VALÈNCIA.-En 1966, Humberto Armas Cruz, emprendedor canario afincado en Alemania, decidió importar a España, de la mano del ingeniero alemán Bruno Rixen, una modalidad de esquí náutico con la que no hacía falta la tracción de una lancha rápida y en la que podían esquiar sobre el agua diez personas a la vez. Se trataba del invento alemán cable ski, un circuito de mil metros franqueado por cuatro torres clavadas en el agua y un cable que las unía a unos cinco metros de altura del agua. Lo alimentaba un motor Mercedes Benz de gasoil totalmente insonorizado y era operado por una persona, el ya mítico Juan Jiménez, que daba salidas y llegadas a los esquiadores. Así nació el primer cable ski del mundo y estaba en aguas de Benidorm.
Era la época del alcalde Pedro Zaragoza, el que convenció a Franco de que el bikini era muy bueno para las poblaciones costeras de España, el que comenzó a aprovechar la mayor especulación de terrenos de la historia y el promotor que supo convertir un pueblo de pescadores en una ciudad cosmopolita, donde las minifaldas, las melenas, los coches deportivos, las discotecas… comenzaron a ser habituales.
Humberto Armas estuvo valorando varios lugares para colocar su cable ski. Uno de ellos fue la Cala de Finestrat, pero los vientos y la meteorología sumaron más puntos para colocarlo en el ya mítico Rincón de Loix, en la playa de Levante, frente a los legendarios hoteles Nadal y Brisa. Un rincón en el que sobre sus dunas se han construido los edificios más lujosos y caros del mundo, y donde se ubicaba El Dátil, un bar de pescadores muy popular, o La Almadraba, un beach club al uso de la época.