El apoyo español a la revolución norteamericana de las Trece Colonias, más conocida como la Guerra de Independencia, fue una ayuda vital y vergonzante a la vez para ambas partes, y en la que hubo mucha participación de alicantinos y valencianos
VALÈNCIA.- Esta es una historia, inconfesable para muchos, de dos posiciones antagónicas en el siglo XVIII, Estados Unidos y España. Por una parte, protestantes; por otra, católicos. Unos eran, además, revolucionarios republicanos y los otros monárquicos ilustrados, su oxímoron, que terminaron siendo aliados contra una monarquía protestante, la del Reino Unido. Ya lo dice el viejo refrán «el enemigo de mi enemigo es mi amigo»; y entre tanto enemigo, ¿qué hacían un par de valencianos de tanta importancia? Ahora se lo contamos.
Todo empezó en la Guerra de los Siete Años, una de las primeras conflagraciones mundiales, en la que España y el Reino Unido habían luchado en bandos enfrentados. En aquel conflicto, las colonias británicas en el continente americano adquirieron conciencia de su propia fuerza al conformar milicias (civiles movilizados y armados) utilizadas por el Reino Unido contra Francia en Norteamérica. Pero también adquirieron conciencia de su discriminación respecto a los ingleses de la metrópoli cuando, a partir de la finalización de este conflicto, se incrementó la presión fiscal -y de censura política- sobre esas colonias americanas para financiar los costes de sostenimiento del Imperio y de su seguridad con leyes impositivas como la Sugar Act en 1764, la Stamp Act de 1765 o las Townshend Acts de 1767 y 1768. Por otra parte, una vez alejada la amenaza militar extranjera de los franceses el clima favorecía los posibles anhelos de independencia.
Pero el fin de la guerra y el Tratado de Paz de París de 1763 trajo una desventaja estratégica para los futuros planes separatistas de las Trece Colonias, estas quedaron rodeadas por nuevos territorios incorporados a la Corona del Reino Unido, como eran Canadá, todos los territorios al este del Mississippi y la Gran Florida, Oriental y Occidental. Por lo tanto, Francia era expulsada de América del Norte, y dejaba solo al reino de España como posible aliado de los independentistas, pues había recibido de Francia la Luisiana.
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