VALÈNCIA. "La Marina de València va a ser un éxito total de la ciudad, a pesar de la parte pública". Así de duras suenan las palabras de Fernando Ibáñez, cofundador de Biohub -espacio de referencia en la dársena de empresas biotecnológicas- junto a Ángela Pérez, vicepresidenta de la compañía de análisis genético Health in code. Los empresarios, que van por los 5,3 millones de inversión en el espacio, no entienden la falta de apoyo público para impulsar este tipo de proyectos, que revierten en la sociedad.
"Cuando me comunicaron esta propuesta, era la antigua base de la Copa América, la francesa, y probablemente era la más ruinosa de todas las que quedaban en pie", recuerda Ángela Pérez. "Esto tenía que tener laboratorios de biotecnología, todo blanquito e impoluto. Y después de mucho tiempo, lo hemos conseguido, pero ha costado", recuerda. "Políticamente, esto ha tenido muchos problemas, no nos lo han puesto nada fácil. No diría que no nos lo han facilitado, sino que nos han obstaculizado tener el proyecto de una forma sencilla", lamenta.
La Rey Premio Jaime I de Emprendimiento señala la importancia del proyecto dentro de València para representa lo que realmente supone este sector en la autonomía. "La Comunidad Valenciana tiene un polo de desarrollo en diagnóstico genético y es una tierra muy fecunda en biotecnología. Tener un sitio en el espacio más singular de la ciudad donde tú puedas hacer este tipo de congresos y atraer a empresas farmacéuticas, congresos internacionales y talento es clave", señala. "Atraer inversión y talento, necesario para montar una empresa biotecnológica".
Y así define a Biohub, un lugar donde se encuentran tanto los inversores, a los que esperan inyectar una sensibilidad mayor y un apetito por entrar en proyectos tecnológicos y emprendedores, como las empresas que salen de las universidades. El espacio cuenta con más de 5.000 metros cuadrados de espacio, de los que 1.400 ocupa Health in Code. "El Biohub es un centro comercial donde Health in code podría ser Zara, pero no ocupa más espacio. Ocupa un 29% y hay 15 compañías más que en algunos casos tienen sus delegaciones comerciales donde recibir a clientes o proveedores estratégicos. Además, cuenta con espacio de coworking para que profesionales puedan acudir a trabajar.
Pérez insiste en la importancia de la biotecnología en la región. "Está muy bien posicionada, detrás de Madrid y Barcelona. Pero, por ejemplo, a nivel de diagnóstico genético, en la Comunitat Valenciana, se hace el 30% del diagnóstico genético de toda España. Es una actividad muy específica, pero cada vez va a más este tipo de diagnóstico, por ejemplo", explica. "Gracias a determinados emprendedores que han ido multiemprendiendo con nuevos negocios, como Carlos Simón o Manuel Pérez Alonso, personas emprendedoras que han ido dejando su impronta, genera un territorio rico en un determinado sector. Y eso es lo que buscamos en València, ir profundizando y, que cada vez, el impulso de una empresa atraiga en cadena a otras empresas", recalca.
Ante la falta de entendimiento con el Consorcio València 2007 -gestores de la Marina de València-, en liquidación, fueron los primeros en pedir estar bajo la tutela del Puerto de València. "Al principio,nos ocurrió que la autoridad Portuaria tiene unas leyes específicas que tiene más que ver con puertos y no habían contemplado un cinturón de innovación, o unos espacios como estos que tenemos", recuerda. "Se han adaptado bien, y la comunicación con la Autoridad Portuaria ha sido fluida".
Aunque reconoce que todavía hay cosas por resolver, lo que lamenta es que la gestión de la zona es algo que supera a todos los proyectos de innovación instalados en el perímetro de la Marina de València. "No hay un plan rector en el que las fuerzas políticas y la ciudad se pongan de acuerdo y haya una financiación para desarrollarlo. Son todo iniciativas puntuales, individuales, casi siempre privadas. El sector público si se apoya en alguna de estas iniciativas lo hace de forma muy superficial, a veces muy forzada,", lamenta.
"Al final somos iniciativas privadas que hemos hecho lo que nos han dejado y lo que hemos podido. Y cada una en diferentes tiempos, por lo que se echa de menos más coordinación. Si bien las entidades públicas no lo han tenido, lo hemos compensado las entidades privadas poniéndonos de acuerdo entre nosotros y haciendo un frente común en las cosas más graves", reconoce. Entre éstas, que algunas calles no tengan nombre o la seguridad. "Ahora nos cobran el parking y ni lo han pintado. Estamos ahí con la calle pintada de la Fórmula 1 y nos están cobrando un parking lleno de socavones", lamenta.
"Estamos en un lugar que ha cambiado de dueño varias veces con nosotros dentro y todavía no sabemos cuál es el plan que tiene el Gobierno para este espacio. Hay muchos mensajes políticos de la Marina, pero no he visto el plan estratégico del espacio, o he visto 27. Porque cada vez que hablamos con alguien, es una cosa totalmente diferente", confluye Fernando Ibáñez. "Lo más duro para esta ciudad es que empresarios como nosotros nos hayamos jugado el dinero y el prestigio para poner en marcha un proyecto de impacto como éste y que no solo no hayamos tenido ayudas públicas, sino que ha sido un desinterés y un desamparo el que hemos vivido desde el principio, que a día de hoy seguimos viviendo".
La interlocución con el Consorcio Valencia 2007 es un pesar y aunque lo suplen con la Autoridad Portuaria, reconoce que no es un proyecto estratégico para ellos. "Es una cosa que soltaron y ahora tienen que recoger. Siempre decimos lo mismo, esto va a ser un éxito total de la ciudad a pesar de la parte pública, que es a quien pagamos y de quién dependemos", asegura. "Si el puerto no hubiera rescatado esta concesión, nosotros no habríamos podido hacer este proyecto, que ha tenido siete paros cardíacos en los últimos seis años", reconoce.
"Esta obra ha estado parada seis meses porque el consorcio decidió que habíamos cambiado la pintura del proyecto original. Después hemos pasado una pandemia y, a pesar de todo, estamos al 100% de ocupación. La sala de eventos es única en la Marina. Hemos creado un proyecto de referencia a nivel internacional con cero financiación pública, cero apoyo público y problemas. Muchas veces no saber cómo solucionarlos y a quién recurrir. Con el puerto ahora tenemos una comunicación muy fluida y estamos muy contentos", recalca.
"A veces teníamos una interlocución en la que ibas, te decían a todo que sí, y era todo que no. Que eso es todavía peor. Llevo muy mal que se aproveche políticamente el esfuerzo que se hace privadamente y además te quedes con la impresión de que te han tomado el pelo. No es que no te atendieran, que sería mejor, es que tú pensabas que te estaban atendiendo y era una tomadura de pelo bajo, mi punto de vista", lamenta Ángela Pérez.
Aunque han llamado a todas las puertas, aseguran que no hay líneas diseñadas para este tipo de proyectos. "Llegamos muy pronto o somos demasiado innovadores, pero para el sector público, Biohub es un proyecto inmobiliario. Y seguramente, es lo más alejado que pueda ser. Esto es un proyecto de impacto y de biotecnología, pero también hay salud, investigación, devices que detectan otras enfermedades, bio informática, y un montón de agentes del ecosistema de Biohub que son fondos de inversión, entidades financieras, consultores específicos, para que todas las empresas que se desarrollen en València del sector tenga un lugar en el que estar física o virtualmente", apunta Ibáñez.
"Que desde aquí puedan crear sinergias, avanzar con sus proyectos y crecer. Queremos que haya muchos Health in code y en la Comunidad Valenciana tenemos muchas grandes empresas que son muy pequeñas, pero es que es importante el tamaño porque genera economía de escala, empleo y visibilidad. "Hay que visibilizar un sector en desarrollo de la Comunitat Valenciana que tiene un claro componente genético. Queremos acercar el sector científico y de salud a la gente más joven, a los niños, que sepan que pueden desarrollar una carrera científica en València", recalca.
"Es un lugar creado desde València hacia el mundo. Pero por eso, la sensación amarga de la falta de apoyo público desde el principio. Es muy triste que para que las cosas funcionen en esta ciudad, tengamos que protestar en los medios", lamenta. "La Marina de València es moneda de cambio entre los partidos que gobiernan, esa es la sensación que tenemos. Las interlocuciones que hemos tenido nunca han llegado a entender exactamente qué queríamos hacer. Nos veían como empresarios tiburones que queríamos aprovecharnos del suelo público para hacer un negocio".
"Nos hemos explicado bien. Lo que creo es que, al otro lado, quien había no quería o no lo ha sabido entender", asegura la Premio Jaime I. "La Marina de València es moneda de cambio. No solo no te ayudo, sino que te obstaculizo. Cuando haya elecciones o cuando a mí me venga bien contar o pasear a alguien por aquí, me paseo. Eso es hipocresía", insiste. "Sientes que te están tomando el pelo y, por desgracia, es algo muy frecuente. Te quedas pensando en que algo estarás haciendo mal, pero no, descartemos esto. No es que estemos comunicando y diseñando mal, sino que al otro lado no tenemos un interlocutor válido", reconoce.
Ibáñez insiste en la necesidad de no olvidar el foco del proyecto, marcado en la salud. "Todas las empresas que están aquí tienen un objetivo de mejorar la calidad de la especie. Todas tienen un propósito humano detrás y eso no ha contado para nada. En salud, que en València es prácticamente todo público, que de repente tengamos un actor privado como el nuestro, que tiene los brazos abiertos a lo público y a todo es importante. Pero es que, a nosotros ha habido entidades públicas que nos han deseado que fracasemos, porque este es un proyecto que se gestiona desde un punto de vista privado", vuelve a recalcar.
"Estamos solos, autofinanciados, y por suerte hemos tenido el apoyo de las entidades financieras, principalmente de Caixa Popular y de los propios socios y de la propia constructora que forma parte de nuestro equity para desarrollar todo esto. Las cosas en la Marina existen a pesar de, no gracias a. Y ahora que vienen elecciones, pasará por aquí todo el mundo", lamenta.
"Si esto quieres que sea un polo de innovación, pon las cosas fáciles. Nosotros no necesitamos dinero. Necesitamos un interlocutor, que nos conteste, que podamos hacer propuestas para que este proyecto se desarrolle. Tenemos tal potencial pero tanta desidia y sospechas, desconfían de lo que hacemos", insiste el cofundador de Biohub.
Mientras, Pérez explica cómo se han puesto de acuerdo los diferentes espacios para hacer frente común, no solo a las reivindicaciones, sino para generar un polo de atracción. "Esta base tiene una sala de eventos para 500 personas. En la Terminal vamos a montar un buen restaurante, y la idea es conseguir una mini feria de muestras en el mar, que podamos hacer un paseo para eventos un poco más grandes y que las diferentes bases alberguen eventos dentro de un macro evento. Estamos todo poniéndonos de acuerdo en esto", explica Pérez, quien también lidera el comité de inversiones de Biozell Ventures, iniciativa de inversión en empresas de biotech.
Para 2023, tienen objetivos claro. "Tenemos que posicionar el proyecto en el ecosistema local y nacional. Ya nos llaman de otras comunidades para preguntarnos. Ojalá que haya muchos biohub por toda España", aseguran.