AGOSTO EN LA CIUDAD

Cenar a la fresca en verano

Quedarte el mes de agosto en la ciudad no tiene por qué ser un drama. De hecho, tiene sus recompensas. En las terrazas de estos restaurantes encontrarás un refugio a los rigores del calor metropolitano

| 27/07/2018 | 3 min, 45 seg

Brisa nocturna, buena compañía y una carta bien pertrechada de placeres gastronómicos. Es todo lo que necesitas para que este agosto en la ciudad no se convierta en un Tourmalet. València -y su área metropolitana- ofrece muchas y muy buenas opciones para cenar a la fresca. Estos son nuestros favoritos.

La Girafe

Un original bistró francés en plena Patacona, dotado de una terraza interior con estética vintage, acogedora y perfecta para los que huyen de las formalidades. Hamacas, sillas de jardín, palmeras y unas galettes fantásticas junto al mar. Un planazo para las noches de verano. Este es un restaurante de orientación healthy (ya sabéis, pokes hawaianos, ensaladas con kale y hamburguesas vegetarianas), pero en el que sobre todo destacan las especialidades galas: crepes, magret de pato, tartiflette con queso reblochon o filet mignon. Los postres, todos caseros, incluyen la tatin de manzana o el merengue de Menton.

La Girafe (Avenida Mare Nostrum, 10) abre todas las noches de agosto.

Komori

El restaurante que regenta desde 2012 la familia Honrubia en el hotel Westin de València no es solo uno de los mejores templos “japo” de la ciudad, sino también uno de los que prometen mejores cenas a la fresca. Plenamente urbano e idóneo para citas en pareja. La terraza interior de Komori (General Gil Dolç s/n) es una coartada perfecta para una noche memorable entre sashimis, usuzukuris y niguiris con guiños al mediterráneo.

La mala noticia es que cierra del 4 al 27 de agosto. La buena es que tienes todas las calurosas noches de septiembre para disfrutarlo.

Napicol

Su terraza, con puertas abiertas a la huerta de Meliana, ha sido una de las mejores novedades que nos ha regalado la restauración valenciana este año. Situado en la Calle San Isidro del Barrio de Roca, Napicol es mucho más que una arrocería excelente (que también). Su carta es un homenaje al producto fresco y ecológico, tratado con cariño por un chef joven y con gran porvenir como Chemo Rausell. Ya solo el recorrido por carretera hasta el restaurante, disfrutando del paisaje roturado de verduras y hortalizas, vale la pena.

Abre todas las noches del mes de agosto, de jueves a sábado.

 Àtic del nuevo Palau Alameda

Abrió sus puertas hace poco, y ya es uno de los refugios preferidos para los valencianos que se han quedado varados en la ciudad en verano. El Àtic del nuevo Palau Alameda se ha reconvertido en un restaurante panorámico a cielo abierto comandado por Nicolás Román, un cocinero joven y cosmopolita. Su propuesta transita entre lo local (suquets, sepia, bonito en salazón) y lo internacional (ceviche de corvina al curry verde, elaboraciones tailandesas...), y se rinde también a tendencias como las carnes de larga maduración.

Abierto todo el verano, non stop. De lunes a domingo, de 12 a dos y media de la madrugada.

Masía Romaní

Las noches en este restaurante familiar de Bétera, del que ya hablamos en Guía Hedonista hace dos años, están llenas de magia. Su terraza -acogedora, sencilla, auténtica… ajena al espantoso “efecto Ikea”- está encastrada en un amplio jardín donde parece que el tiempo se detiene. La Masía Romaní (Pou Sant Jaume, 7), con la excelente cocinera Zulema Duato al frente, es un lugar para explayarse en comer y beber sin prisas. Aquí encontrarás pescado fresco de lonja, especialidades imbatibles como el roast beef y entrantes “imperdonables” como la picada criolla.

Abre todas las noches de agosto (excepto los domingos).

Tonyina

Tonyina (calle de Chile, 3) es una de nuestras opciones favoritas para esas noches de verano en las que hay uno no quiere ni tocar el coche. Su terraza, dotada de pocas mesas, es perfecta para compartir platillos: tostas, coca d’oli con titaina y ventresca o esa ensaladilla tan rica con espuma de wasabi que incluimos en nuestro ranking hace un año. Román Navarro ha hecho escuela con esa fórmula de taberna remozada que sabe caminar tan acertadamente entre la gastronomía de acá y la de allá. La de siempre y la de ahora.

En agosto, abre todas las noches, excepto los domingos.

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