VALÈNCIA. Mudarse a grandes ciudades en busca de nuevas oportunidades se ha convertido en una práctica habitual, sobre todo entre la gente joven, un hecho que acelera la despoblación y amenaza el entorno rural. La ilusión por descubrir horizontes desconocidos con todos los servicios y modernidades al alcance opaca otras realidades igual de válidas que en ocasiones son difíciles de contemplar, pero que merece la pena conocer.
Así, aquellas personas que deciden permanecer en pueblos de interior representan la otra cara de la moneda. La población que reside en Carrícola, Sempere y La Puebla de San Miguel es un ejemplo de ello, pues estos tres municipios comparten una peculiaridad: ninguno de ellos llega a los 100 habitantes.
Esta condición les ha permitido ser los únicos integrantes de la provincia de València de la Ruta 99, un itinerario impulsado por la Generalitat Valenciana que busca dar a conocer tesoros despoblados del territorio. El trayecto enlaza un total de 24 localidades de la Comunitat con menos de 100 habitantes y puede realizarse en moto, bicicleta o a pie. Se trata de una ruta 66 a la valenciana que también combina el estilo del Camino de Santiago, ya que cuenta con una credencial para sellar en cada destino.
De esta manera, el recorrido promociona el atractivo de los pueblos pequeños al resto del país. Aunque muchas veces estas opciones son escogidas como escapadas para desconectar de la rutina, hay quienes habitan en ellas durante todo el año y defienden su estilo de vida con firmeza, asegurando que las ventajas ganan a los inconvenientes. ¿Pero cómo es realmente vivir en dichos lugares?
Sempere, en la comarca de la Vall d'Albaida, tiene 30 habitantes empadronados, aunque realmente tan solo hay unos 15 o 20 vecinos de forma habitual. En los últimos cuatro años la cifra se ha mantenido estable, algo que hace crecer el optimismo teniendo en cuenta que sobreviven gracias a subvenciones de la Diputación y el gobierno autonómico, puesto que su presupuesto anual es de 38.000 euros.
Sus servicios son limitados: un panadero que va todos los días, médico una vez a la semana y farmacia dos veces por semana. Para otras cuestiones, deben desplazarse en coche a localidades cercanas, como Olleria, Xàtiva o Alfarrasí.
Aún así, la alcaldesa de Sempere, María Dolores Ortolà, lo tiene claro: "Esta es mi casa y es mi pueblo, si me sacan fuera quiero volver. Sales a la calle y respiras aire puro, ves la luz del día, los pájaros, el agua del embalse, el silencio… es algo diferente y no estás enjaulado en un piso. Hay mucha tranquilidad y vivir aquí es calidad de vida; nos conocemos todos". Además, señala que no están aislados, ya que su proximidad a Alfarrasí y Xàtiva permite a la ciudadanía acceder a otros servicios o aplicar a mayor variedad de puestos de trabajo.
Tal y como afirma la alcaldesa, la ruta 99 ha atraído a viajeros, pero todavía se necesita potenciar más el turismo. Entre las iniciativas organizadas por el consistorio, destacan las visitas al embalse de Bellús, una reciente exposición de pintura y se plantea la creación de un festival. "La gente de grandes capitales no conoce estos pueblos y por eso no viene, hay que dar visibilidad. Esto puede ser un diamante en bruto", declara. Asimismo, para conseguir residentes definitivos, se está llevando a cabo la compra de casas antiguas con el objetivo de reformarlas y crear vivienda social en alquiler.
Una situación similar es la de Carrícola. Este municipio de la Vall d'Albaida ronda ahora los 99 habitantes, quedando así en el límite. Según describe el alcalde, Pedro Altabert, vivir en Carrícola es todo un "privilegio" debido a su localización, en la Umbría de la Sierra de Benicadell. Es una zona agrícola con paisaje de montaña y campo, óptima para disfrutar de la naturaleza.
Cuentan con un pequeño ambulatorio donde un día a la semana un médico y una enfermera pasan consulta, mientras que en caso de urgencia hay que acudir a Atzeneta, a dos kilómetros. A este mismo municipio se desplaza el alumnado de Educación Primaria pese a que de momento no está habilitado el servicio de autobús, al contrario que en la ESO y Bachiller, donde los estudiantes sí disponen del medio de transporte.
"Somos un pequeño pueblo y cuesta que te reconozcan. Viene gente de la ruta a que les cuñen el pasaporte y el turismo beneficia", afirma Pedro Altabert. Entre los elementos más significativos, destaca el castillo y su patrimonio de época islámica, así como su tradición de agricultura ecológica desde los años 80, basada en la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente. Además, han impulsado un proyecto artístico de escultura al aire libre adaptado a los espacios naturales, fomentando así la creatividad y el desarrollo cultural.
El alcalde detalla que la posibilidad de teletrabajar —una actividad que ganó peso en la pandemia— ha motivado la mudanza de algunas familias a Carrícola. Al igual que en Sempere, es fundamental conseguir estancias a largo plazo: "Tenemos un problema de vivienda. Trabajamos en proyectos de vivienda social para habilitar casas y que puedan venir familias con gente joven, queremos que la pirámide de población se mantenga en un perfil medio, que no envejezca y que puedan venir niños y niñas a dar vida al pueblo", explica.
Traspasando las fronteras de la Vall d'Albaida y adentrándonos en El Rincón de Ademuz encontramos La Puebla de San Miguel. Pertenece a la comarca que menos densidad de población tiene de toda la Comunitat Valenciana, en los últimos años ha perdido el 9,4% de población y sumando el conjunto de las siete localidades que la conforman solo llega a 2.189 habitantes, 60 de los cuales residen en La Puebla de San Miguel.
Preguntada por Valencia Plaza, la alcaldesa, Eva María Azcutia, ha optado por no participar en el reportaje ni explicar la situación del municipio. Según informa la Generalitat, está enclavado en las estribaciones de la Sierra de Javalambre y en él se encuentra el pico más alto de la Comunitat, denominado Alto de las Barracas o Cerro Calderón (1.839 m.). Asimismo, es conocido por el Parque Natural de la Puebla de San Miguel y su paraje de Las Blancas con una extensión de 6.300 hectáreas.
Así pues, los tres destinos brindan la oportunidad de realizar una ruta original a la vez que se posicionan como alternativas a los núcleos urbanos. Unos lugares para reconectar con el entorno rural, atraer la calma y adoptar un modo de vida diferente, alejado del bullicio y ajetreo de la ciudad.