Hay debates en los que puedes tener razón, pero lo pierdes por no saber plantearlo. Y hay otros en los que teniendo menos razón, los pueden ganar. Hay que reconocer que en eso, los partidos de derecha suelen ser más hábiles. Otra cosa es que tengan razón. O que la pierdan con el tiempo. Me refiero a los debates entorno a los sectores económicos relacionados con el ocio y las compras. Hace unas semanas, la vicepresidenta Yolanda Díaz lanzó la idea de que los bares y restaurantes deberían cerrar como tarde hasta la una de la madrugada, como en el resto de Europa. Y como era de esperar, el Madrid mediático, el PP y Vox y los sectores afectados, como son los empresarios de la restauración, se le han echado encima.
Me atrevo a decir -con riesgo de ser criticado- que Yolanda Díaz lleva razón en el fondo final, pero ha planteado mal el debate. La restauración, como en su día pasó con los centros comerciales, necesita un punto de encuentro en el que todos los agentes implicados -trabajadores y empresarios- estén todos cómodos, a gusto y a ser posible motivados. De lo contrario, pasará -como ya pasa- con otras profesiones: tendrán dificultades para encontrar mano de obra preparada y deberán echar mano de la inmigración (y si la encuentran). Y vienen los desajustes.
Pero ese encuentro, hay que fomentarlo, negociarlo y hacer que las dos partes estén, como mínimo, muy próximas. Y estar de acuerdo significa que tanto las condiciones de trabajo como sueldos sean atractivas y se puedan pagar. ¿Quel el bar o restaurante hay días que tiene más trabajo y debe estirar su jornada? No creo que haya nadie en contra, siempre que se ajuste a su actividad. Y si tiene que pagar horas extra, pues las deberá pagar. Y si tiene que tener un doble turno de trabajadores, pues deberá tenerlo. ¿Qué no salen los números? Pues entonces será que el negocio no es viable.
Posiblemente, la tabla rasa y generalizada no valga para los restaurantes y bares. Quizás el punto de encuentro esté en la flexibilidad de jornadas más limitadas entre semana y algo más largas en fin de semana, con o sin doble turno, según el caso. Y tampoco vale el modelo de Benidorm para Zamora o viceversa.
Pero con horario y sin horario -que ya existe y queda fijado en la licencia de apertura-, si los empresarios no quieren tener problemas de mano de obra, pues deberán ofrecer algo más que sueldos atractivos, como ya hacen otro tipo de negocios. También deberán jugar con los sueldos emocionales: jornadas más delimitadas, compensaciones o días de libranza. No creo que esté inventando nada. Pero desde luego, si su negocio no es sostenible, difícilmente podrá hacerlo. Y si echan un ojo a las generaciones que vienen por delante, no tendrán más remedio que aplicarse: los jóvenes quieren las condiciones y los horarios claras desde el minuto uno.
Al final, un negocio, una actividad y un sector económico es atractivo por varias razones: sueldo, condiciones, dificultad de acceso y lugar en el que se desarrolla. Y esa fórmula vale para todo. Pero si no hay sostenibilidad del negocio, ni hay buenos sueldos, ni condiciones, y no estás donde debes estar. ¿Cuál es el error de Yolanda Díaz? Plantearlo como una regla maximalista, sin convencer a unos -empresarios- ni motivar a otros -trabajadores-.
En la Comunitat Valenciana existen casos de éxito de acuerdos que han permitido la paz: ahí está el pacto de las aperturas de centros comerciales en festivos. A nivel nacional, está la legislación antitabaco en espacios públicos. Ambas gozan de amplios consensos. ¿Qué se puede conseguir más? Claro que sí. ¿Tiene lógica que algunos comercios abran entre semana hasta las 22 horas ante la pujanza del comercio online? Ahí hay un amplio campo para lograr medidas de conciliación laboral y lograr que determinados establecimientos hagan más atractivos sus puestos de trabajo y oferten mejores condiciones.
En unos casos, se necesitan grandes acuerdos para lograr medidas de conciliación. En otros, será el propio mercado y las tendencias quién las pondrá. Sólo hay que ver cómo funciona Europa para saber lo qué vendrá en un futuro no muy tardío. Y sobre todo las nuevas generaciones, que una cosa sí que parecen que tienen clara: no quieren trabajos con peores condiciones que las que han vivido en casa con sus progenitores. Otra cosa es que puedan. Salvando las distancias, los pasos en la concialiación y los horarios los va a marcar la sostenibilidad de la propia actividad. El handicap es que se lleva por delante a los pequeños y salva a los que ofrecen valor añadido. Sólo hay que ver los bares que quedan en los barrios y los que hay. Quén subsiste, cómo lo hace y en qué condiciones. No debería ser así, pero si no hay consenso, la tabla rasa para todos tampoco vale. Solo en contada ocasiones. Casi todo tiene escala de colores, excepto lo que no es viable.
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