las herencias que permanecen en el imaginario valenciano a día de hoy. Cinco siglos de historia en València que ni se cuidan ni se promocionan.
Sacar rédito a esta realidad histórica se convierte casi en una obligación cuando hablamos en términos de turismo, y más para una región como la valenciana en la que el turismo genera más del 13% de su PIB. El muslim friendly tourism es ya una realidad que viene pisando con fuerza. Los datos son muy reveladores: el turismo halal mueve más de 130 millones de turistas al año en el ámbito global. Las previsiones apuntan a que, en 2020, esta cifra crecerá hasta los 156 millones de visitantes. Y hablando en plata: en solo dos años, el gasto de estos mercados se cifra en 220.000 millones de dólares hasta una previsión de alcanzar los 330.000 millones en 2026.
Pero ¿qué es el turismo halal? Es un tipo de turismo enfocado a satisfacer las necesidades de los mercados musulmanes y que demandan el concepto halal, que determina aspectos de su vida cotidiana como la alimentación, la oración... Así, según apunta Hosteltur, representa una filosofía de vida para 1.600 millones de personas en todo el mundo, procedentes de países muy diversos. «Es un turismo muy tranquilo y familiar, aunque varía mucho en función de la nacionalidad; nada tiene que ver un indonesio con un kuwaití, nada salvo la filosofía halal y que son mercados en constante crecimiento», apunta Flora Sáez, socia fundadora de la única turoperadora con certificación halal en España, Nur and Duha Travel.
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Es un mercado con un futuro enorme, ya no solo por lo que representa sino porque se estima que, en 2030, el 66% de la clase media mundial se definirá con dos parámetros: ‘musulmana’ y ‘asiática’. «Mientras ‘la clase media’ mengua en una Europa que se recupera lentamente de la crisis económica, las economías del sudeste asiático presentan tasas de crecimiento cercanas a los dos dígitos. Es por ello que cada vez es más frecuente encontrar jóvenes turistas del sudeste asiático —particularmente de Malasia, Indonesia, Brunei o Singapur—, que se desplazan a España para visitar la arquitectura del gran icono islámico occidental: las capitales de al-Ándalus», explica la zaragozana afincada en València Bárbara Hayat, directora de Relaciones Internacionales del Instituto Halal.