El 6 del 6 del 44 a las 6.30 am, un contingente de 83.000 soldados británicos invadía las costas francesas —junto a otros tantos norteamericanos—. Como en el desembarco de Normandía, hoy es el día D y la hora H. Pero esta vez es en sentido contrario. Los británicos se baten en retirada del continente europeo, que así es como ellos nos llaman, como si no fueran parte del continente ni fueran europeos… Y sonríen de lado afirmando que son el sexto continente, porque están dispuestos a librar batalla.
Y es que, desde junio del año pasado, la hora de la comida en mi casa se ha convertido en un foro de discusión, por no hablar de una batalla campal… porque aún no han volado los platos sobre las cabezas. Y es que hay parejas que se divorcian, pero a mi marido inglés y a mí nos van a brexitzar. ¡Y hablo en nombre de todas las parejas spanglish de este país!
Volviendo a la cruda realidad, el Tribunal Supremo dicta hoy su resolución en el caso R (Miller) -v- Miller vs Secretary of State for Exiting European Union. R. Miller —de quien ya hablamos— es la ciudadana británica Gina Miller, que se ha enfrentado al Ministerio Para la Salida de la Unión Europea. Rebobinando. El Tribunal Superior londinense le dio la razón a Miller cuando planteó que la Act de 1974 —léase Ley—, por la que el Parlamento británico aprobaba la entrada del Reino Unido a la entonces Comunidades Europeas, no podía ser revocada por el Gobierno sino que precisaba de nuevo de la aprobación mayoritaria de ese Parlamento. Es decir, que éste y no el pueblo ni el Gobierno deciden si se salen o no de la Unión Europea.
Bien, pues el momento de hacer pública esa decisión se ha retrasado respecto de la fecha inicialmente prevista, antes de finalizar 2016. La decisión del Tribunal Supremo británico, formado por once jueces, se fundamenta en la estricta legalidad, no en cuestiones políticas y, menos en presiones mediáticas, anunciaba su portavoz hace dos meses cuando el Ministro del Exit apeló a la más alta instancia.
Pero, qué casualidad, que el Tribunal Supremo británico que tiene que dirimir si la voluntad del pueblo es vinculante para el Gobierno, anuncie cuándo hará pública su resolución justo un día después de que la Primer Ministra, Theresa May, “amenace” públicamente y de forma desafiante con un Brexit duro, tajante y sin concesiones.
Y qué casualidad, también, que Theresa May anuncie un Brexit duro, tajante y sin concesiones justo dos semanas después de que su hombre en Bruselas, el embajador permanente del Reino Unido ante la Unión Europea, Ivan Rogers, dimita. El embajador se fue además haciendo pública una dura carta, en la que recrimina a su Gobierno por no estar preparado para negociar el Brexit ni tener un plan predeterminado, ¡el plan B!. Me apunta un compañero, y sin embargo amigo, que a Rogers se le recordará por ofrecer su cabeza como Guzmán el Bueno ofreció la de su hijo, antes que rendir la plaza de Tarifa.
¿Seguimos con las casualidades por orden cronológico? La última la protagoniza el informe anual del Departamento Nacional de Inteligencia norteamericano, que acaba de ser publicado con fecha de enero de 2017, justo después de que la CIA se congracie con su recién nombrado presidente, Donald Trump, o al revés.
Global Trends. La paradoja del progreso hace un repaso de toda la geografía política mundial. Y no pasa de largo por su socio y también amigo, cuando aparece cubriéndole las espaldas a la Reina de Inglaterra. “…Y si los líderes europeos encuentran una salida amistosa para el Reino Unido que permita a Londres continuar trabajando estrechamente con sus homólogos continentales en asuntos internacionales, Europa podría prosperar”. Repito, lo dice el Departamento Nacional de Inteligencia norteamericano.¿Casualidad?