Nadie se resiste a detenerse frente a la espectacular fachada, echar un vistazo y preguntar. Sobre todo desde que hace unas semanas instalaron el rótulo y descubrieran ese nombre que era un secreto a voces en el barrio: bar Cassalla. El establecimiento abrió oficialmente el martes 6 de diciembre, aunque unos días antes invitaron a los vecinos y vecinas de las fincas contiguas además de a sus proveedores a ser los primeros en probar una carta que los primeros clientes han ayudado a modelar con sus sugerencias. “Ya que han aguantado ocho meses de obras, es lo menos que podíamos hacer”, afirma Néstor Vaccaro, uno de los cuatro jinetes que forman el Grupo Gastroadictos junto a Rafa Recuenco, Israel Baquero y Juanjo Masip.
La sugerente entrada da paso a un amplío y llamativo local de 700 metros cuadrados con varios espacios diferenciados según lo que busque el cliente. A la izquierda, una espaciosa barra la vitrina donde descansan la sepia con mahonesa, la ensaladilla rusa y las gildas. A la derecha, la barrilería con una gran mesa alta para tomar, de pie o sentado, el almuerzo o el aperitivo. La idea es que en estas dos zonas se acceda sin reserva. El corazón del bar es una gran y luminosa sala enmarcada por una pared donde cuelgan láminas que hacen un guiño a los bares de siempre, desde Casa Montaña a Cañete, en Barcelona; y que completa un reservado para 16 personas, otro salón al final del local y una terraza interior que da a la calle donde se podrá almorzar, comer o cenar en cuanto pasen los primeros días de rodaje. No quieren precipitarse, y van poco a poco probando la capacidad de este transatlántico que tiene espacio para 250 comensales. Pero la fama les precede y el primer día que abrieron ya dieron 140 almuerzos, 100 comidas y 100 cenas.
La obra y el interiorismo es de Janfri & Ranchal, que han firmado algunos de los restaurantes más bonitos de la ciudad en los últimos años.