Las Highlands (‘tierras altas’) de Escocia no son un lugar para ver sino para recorrer. Paisajes de película jalonados de historia
VALÈNCIA.- Más allá de la anodina Glasgow o la misteriosa Edimburgo, la verdadera esencia de Escocia aguarda en las Highlands. Esta continua sucesión de montañas, bosques y lagos salpicados de aldeas de casas de piedra o castillos semiderruidos suele formar parte de la imagen idealizada del país, pero no es comparable con la emoción que se siente al recorrerlos. Una de las mejores formas de hacerlo es en coche o moto a su aire durante cuatro o cinco días. La ruta sugerida discurre por lugares emblemáticos como el lago Ness, valles infinitos y pueblecitos con encanto sobre los que recientemente se ha posado el foco turístico por series como Outlander.
La localidad de Callander, en los confines del parque nacional del Loch Lomond & The Trossachs, es un preámbulo perfecto a las Highlands. Desde Callander parten algunas rutas de senderismo sencillas e interesantes como la que conduce a las cascadas Bracklinn, pero si no dispone de suficiente tiempo es conveniente continuar hacia el norte hasta Crianlarich y retroceder desde allí unos pocos kilómetros hasta Inverarnan. Por aquí pasa la West Highland Way (o ruta de las Highlands occidentales), una de las más populares del país. El exigente tramo de 11 kilómetros entre Inverarnan e Inversnaid, a orillas del lago Lomond, es una de las maravillas del senderismo en Escocia y el esfuerzo para recorrerlo siquiera parcialmente merece la pena.
De regreso a la carretera en dirección al norte el paisaje se transforma de forma abrupta para entrar de lleno en las Highlands. En pocos kilómetros se pasa del entorno boscoso del lago a un paisaje dramático, de vegetación baja y una paleta de ocres y marrones que se manifiestan en todos sus matices. Los rayos de luz al atardecer se dibujan perfectamente en el horizonte como lanzas que se cuelan entre las nubes para clavarse en el inmenso páramo de arbustos y ciénagas que forma Rannoch Moor.
En pocos minutos más de conducción, emergen alrededor los colosos de roca que forman el valle de Glencoe, una de las panorámicas más hermosas y sobrecogedoras de las tierras altas. La tentación de detener el vehículo y sacar la cámara surge tras cada curva, pero una de las mejores perspectivas del valle se obtiene desde el mirador de las Tres Hermanas. La caprichosa meteorología escocesa, con su permanente sucesión de sol, nubes y llovizna —cuando no todo a la vez— y sus continuos cambios de luz crean un ambiente casi místico, como una obra de teatro con continuos cambios de escena.
La ciudad de Fort William, algo más al norte y al final del fiordo de Linnhe, carece de interés en sí misma pero dispone de una buena oferta de alojamientos, desde hoteles a acogedores bed & breakfast, que la convierten en una conveniente base de operaciones antes de continuar el recorrido por las Highlands. Desde aquí la ruta propuesta discurre hacia la isla de Skye. Salpicada de maravillosos escenarios naturales que se encuentran entre los más emblemáticos de Escocia, se debería reservar como mínimo una jornada completa para recorrerla.
Las principales vías de acceso son el ferry que une las localidades de Mallaig y Armadale, al sur de la isla, que cubre el trayecto en menos de media hora y es posible embarcar el vehículo, y la carretera A87, que arranca a orillas del lago Ness y atraviesa gran parte de la mitad occidental del país hasta adentrarse en la isla de Skye. Si se viene de Fort William o cualquier localidad del sur, la mejor opción es entrar a la isla en ferry y salir por carretera. De camino al puerto pesquero de Mallaig conviene realizar un breve alto en el camino en el centro de visitantes de Glenfinnan para una cita doble con el cine y la historia. Por un lado, desde aquí se obtiene una perspectiva inmejorable del viaducto de la West Highland Line, uno de los más bellos trayectos de tren del mundo y famoso por aparecer en varias entregas de Harry Potter al paso del Hogwarts Express. Desde allí también se observa, en la cabecera del lago Shiel, el monumento erigido en 1815 en honor a los jacobitas que lucharon y murieron en la causa por restaurar en el trono de Gran Bretaña e Irlanda al príncipe Carlos Eduardo Estuardo.
Desde Armadale, puerto de llegada a Skye, es necesario conducir algo más de una hora en dirección al norte de la isla para ir descubriendo maravillas como los saltos de agua de Kilt Rock, en los radicales acantilados de la fachada noreste, o ascender la montaña de Stor, cuya cima a menudo aparece oculta por la niebla. Una vez se atraviesa el puente de Skye y la isla queda atrás, la ruta pasa junto al que, para muchos, es el más romántico de Escocia: el de Eilean Donan. La fortaleza, extraordinariamente bien conservada, se erige sobre una pequeña isla a orillas de un lago unida a tierra por un puente de arco. El conjunto es uno de los iconos más reconocibles del país.
"Su caprichosa meteorología, con su permanente sucesión de sol, nubes y llovizna y sus continuos cambios de luz, crea un ambiente casi místico"
El itinerario continúa por la A87 en dirección al este, donde tras varios minutos de conducción se alcanza el mítico lago Ness. En este momento puede optar por seguir hacia el norte hasta la tranquila ciudad de Inverness o por fijar su base en Fort Augustus, una de las principales ciudades a orillas del lago. Desde cualquiera de las dos tendrá fácil acceso al corazón de las Highlands, donde es habitual encontrarse con grupos de senderistas o ciclistas aunque el clima no acompañe.
El clásico desayuno escocés —bacon, huevos, salchichas, alubias, tomate y champiñones— garantiza energía suficiente para realizar estas actividades. La reserva natural de Glen Affric, perfecto ejemplo de bosque clásico, es ideal para ello. Aquí se conserva una de los mayores concentraciones de los pinos caledonios que hace miles de años cubrían gran parte del territorio escocés. Varios senderos bien señalizados de distinta longitud y dificultad surcan el bosque y permiten explorar con comodidad sus suaves colinas, lagos y cascadas.
Desde Inverness, la autovía A9 en dirección a Perth discurre por el parque nacional de Cairngorms, en la mitad oriental de las Highlands. El paisaje que rodea localidades como Pitlochry o Aberfeldy se asemeja más a la imagen estereotipada que a menudo se tiene antes de viajar al país, dominado por verdes praderas salpicadas de granjas y ovejas peludas. Cualquiera de ellas es una parada perfecta en plena transición entre el dramatismo de los paisajes del norte y las llanuras del sur. Antes de decir definitivamente adiós a las tierras altas aquí podrá realizar actividades de aventura o visitar destilerías como la de Dewar’s en Aberfeldy para conocer los secretos de la elaboración de otra de las joyas escocesas: el whisky.
*Este artículo se publicó originalmente en el número 31 de la revista Plaza
Madrid como capricho y necesidad. Me siento hijo adoptivo de la capital, donde pasé los mejores años de mi vida. Se lo agradezco visitándola cada cierto tiempo, y paseando por sus calles entre recuerdos y olvidos.