Vallas y barro

Valencia Año 2080 

La república independiente de El Palmar fundada tras una cruenta guerra entre clanes afines a distintas variedades de arroz, llevó al exilio a varios habitantes.

Las crónicas cuentan que el clan de los bomba arrebató al clan de los Senia el territorio adyacente a la Gola de Pujol tras una guerra sanguinaria. Según parece, todo comenzó el día de la boda de Juan "el cebolla". Entre cazalla y cazalla, alguien dejó una sospecha en el aire que originó la tormenta perfecta, tan solo la sugerencia de que el arroz vaporizado de microondas se considerase una variedad autóctona hizo que saltarán de la mesa escopeta en mano varios familiares de la novia. 

Las disputas por defender que el arroz de cada uno tiene mejor grado de absorción de sabores quitaron de golpe las ganas de cortar la tarta nupcial, quizá también tuvo que ver que el sable estaba manchado de la sangre de un invitado al que hubo que someter por defender dicha afrenta. Desde entonces, distintas facciones fueron seccionando la Albufera con vallas de paja, logrando que pocos barqueros tuvieran inmunidad diplomática para cruzar las fronteras sin tener que responder al cuestionario sobre sus conocimientos del arroz. Algo así como una prueba de ciudadanía en el que se valoraban conocimientos de la gramínea, tales como el grado de absorción de ciertas variedades, minutos de cocción según si es seco o meloso o la pregunta trampa ¿La paella debe llevar pimiento?. 

 Así, Paco "el anguilas" se vió obligado a exiliarse en Bélgica por atreverse a afirmar que las paellas salen mejor con sarmiento que con leña de naranjo. Hay familiares con los que nunca pudo volver a hablar. Desde allí sigue enviando mensajes invitando a la sublevación de la población con propuestas tan dispares como pintar de rojo el cuello de los patos Coll Verd para hacerlos afines a la causa o prohibir el cultivo de garbanzos para evitar la tentación de echar alguno en la paella. 

Hoy es el día en el que sigue habiendo una sociedad dividida por razones obvias. La paella es una cuestión de vida o muerte. 

Nacho Lurbe es gerente de Unipro