Hoy es viernes de volar a tierras en porciones rodeadas de mucha agua. Pero ojo, de la que no se bebe, que este espacio es vinoso, hermoso
Nos vamos de islas, claro, de las muy necesarias, las Canarias. Para subir a montes escarpados y deslizarnos por arenas infinitas. Con los vientos alisios meneando la cabellera de viña en viña, y qué rebién, mi niña. Con el mar y sus olas en sonido de paz y amistad. En familia y entre familias de uvas como listán, malvasía, gual, vijariego, marmajuelo o negramol. De nuestro Tenerife querido a la Palma más bonita, pasando por ese Lanzarote que siempre nos acoge envuelto en su misterio. Con bodegas asentadas y también emergentes, pero todas llenas de buena gente. Cada una a su manera en el esfuerzo por recuperar lo pasado y resurgir entre cenizas. Las de los volcanes con recuerdos de retrepe patoso en niñeces joviales. Con higos picos, plátanos en estrechos caminos, y con vinos y cochinos. Así que ponemos un aviso en el diario para avisar al que quiera unirse al disfrute que viene con una serie de botellas a las que daremos mucho tute. Soñándonos allí, desde aquí y a bocaditos, los del restaurante Gofio, la canariedad madrileña.
Empezando por el Sortevera Blanco 2018 (Suertes del Marqués). Chicharrero del valle de la Orotava de variado de variedades marmajuelo, forastera gomera, listán blanco, gual, vijariego blanco y malvasía. Monte que subimos con seriedad porque sabemos que vienen muchas curvas. Señor con el volante bien cogido que nos hace suspirar con intensidad. Con parada a recoger algunas hierbas, las más endémicas que luchan por crecer entre las rocas y que perduran con insistencia junto a la sopa de cangrejos y burgados al estilo herreño.
Continuación con el Forastera Blanca 2017 (Bodegas El Sitio), uva que parece que viene de La Gomera. Refresco de brisa pedregosa y en dirección muy directa. Acidez con los cantos afilados y serenidad tempranera. La de ese Tacoronte que nos acompaña desde pequeños sabiendo que esconde grandes cuidados. Generosidad que no se pide, tan solo se sirve sin miramientos mientras nos comemos el bocadillo de vendimia.
Los Loros Albillo Criollo 2018 (Bodega el Borujo) son pajarillos que picotean resalaos y parlotean desataos. Estampa de valle de Güímar dibujado con varietal en momento y lugar perfectos. El de un campo de frutales que crecen bajo el aire en movimiento. Viento y desparpajo del que nunca vuela bajo. Porque es expresión con ganas que gana con algo de tiempo abriendo un frasco de especias. Y le da su toque a todo lo que toca, como al salmonete de roca soasado con cazuela de sus cabezas y cebollino.
Damos saltito a La Palma para empaparnos de paisaje con el Matias i Torres Diego 2016 (Bodega Matías i Torres). De varietal con nombre personal y poco convencional, es intensito en plan bueno. Nos lo llevamos de excursión por el campo con entrañables gritillos ante la visión de algún insecto revoltoso. Así que plantamos la manta de cuadros en el suelo, abrimos la cesta de mimbre y nos relajamos delante de la trucha de conejo al salmorejo con su jugo inyectado y mojo de monte.
Verdades que no mienten.
En Lanzarote nos espera un sincero Mentidero 2019 (Puro Rofe). Curioso clarete de listán blanco, listán negro y malvasía. Atrevimiento descarado de enorme resultado. De los que se calla al principio para enseguida salir a poner las cosas en su sitio. Con frutillas ácidas que asoman entre negras arenas que fueron volcanes humeantes. Los de antes de que llegue la certeza de que es todo disfrute con el bocadillo de pata asada adobada con queso fresco y pimentón.
Continuamos en Gran Canaria, la hermana menos conocida por nuestros sentidos. Y ya lo sentimos, porque el Tidao 2019 (Carmelo Peña) nos descubre que es maravilla. Listan negro, tintilla, listan blanco y listan prieto en viñedo de altura que hace respirar con fuerza un aire lleno de belleza. Bayitas frescas y felices que no se cortan un pelo ante la figura de siluetas montañosas. Y es compatible y tan apetecible con el caldo de millo versión cremosa con guiso de carrilleras de vaca glaseadas y garbanzos tostados con trufa negra.
El Ignios Listán Negro 2016 (Borja Pérez Viticultor) nos devuelve a terruño tinerfeño con la mirada entornada de ojos con oscuros amielados. Nos cautiva con miles de palabras en cada perfil más definido. Acidez que apunta eternidades, minerales diferenciales, su fruta tan personal y el ímpetu de querer dar más y más. Porque es absolutamente completo y se complementa sin miramientos con la ya mítica croqueta de pollo con todo.
Terminamos este recorrido en Vilaflor y con el Trevejos Baboso Negro 2018 (Mountain Wines). Explosión de frutas grandes de intensidad desmedida. Potencia terciada con elegancia de arrumaco lisonjero. Campiña de pasto que emerge con brío entre animalitos que se alimentan de su relumbre. Alegría en movimiento que nos deja sin aliento cuando lo acompañamos con el brioche de carne mechada de vaca madurada y otro poco de trufa. Cierre en modo pausa, que estamos en archipiélago que no parece tener fin.