Aquel jueves del 11 de marzo de 2004 escuchaba, bajo el agua de la ducha, en mi casa de Morella, la imponente voz de Iñaki Gabilondo interrumpiendo la programación de Hoy por Hoy para informar precipitadamente sobre una fuerte explosión en Atocha, en los trenes de cercanías. Era antes de las 8 de la mañana, a partir de ese instante se sucedieron otras explosiones. Aquellos momentos, de un día como el de hoy, paralizaron este país.
Mi primera reacción fue localizar a mi hermana, que cada día viajaba en cercanías a Atocha, desde Torrelodones, para acudir a su trabajo. La franja horaria era la misma que ella utilizaba. Había colapso de telefonía móvil, pasaron casi cuarenta minutos hasta que mi hermana pudo contestar la llamada. En ese tiempo la angustia y el nerviosismo dejaron la boca seca a miles de personas que intentábamos contactar con nuestros seres queridos.
Han pasado veinte años y todavía nos seguimos preguntando por qué aquel gobierno presidido por José María Aznar fue capaz de mentirnos, de maniobrar, y construir una realidad que no coincidía con la verdad, con la autoría yihadista del peor atentado terrorista que ha sufrido España. 192 personas muertas y cerca de 2.000 personas heridas.
Recuerdo aquella declaración institucional del portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana, improvisada en la Agencia Efe, en la que este personaje contó a un país aterrorizado que ETA era la banda autora de los atentados, sin inmutarse. Recuerdo, también, a otro personaje, Ángel Acebes, ministro de Interior, haciendo declaraciones con un rostro que se iba enrojeciendo, mostrando infinitas gotas de sudor… era la imagen de la mentira. Han pasado 20 años y Aznar aún no ha rectificado ni pedido perdón.
Cuando un presidente del Gobierno llama a los directores de los principales medios nacionales de comunicación para decirles qué es ETA quién ha provocado el grave atentado de Atocha…. Se genera el máximo caos. Porque, el buen periodismo y su fuentes de información ya tenían datos de las Fuerzas de Seguridad del Estado que aseguraban todo lo contrario. Y no fueron medios progresistas, también contrastaron la información los medios conservadores, excepto un periódico que siguió difundiendo la autoría de ETA.
No entiendo cómo Aznar y sus compañeros de viaje institucional pueden vivir hoy con esa carga sobre sus conciencias, cómo Aznar puede seguir riéndose como se ríe, seguir moviendo los tentáculos del PP, cómo puede decir las barbaridades qué dice, mientras que él ha pasado a la historia como el presidente de Gobierno que mintió y puso en riesgo la vida de un país. Porque salimos masivamente a las calles y, en esos momentos, el gobierno mantenía la autoría de ETA, pero, en aquellas manifestaciones ya comenzó a conocerse la verdad. Éramos cientos de miles de personas ocupando las calles, siendo el blanco perfecto de otros posibles atentados yihadistas.
Las mentiras del Partido Popular, además, tenían el claro objetivo de ganar las elecciones generales que se celebraron el 14, tres días después de los graves atentados. Nos seguimos preguntando, todavía, que si fueron capaces de montar aquella miserable gran mentira para mantenerse en el poder, ¿qué más son capaces de hacer para alcanzar ese poder? Tremendo. Es el mismo PP que gobierna hoy ayuntamientos y comunidades autónomas, junto a su ultraderecha.
El dolor y la indignación bloquearon un país que acudió masivamente a la cita electoral de aquel marzo de 2004. José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido presidente del Gobierno. Con el paso del tiempo este gobierno socialista logró, entre otras metas, terminar con ETA, conquistar numerosos derechos sociales e intentar construir el diálogo entre Occidente y los países árabes. Aquella Alianza de las Civilizaciones, que tanto criticó el PP, era una apuesta esperanzadora de lucha por la paz en el Mediterráneo.
Ayer, mientras escribía este artículo, el silencio matinal acompañó mi total cabreo al contar lo que pasó aquel 11M. Primer día de Magdalena que amaneció sin pólvora, sin masclets ni los tortuosos tró de bac. Una sensación extraña, muy agradable. Pancho sigue dopado, recorriendo el largo pasillo a bandazos, de pared a pared, y mirándome con esos ojos vidriosos que deben provocarle los calmantes. Hoy acaba todo para él. Regresamos a la normalidad.
Se ha acabado Magdalena, en tiempo de Fallas, y el Magdalena Vitol de anoche ya ha abierto la puerta a la edición festera del próximo año. Uno de los mejores días de estas fiestas lo viví el pasado martes, con mis tres nietos en la Feria. Porque no hay fiestas si no vas con tus pequeños a la feria. A pesar de que los precios de las atracciones se han disparado, ese ambiente ferial, esas paradas de churros, de algodón de azúcar, las manzanas caramelizadas, la pesca de patitos o el disparo a globos para conseguir un peluche, mantienen esa magia que vivimos en la infancia, cuando un padre te llevaba en San Isidro a la feria, en la pradera, cuando luego íbamos tres hermanos y cuando, en todas las ocasiones subíamos al Tren de la Bruja. Y cuando hacíamos doblete en la Feria de Julio de València gritando cómo locas en esos vagones de la infancia.
He mantenido esa tradición con mis dos hijos, a los que he acompañado en esa atracción hasta que se hicieron adolescentes. Ahora lo hago con mis nietos, mis tres pequeños tesoros. Aimar, Biel y Quim. La vuelta del pequeño tren, con su lado oscuro, es maravillosa, aunque tengo que decir que cada vez son más estrechos los vagones… ironías de la edad. Aimar ya experimentó el año pasado. Le dije que en los trenes de la bruja solo pegan con la escoba a las madres y a las abuelas… Por eso mi nieto mayor se puso a mi lado para protegerme y defenderme, diciendo a su primo Biel que estuviera tranquilo, que solo tocarían a la iaia y a las madres.
Ayer volví a comer con mi vecina, como casi todos los domingos. Comimos para despedir las Fiestas de la Magdalena y celebrar que ya no tengo muela dolorida tras descubrir a unas dentistas estupendas, porque Peris-Meneu me devolvieron a la vida acabando con los ramalazos de dolor insoportables. Carmen cocinó una Olleta de la Plana, el día lo pedía a gritos con el refresco que estamos viviendo de las temperaturas. El segundo plato, siguiendo los consejos de mi amiga Xus, porque tenemos que comer mucho mango, cociné un lomo de cerdo con cebolla, con este fruto y con vino blanco. Un manjar. Para el postre comenté con Carmen que mi querida Pilar Dolz, morellana pintora y galerista, me preguntó -tras el último artículo- sobre les figues albardades. Mi vecina las hizo el sábado. Llevamos todo el fin de semana saboreando estos dulces maravillosos. Nos hicimos un auténtico y merecido homenaje de sabores y de emociones. Brindamos por la vida, por todas las vidas.
Buen lunes. Buena semana. Buena suerte.