El cierre de RTVV hay que considerarlo como uno de los acontecimientos más dolorosos de nuestra autonomía. Dejaba a centenares de familias hundidas y se apagaba una ventana de nuestra realidad histórica. Sin embargo, la decisión política a causa de un mala gestión no eclipsa nuestra memoria
VALENCIA. Y además les llaman liquidadores. Como si fuera el “far west”. Menudo título nobiliario. Menudo follón llevan. Hay liquidadores de varios tipos: aquellos que liquidan o se liquidan a sí mismos en un acto de sinceridad o decepción, como ya pasó hace unos meses en RTVV, y los que dejan de hacerlo pese a tener el cartel inseparable de “Wanted”, que por aquí hay muchos y están desaparecidos sin que los Marshall, o los caza recompensas, se hayan echado a las arenas del Grand Canyon o del Penyagolosa.
Miremos a esos que denuncian la posibilidad de acceder a los ordenadores de RTVV para entender lo que están buscando, que aún no saben qué es. Reclaman “hackers” para llegar al fondo del asunto. Esto es Matrix. O es de juzgado de guardia. Que si es verdad, tal cual lo cuentan, significa obstrucción y podría llegar a ser de la Justicia. Nos están dando las claves para ver si alguien se anima.
Gracias a ese intento chapucero de querer esconder la realidad inmediata de nuestro pasado más reciente, o intentar dilatarla en el tiempo, hasta se han atrevido a convertir en un imposible analizar los contratos que exige el juez y la documentación de RTVV complementaria al uso que debería ser de acceso público. Pero ellos no quieren. Por algo será. Es a lo que conduce imaginar el sinsentido de la negativa. Luego, conduce a pensar mal. De ahí la anterior observación. Al juzgado, sin dudarlo, vamos.
“Francisco Gómez, Agustín Arenas e Ignacio Baixauli califican de "tortuoso" el proceso de liquidación de la televisión autonómica. Lamentan que la única ayuda que han recibido ha sido la de algunos extrabajadores y "por la puerta de atrás". Vamos bien.
Así lo explicaba hace apenas unos días de forma envidiable Xavi Moret en estas páginas cuando se refería ala situación que han encontrado quienes intentan poner algo de orden en la televisión autonómica, la misma que cumple dos triste y vergonzosos años censurada. Y no ha parado de ofrecer razones para entrar con la descubierta. Cada día más y aún más complicado o difícil de asimilar.
“Tortuoso, desagradable y solitario”, añadía en uno de sus artículos sobre la forma y el fondo en el qué se sienten quienes intentan encontrar la lógica aristotélica a una duda presocrática. Más bien tiene forma de invasión bárbara, o sea: Suevos, Vándalos y Alanos. El ente en plan bestia. Al fin y al cabo, hace mucho tiempo que no es nuestra economía “sostenible” de Olivas-Sala, dos “cowboys” que cabalgan rumbo al destino de bancos suizos y luxemburgueses, en mayor medida, debido a los créditos del ente y las recalificaciones rentables de los megaproyectos en suelo rústico. Lo dice la Sindicatura de Comptes. Sólo hay que leer informes. Mira que estaba bien clarito. Pero otros, mientras tanto, sólo cabalgaban por el medio oeste de forma placentera. O por el Caribe, que es más divertido y mejor aún si es gratis con todo incluido.
Pero hay más perlas de Arenas, Gómez Barroso y Baixauli, quienes sudan en torno a quitas y moras. Sobre todo al torpedero de la información. Isabel Bonig pide no se sabe qué. Cree en Ransom Stoddard mientras Liberty Valance los ha convencido a todos por el acceso, a datos esenciales de la empresa. Una actitud "inaceptable" desde el punto de vista empresarial. Ella continúa en un discurso “tacherista” que da miedo a los británicos o a los remeros de las cuevas de San José que pocos ponen en valor.
Cuando los actuales liquidadores entraron en RTVV se encontraron sin acceso al sistema informático porque sus predecesores no facilitaron las claves, y eso que no han llegado aún a los contratos refirmados antes y después del caos económico de Zaplana, Camps, Fabra y tantos amigos, pero sin la posibilidad real de poder entrar en los inventarios técnicos o edificios sin registrar, que ya es el colmo de los colmos. María Abradelo ha sido clara: cuatro veces más se pagaba aquí que en Madrid por lo mismo. Pero ella, seamos serios, disfrutaba del capricho de forma silenciosa, no como cuando se encerraba en el Olympìa y advertía a los medios porque no le pagaban. Nos conocemos todos.
De momento, cuesta mantener el edificio de RTVV un millón al mes, sin entrar a valorar los compromisos con productoras, como los suscritos en Ciudad de la Luz. Esto no se aclara en un juzgado ni dentro de quince años, cuando muchos ya estaremos calvos. Menuda desfachatez. Y encima hablan de transparencia y control en les Corts.
Pero a lo que íbamos. Hace una semana se firmaba un acuerdo para convertir Valencia en “Ciudad de Plató”, que si le quitamos el acento parece el sket de Luthieres y los loqueros. Así que, entre la Fundación Turismo Valencia, CulturArts y la Concejalía de Espacio Público, han firmado con diversas asociaciones un acuerdo para impulsar las “actuaciones necesarias para posicionar Valencia como destino «film friendly». De esta manera tendremos una ventanilla única para la gestión de permisos e intentaremos promocionar la ciudad. Sé qué es. Queda bien. Bien hecho son resultados. Visto de lo de Alicante es un buen paso. Así le va a Penyscola sin tanta parafernalia.
Lástima que no sea cineasta, pero voy a dar una idea para aquellos que se sientan interesados en el acuerdo rubricado.
Valencia y sus alrededores son perfectos para rodar un remake muy nuestro de The Walking Dead. Lo tenemos todo. En serio. Tenemos escenarios vacíos o abandonados, como en la serie. Anoto: la Ciudad de la Luz -370 millones de coste, 200 de deuda y 20 anuales de gastos fijos-; Ciudad del Teatro -treinta de deuda por su construcción-; el aeropuerto de Castelló; el estadio inacabado de Mestalla; el balneario de Toyo Ito en Torrevieja, además en ruinas; el Ágora; los escombros del antiguo ayuntamiento de la Avenida de Aragón, ideales para una buena escena bélica si aún están, por poner simples ejemplos de localización.
Pero además tenemos protagonistas y reparto. Nosotros los zombis, en homenaje a The Cranberries y dentro de todos esos espacios arruinados, como auténticos supervivientes que huyen de nosotros mismos porque acabamos de despertarnos del mal sueño tras darnos cuenta de la realidad o la pesadilla y vamos a por ellos, que diría Xavi Castillo, todos los vividores del reino que han conducido a la situación reseñada. Tenemos argumento. Hasta invitamos al capitán moro de Alcoi.
Berlanga dio en la diana en Todos a la cárcel y hacia ella van algunos de los muchos que todavía no están. A Jess Franco le daría para una trilogía de serie B con menos presupuesto de lo que cuesta limpiar los estanques de la Ciudad de las Artes.
Un éxito de taquilla, seguro. Pero, además, visto lo visto y con el lío de las subvenciones al cine, tendría hasta ayuda institucional e hincharíamos los resultados para seguir trincando. Y encima hasta nos lo pasaríamos mal aún sabiendo que era nuestro patrimonio, impuestos y ahorros.
Dicen que somos la ciudad del “running” gracias a los populares maratones. Y tanto. De hecho, muchos tenemos ganas de de salir corriendo. Que suelten las liebres. Hace tiempo que los zombis hemos escapado. A por ellos, que son pocos y cobardes! Pero vividores.