VALÈNCIA. “Se dice en la carta de extinción [de los contratos] que se necesitaba amortizar los puestos de trabajo de los demandantes porque desaparecía el área cultural. Pero los hechos posteriores muestran todo lo contrario”. Este es solo un extracto de la sentencia, a la que ha podido tener acceso Cultur Plaza, por la que se declara “improcedente” el despido de tres trabajadores de Las Naves, una extinción notificada el pasado mes de diciembre que se justificaba en la supuesta vinculación de dichos puestos a La Nave 3 (remunicipalizada y cerrada durante al menos un año por filtraciones), aunque los contratos eran con Las naves, y por la desaparición del área de cultura y artes escénicas. Meses después, sin embargo, la realidad constata que el centro municipal ha continuado ofreciendo de manera continuada eventos de carácter cultural, algunos de ellos nuevas ediciones de actividades realizadas con anterioridad.
De esta forma, la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) declara “improcedente” el despido de Guillermo Arazo (coordinador de la programación) y Víctor García (programador) y condena a la fundación municipal a pagar la cantidad de 13.097,70 euros y 7.218,75 euros en concepto de indemnización. Por otra parte se declara también “improcedente” el despido del también programador Calos Núñez, a quien el centro deberá readmitir como trabajador, siendo este representante sindical. Contra dicha sentencia cabe recurso, si bien, desde la concejalía de Innovación –liderada por Roberto Jaramillo (València en Comú)- afirman a este periódico desconocer el contenido de la sentencia, con lo que han optado por no hacer ninguna valoración al respecto.
En la sentencia se especifica que las actividades culturales no se llevaban a cabo exclusivamente en La Nave 3, cerrada durante al menos un año por filtraciones de agua, siendo tanto en este espacio –una vez reabierto- como en el resto del complejo que se han seguido llevando a cabo distintas actividades culturales. Entre ellas, el Internet Freedom Festival, el festival VESOS, la inauguración de Cabanyal Íntim, el festival de autoedición gráfica y sonora Tenderete, el festival de cine LGTBI Mostra la Ploma, la exposición Tintas Amigas o el Tagomago Fest. Estos eventos se han seguido celebrando en distintas partes de las instalaciones a pesar de que en noviembre de 2017 el Ayuntamiento de València oficializaba el cambio de perfil de Las Naves, aprobando en Junta de Gobierno Local la adscripción de La Nave 3 a la concejalía de Acción Cultural (María Oliver-València en Comú), quedando el resto del complejo reservado para el área de Innovación.
“No se ha cuestionado que el edificio La Nave 3 ha pasado al ámbito de gestión directa por parte del Ayuntamiento de València. Pero los contratos de trabajo de los demandantes no estaban vinculados a dicha Nave 3, más allá de la circunstancia de que durante el último año su despacho estuviera situado físicamente en la misma”, reza la sentencia. De igual forma, el texto especifica que las tareas hasta el momento realizadas por los programadores –programación anual, comunicación, presentaciones, alquiler y cesión de espacios, etc- no han desaparecido sino que han sido asumidas por otros empleados. Con todo, se considera que “no ha resultado justificada” la motivación para el despido e “improcedentes” los mismos.
La gestión de Las Naves por parte de València en Comú no solo ha resultado en un choque entre la dirección (ahora ostentada por Sonia Gadea; antes por Rafael Monterde) y los trabajadores del espacio, sino que también ha enfrentado a la formación morada con sus compañeros de gobierno. “Hay que apostar por algo y trabajar en ello, no podemos ir dando tumbos”, incidió Ferrán Gadea, secretario de Cultural del PSPV, que criticó la “falta de proyecto” de María Oliver y que hubiera “falta de transparencia” por lo que respecta al retraso en la reapertura del teatro. También Glòria Tello (Compromís), responsable del área de Cultural del Ayuntamiento (en la que se integran concejalías de Oliver y Pere Fuset) admitía durante una entrevista con este diario su preocupación por “la deriva” de Las Naves tras el goteo de salidas de las asociaciones que hasta entonces ubicaban allí su sede. El propio alcalde de València, Joan Ribó, admitió que “puede haber algún problema” en Las Naves, tras la publicación de una auditoría que señalaba fraccionamiento de contratos o subidas de sueldo y contrataciones no justificadas.