¡Vino! Y la comida como subsidiaria de este.
¡Vino! Sin que la bebida tenga que ir relegada a una existencia vicaria. ¡Vino! Porque Boucan es un winebar. El proyecto de Edu y Julia, él en la cocina y ella en la recomendación, es un surtido de platillos y una colección de caldos simpáticos que se mueven en el, cada vez más inusual, ticket de clase media. Desde Guía Hedonista aupamos las iniciativas así, dadas a la informalidad elegante, a que el cocinero haga lo que le rote y la conversación solo se interrumpa por la llegada de otra botella. La pizarra —no hay carta— con las sugerencias del día cambia, pero las croquetas, siempre que las he pedido, están.