JUSTICIA Y HAMBRE

Visto para sentencia: comer por la Ciudad de la Justicia

O se te cierra el estómago, o te entra un hambre leonina. Comer por la Ciudad de la Justicia, una realidad de políticos, jueces, fiscales, abogados, procuradores, periodistas, acusados, demandantes y esos pájaros que picotean parásitos en los elefantes.

| 23/09/2022 | 5 min, 15 seg

Arranca una nueva entrega de comer en sitios liminales. La ITV, el AVE, Nuevo Centro u otros lugares de la geografía del cap i casal que podrían aparecer en las investigaciones del antropólogo Víctor Turner, quien le pilló el concepto de ‘liminalidad’ a Arnold Van Gennep, autor de Ritos de paso.

Lo de ‘leonina’ de la entradilla comparte origen con el término empleado para señalar unas cláusulas en las que una de las partes sale más beneficiada que el resto: contrato leonino, condiciones leoninas, etc. El origen de emplear el término ‘leonino’, para señalar el trato abusivo lo encontramos en una de las fábulas de Esopo titulada La parte del león. En ella cuenta cómo un león se asoció junto a otros tres animales (una vaca, una cabra y una oveja) para cazar un ciervo. Cuando llegó el momento de repartir la presa, el león se quedó con las cuatro partes del animal, contestando a las quejas de sus socios que le correspondía la primera parte por el mero hecho de ser el león, la segunda por ser el más fuerte de todos, la tercera porque se lo merecía más que los demás y la cuarta y última porque le venía en gana. 

(Supongo que la fábula se desarrolla en el BioParc, porque el león viviendo en el mismo espacio que el ciervo me suena a fallo de raccord). 

Quiero creer que la justicia se activa en estas situaciones, y quienes viven en ella, de ella o para ella, no tienen que asesinar con sus garras para comer, aunque la cafetería de la Ciudad de la Justicia fuera clausurada a principios de este año para dar cabida a las juntas electorales y las oficinas de atención a las víctimas. 

(Otro espacio liminal: la concesión para el uso privativo de bienes de dominio público. O sea, las cafeterías en dependencias públicas). 

Les Arts, Beirut, la Alquería del Pou o el JM son los restaurantes en el top of mind del equipo hedonista con causas pendientes. “Yo a la Alquería del Pou pero una vez su señoría me hubiese absuelto”, específica Paula Pons. En mi caso, si la vista concluyera a tiempo y coincidiera con el día en el que en el Bar Cristóbal hay all i pebre, correría a este bar de La Punta a que Juani, Rosa, Alfonso me sentaran en una mesa cercana a la de los jueces que acuden con cierta regularidad al local. 

(No tengo ningún interés en especial en sentarme cerca de los jueces. Me imagino un grupo de señores al borde de la jubilación que pueden mancharse con salsa impunemente porque después se ponen la toga). 


Rosana Crespo, periodista y sin embargo persona, pasa sus días en la Ciudad de la Justicia cubriendo las noticias de juicios y juzgados para Valencia Plaza. Es una local guide de comer con todas las de la ley. 

(Al siguiente juego de palabras me autocastigo en el rincón de pensar).

“En el que mejor como habitualmente y con diferencia por precio, atención, ambiente, menú, carta fuera de menú y vinos es el Gargallo”. Bodegas Gargallo, en cualquiera de sus ubicaciones, es un comodín. Crespo reitera que es el que más sobresale en su lista, en la que también está Solo del Mar y el restaurante japonés Sowu. He obviado de mala manera que Rosana me ha dicho “soy cero referencia en tema gastronómico, te vas a fiar de mi criterio y no tendrías por qué hacerlo”. Pero lo hacemos, porque coincide con el resto de entrevistadas. 

Para la periodista de tribunales Loreto Ochando, “La Ciudad de la Justicia es como un polígono industrial. Bares de menú a cascoporro. Tienes algún sitio un poco más pijo, pero poco. Sin contar Solo del Mar, lo más glamuroso que puedes comer es un bocadillo de jamón de Gargallo o el menú de Casa Valentín (muy bueno, por cierto). Eso sí, como buen lugar plagado de delincuentes varios, la cerveza que no falta y el estanco, que después de dos días detenido, lo que el cuerpo pide es bocata, birra y cigarrito”.

Marta Sans, conocida en la pista de fútbol Stadium of Light (Avenida de la Plata vibes, a quince minutos de la Ciudad de la Justicia) como Futbolenders, y como abogada en la CdJ (CdJ = Ciudad de la Justicia, no CDJs lo que se usa para pinchar música. Aunque también, Sans es dj y pincha este viernes a las 18 h. en el festival Truenorayo) se declara “muy fan de la cafetería de dentro de la Ciudad de la Justicia. La de funcionarios y autorizados. Hay una mujer que todas las mañanas hace tortillas, mi favorita la de alcachofas. Normalmente cuando llevas a un cliente de caché, quedas con él antes en Jamones Gargallo. Ahí encontrarás también a los jueces y fiscales más finos. Luego el Don Pelayo es como el clásico. Para comer es que esa zona se muere porque los juzgados cierran a las 14 h. Solo hay guiris perdidos de la otra ciudad, la de las Artes”.


Resumen: “Gargallo para cuando las cosas salen bien, Don Pelayo para café y bocadillo del día, y la cafetería del edificio para el día a día”. 

Setze jutges d'un jutjat mengen fetge d'un penjat; si el penjat es despengés es menjaria els setze fetges dels setze jutges que l'han jutjat. ¿Habrá tapa de hígado encebollado en la cantina de personal de la Ciudad de la Justicia? 

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