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el tintero / OPINIÓN

¡Welcome turistas!

Esta semana se ha producido un ataque violento y con ánimo de amedrentar a los turistas y a la población valenciana en un bus turístic. Si hacemos caso omiso diciendo que es un hecho aislado, quizá más adelante compartiremos la culpa y sufriremos las consecuencias todos

11/07/2018 - 

Welcome, esta sencilla palabra la solemos leer en letreros de aeropuertos, estaciones de tren, hoteles y algunos edificios emblemáticos de muchas ciudades. Suele verse traducida a varios idiomas y en todos ellos significa algo tan sencillo y tan bonito como que “eres Bienvenido, bien recibido, bien acogido”. Algo así como que el lugar donde llegamos nos acoge y recibe con alegría e ilusión. 

La Comunidad Valenciana ofrece unas condiciones de vida tan agradables y beneficiosas que por ello se ha consolidado como un gran destino turístico y en muchos casos de residencia para extranjeros, como así lo demuestran las colonias de ingleses y alemanes, principalmente, que pueblan nuestro litoral, especialmente la Costa Blanca, dándole un aspecto cosmopolita, manteniendo una importante actividad económica en sectores como la vivienda, la hostelería o la educación durante todo el año y logrando la famosa desestacionalización del turismo.

Este término suele repetirse siempre que los responsables empresariales y del sector turístico presentan datos y resultados, pues significa que en lugar de tener altos y escasos picos de afluencia como son en nuestra tierra, las Fallas, Hogueras o Gaitas y por supuesto los meses estivales; debemos trabajar y así se lleva haciendo desde hace años para recibir turistas durante todo el año y también en nuestras ciudades, no sólo en el campo o la playa. Este trabajo de prestigiar nuestras fortalezas como son la cultura, nuestro rico patrimonio histórico artístico y religioso –asignatura pendiente es convertir el Santo Cáliz en una ruta y viaje de referencia internacional– o nuestra completa y saludable gastronomía, tiene como objetivo recibir turistas que visiten nuestros cascos urbanos y durante unos días convivan con nosotros. Muchos de ellos acaban planteándose la posibilidad de adquirir una propiedad.  

Todo lo que el turismo significa no sólo de enriquecimiento cultural y de intercambio de experiencias sino a nivel de riqueza y creación de empleo, como indican los informes que tanto entidades privadas como BBVA Research y públicas como la Agencia Valenciana de Turismo refrendan la importancia de este sector. Los datos de los primeros meses de este año indican un aumento del 8% en el número de turistas extranjeros con un incremento equivalente en el gasto, el mayor entre las CCAA, lo cual es altamente positivo por la generación de empleo directo e indirecto que crean. 

 A la vista de lo que significa este sector en la economía española y por supuesto en la valenciana, es obvio que además de fomentarlo y cuidarlo, debemos regularlo como así se está haciendo. El secretario autonómico de turismo, Francesc Colomer hablaba estos días sobre la nueva ley de turismo y la definía con estas palabras: “hospitalidad, sostenibilidad y código ético”, loables intenciones a las que añadir equilibrio y sentido común, porque el exceso de regulación no siempre es la solución más idónea. Pero si hay un ámbito clave que genera confianza/desconfianza en los mercados turísticos, ese sin duda es el de la seguridad. 

El ataque sufrido en Valencia, réplica de los muchos que el verano pasado sufrieron en las comunidades autónomas de Cataluña y Baleares en sus zonas turísticas, playas y clubes náuticos incluidos, es una pésima noticia que debe alertar no sólo a nuestra policía, que el Delegado del Gobierno aseguró que están al tanto y listos para actuar, sino a la ciudadanía que solemos comportarnos con excesivo desdén salvo que los problemas nos afecten a nuestro bolsillo o nuestras vidas. 

Los grupos organizados para atacar y desestabilizar la convivencia pacífica y democrática del pueblo español han tenido a lo largo de nuestra democracia una importante incidencia en la vida social y política, especialmente los más estructurados y activistas. Otros muchos practican una violencia cotidiana y de menor intensidad pero que denota la falta de asunción de las reglas del juego, la carencia de valores democráticos y la prepotencia de unos pocos, muy pocos, frente a una sociedad mayoritariamente silente y algo miope. No caigamos en el error de creer que las cosas saldrán bien porque sí, hay que actuar, hay que alzar la voz y denunciar y por supuesto hay que reflexionar y valorar que hacemos cada cuatro años.  

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