VALÈNCIA. La Vall d´Albaida constituye el epítome de las comarcas de interior: muchos pequeños municipios y poca población. En conjunto, apenas llega a 90.000 habitantes en una extensión de 34 términos municipales, con uno, Ontinyent, que aglutina alrededor de un 40% del total del censo comarcal (35.000 residentes), y dos (Sempere y Carrícola) que no llegan al centenar de vecinos. En medio, una veintena por debajo del millar.
Con una superficie de unos 720 kilómetros y una densidad de 120 habitantes por cada 1.000 metros (en las antípodas, por ejemplo, de la saturación de Mislata, con más de 20.000 por kilómetro) experimenta una fragmentación residencial que se traslada a la vida política.
PSPV, PP y Compromís se han disputado tradicionalmente las alcaldías, aunque desde 2019 se sumó un nuevo y potente actor: Ens Uneix, que no solamente tiene mayoría absoluta en la capital, sino que mantiene la misma hegemonía en otras poblaciones como El Palomar, Benicolet o Bufali. En total, cuenta con más de una treintena de ediles en la Vall d´Albaida.
A estas cuatro formaciones se les suman grupos exclusivamente locales, como los que gobiernan Montixelvo (584 habitantes) o Terrateig (280). En este contexto de diseminación no resultan extraños los pactos que podrían considerarse anómalos en otras poblaciones por la ideología de los partidos que las componen. La idiosincrasia local y las afinidades o animadversiones personales se anteponen.
Albaida, con la moción de censura, rubricada por seis concejales del PP y dos que integraban la lista del PSPV, contra el alcalde de Compromís, al que apoyan cuatro ediles, y con el tercer concejal socialista que ha quedado en tierra de nadie, supone quizás el paradigma.
En la población que da apellido a la comarca y que es su tercera en censo (tras Ontinyent y L´Olleria) lindando los 6.000 moradores, la candidatura socialista se hizo trizas desde prácticamente la jornada siguiente a las elecciones del 28 de mayo. Su candidato, Josep Penadès, renunció a su acta dos días después de tomar posesión.
Ni la cuarta ni el quinto de la candidatura quisieron reemplazarle y cedieron paso. Al final quedaron el segundo, la tercera y el sexto. Los tres abandonaron el equipo de gobierno en octubre tras enzarzarse en una discusión que se ha agravado con el tiempo con Compromís, que dirige, por medio de Alejandro Quilis, la alcaldía.
Lo hará, salvo imprevistos, hasta el 2 de enero, ya que ese día se celebrará la moción de censura suscrita precisamente por los aludidos tercera (Cristina Vila) y sexto (Pau Sempere) de ese elenco socialista. David Palací, el portavoz, quien lideró la ruptura con Compromís, ha quedado desubicado. Respaldar la moción suponía la expulsión del PSPV. Ha preferido no llegar hasta ese extremo.
Como ya anticipó Valencia Plaza, la caída de Quilis tendrá un doble efecto, puesto que también preside la Mancomunitat de la Vall d´Albaida. Si deja de ser alcalde casi seguro –salvo que el PP le vote, una circunstancia muy improbable- perderá su plaza como delegado mancomunal. Cada población cuenta con dos. Una suele corresponder al primer edil y otra, a alguien de su partido o socio de gobierno. Ese hecho futurible alargará la crisis de la Mancomunitat, que lleva tres meses sin equipo directivo más allá de su presidente al no haber alcanzado un acuerdo para configurarlo.
O la resolverá, porque ahora la suma de PP y Ens Uneix rebasará los 35 votos de la mayoría absoluta y propiciará que posiblemente el alcalde de Pinet (160 habitantes), Gonzalo Pinet, alcance la presidencia.
Ens Uneix no logró, pese a superar los 150 votos, representación en Albaida. No obstante, existen nexos que van más allá de los políticos, como ya se ha referido antes. En este caso, desde el PSPV apuntan a la relación familiar –primos- entre Jordi Vila, secretario de organización de la formación que lidera el alcalde de Ontinyent y asesor en la corporación provincial de su diputada, Natalia Enguix, y Cristina Vila, concejal que se ha marchado del grupo socialista para firmar la moción de censura en Albaida.
Esta última actuación, como se ha relatado, supondrá que el PP gobierne la tercera localidad de la comarca y que la suma con Ens Uneix les otorgue mayoría absoluta en la Mancomunitat. Sería una réplica del pacto que ya funciona en la Diputación provincial. “Se trata de una operación para desestabilizar al PSPV, debilitar a Compromís, favorecer al PP y para que crezca Ens Uneix en un municipio como Albaida. Los dos tránsfugas acabarán en este último partido”, sentencian desde la dirección socialista.
El PSPV, en cambio, prefiere no pactar con su socio habitual compromisario en Atzeneta d´Albaida (1.170 pobladores). En esta localidad, conocida en los últimos años por la pujanza de su equipo de fútbol, el alcalde es Tomás Calatayud con una minoría de cuatro frente a cinco. El primer número corresponde a los ediles locales de Compromís; el segundo, a la suma de los tres de Ens Uneix, al del PP y a la del PSPV. Esta última podría dar la mayoría a Calatayud. No obstante, ni lo ha hecho ni previsiblemente lo hará.
Se trata de Carmelina Pla, directora general en el gobierno de Puig y que se presentó en mayo con la intención de relevar al histórico alcalde de su partido José Descals, con 16 años de vara de mando. Se estrelló. El PSPV pasó de cuatro a un edil. Ens Uneix entró con tres. Precisamente Compromís aprovechó la ausencia de Pla en un pleno reciente para aprobar una subida de impuestos.
Pese a que la relación entre socialistas y compromisarios resulta tensa, desde la primera formación descartan una moción de censura como la de Albaida. “La dinámica es diferente. Nos vamos a mantener en la oposición negociando lo que haga falta”, indican.
Esa distancia también parece insuperable en Quatretonda (2.200 habitantes), donde, después de 12 años de gobiernos PSPV-Compromís, las desavenencias entre las dos formaciones han propiciado que, pese a sumar juntas más concejales (siete), gobierne el PP, con Justo Oltra al frente, que se convirtió en la lista más votada aunque empató a cuatro con Compromís. Ninguno de los partidos implicados contempla variaciones en los próximos meses.
Mientras, en Font de la Figuera, limítrofe con la Vall d´Albaida aunque enclavada en la Costera, el popular Elio Cabanes ganó las elecciones aunque el PSPV le igualó en concejales: cuatro a cuatro. En esta coyuntura apostó por un gobierno de concentración que englobara a todos los partidos, incluida la formación local Per la Font y Compromís, que se quedó en dos concejales pese a tener la alcaldía en 2019. El exalcalde de esta fomación no pudo lograr el respaldo socialista que sí tuvo en el pasado.
Las relaciones personales –para bien o para mal-, la fragmentación del voto o la multiplicación de partidos aumentan la complejidad política de la Vall d´Albaida, una comarca montañosa, sureña, de interior, con unas raíces propias y sentidas que determinan su día a día.