Arte y fotografía

CON 'WICKED TALES'

Entre el trauma y la nostalgia: Paula Rello pinta los “cuentos para no dormir”

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VALÈNCIA. Uno de los grandes objetivos de cualquier niño al visitar Disneyland era llenar el libro de firmas de los autógrafos de sus personajes favoritos. Completar esa libretita de colores y llena de purpurina de las firmas de grandes famosos del parque como Mickey Mouse, Winnie the Pooh y hasta la mismísima Blancanieves. 

Para conseguirlo había que pedirles permiso a esas celebridades que paseaban entre atracciones con una sonrisa siempre puesta en su disfraz y que practicaban su firma hasta la saciedad para hacérsela perfecta a todos los fans. La realidad es que tras lo que parecía un famoso que salía directo de las películas de Walt Disney, solo había un adulto con un disfraz de cuerpo entero, una decepción que nunca quedaría al descubierto en el parque, pero que se convierte en vox populi al cumplir los siete años. 

 

De esta experiencia, y de otras muchas que rompen con el recuerdo del niño interior, la artista Paula Rello reflexiona a través del arte en Wicked Tales, una muestra que se puede visitar en la Sala de Exposiciones Manuela Ballester de la Facultat de Ciències Socials de la Universitat de València hasta el próximo 13 de septiembre. En esta, tal y como reza el dosier de la exposición, reflexiona sobre los primeros años de vida, que son cruciales para forjar el carácter de una persona, porque “las vivencias infantiles no solo nos moldean, sino que nos acompañan hasta la edad adulta”. 

 

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Lo hace desde “la aparente inocencia de la infancia se transforma en el velo de una sátira mordaz. Iconos entrañables de la fantasía infantil -esos pilares de un mundo despreocupado- se yuxtaponen con criaturas de pesadilla interna: lobos astutos y ratones susurrantes que encarnan los miedos, las ansiedades y esas voces ocultas que, a menudo, nos impulsan hacia lo prohibido”. 

 

En Wicked Tales dibuja a grandes iconos de su infancia, y la de todos los niños de los 2000, para aprender cómo crece y evoluciona su niña interior dentro de su cuerpo y en su propio arte: “La muestra nace como la contraposición de los iconos joviales de la infancia. Reflexiono sobre ello a través de la psicología y en cómo se aborda cómo afectan las vivencias que tenemos en la infancia a la persona que seremos en el futuro”.

 

Entre sus cuadros, el famosísimo Mickey Mouse -un adulto con disfraz de ratón- se da la mano con los adorables perritos del videojuego Nintendogs y con un Peter Pan que sobrevuela una fiesta. Lo hace pensando precisamente en la dicotomía de los dos mundos: el adulto y el infantil y las metáforas que hay entre ambos mundos. “Me interesa mezclar las imágenes de los niños con otras más modernas, me interesa la conversación que se genera entre imágenes que parecen contrapuestas en un momento en el que yo misma estoy en transición”.

 

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Aferrándose a la infancia a través del arte, aunque debe abandonarla como adulta, Rello pinta y habla sobre un universo en el que se encuentra a sí misma y donde los colores y las formas le ayudan a unir mundos que se separan con los pasos de los años: “Siento que estamos intentando evolucionar y ser adultos haciendo cosas que nos tocan como salir de fiesta mientras a veces preferiríamos quedarnos jugando al Nintendogs”. Una narrativa que casa perfectamente con la reciente popularidad de juguetes como los Labubus -una suerte de peluches que funcionan como llavero- o del nuevo éxito de videojuegos clásicos como el Animal Crossing o el Mario Kart, que cuentan con sus versiones renovadas para consolas como la Nintendo Switch.

 

“Creo que están volviendo los coleccionables y los juegos porque nos aferramos al recuerdo de nuestra niñez y porque ahí puede estar nuestra zona de confort. Necesitamos tener el control sobre algo mientras nuestra generación no puede permitirse independizarse o encontrar su propio camino”, destaca la artista, quien cita la novela Feria de Ana Iris Simó en la que se habla sobre cómo quienes no pueden hacer lo que hicieron sus padres a su edad “decoran su propia jaula para abrazar la infancia como espacio de confort”. 

 

Un pensamiento que le lleva, de alguna manera, a reconciliarse con su niña interior a través de esta muestra, con la que poniendo sus sentimientos a la luz conecta con las historias de los espectadores que alguna vez, como ella, fueron niños.

 

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