VALÈNCIA.-Diseñador afincado en València desde 1985, Boke Bazán mantiene una relación estrecha con la cultura a través de proyectos de diseño, en los que ha colaborado con entidades como el Teatre Principal, Les Arts, el Palau de la Música, La Nau o la Mostra de València.
— En tu web publicas charlas con profesionales variopintos, desde Andreu Balius hasta El Niño de Elche, ¿todos aportan?
—Siempre. Personas y fuentes tanto del diseño como aquellas que no necesariamente están intrínsecamente ligadas al mismo. Artes plásticas, escénicas, literatura, cómic, cine, sociología, música, filosofía… y demás territorios dentro de las humanidades, son a mi modo de ver, nutrición imprescindible; demasiado valiosa para obviarlas.
— En tu porfolio hay proyectos de teatro, danza o música. ¿Te sientes cómodo diseñando para el sector cultural?
— Nuestra principal área de acción es la identidad visual. El de la cultura es el territorio con el que más conecto, así como los proyectos sociales, medioambientales o de integración. Son retos tremendamente novedosos, con clientes y equipos de trabajo muy dinámicos y entusiastas, comprometidos, que ponen en valor y confían en el diseño como herramienta imprescindible en los procesos de avance social e intercambio actuales.
— ¿Este enfoque te ha llevado a dejar de lado proyectos de carácter más privado, como los procedentes del mundo de la empresa?
— En absoluto, sigo trabajando para la empresa privada y me parece muy enriquecedor. Lo único es que se trata de proyectos menos visibles o noticiables. El sector privado, dentro de un código, plantea proyectos igualmente interesantes. Tres preguntas: ¿esta marca o servicio aporta valor a la sociedad? ¿Es honesto? ¿Confían en nuestra creatividad y experiencia? Si la respuesta es «sí», hay argumentos, objetivos, know-how, y nuevas relaciones a compartir. En verdad, ambos sectores, institucional-público y empresarial, están mucho más relacionados entre sí de lo que parece. Comparten público, momento y geografía.
* Lea el artículo completo en el número de 62 de la revista Plaza