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Cine Trianon Palace: El salón de espectáculos más grandioso de la ciudad de València

En 1914 se construye el Cine Trianon Palace que, según Las Provincias de la época, era el «salón de espectáculos más grandioso de València». Ese año la ciudad contaba con seis importantes salas de espectáculos: Principal, Princesa, Ruzafa, Apolo, Eslava y Serrano

| 19/07/2023 | 12 min, 34 seg

VALÈNCIA. El Trianon fue una iniciativa de Manuel Porres de la Ornilla, médico de profesión y empresario inmobiliario. El proyecto se lo encargó al joven arquitecto Javier Goerlich Lleó, hijo del cónsul del Imperio Austrohúngaro en València, recién acabados sus estudios de Arquitectura. Este sería el primer gran proyecto arquitectónico de Goerlich en la ciudad y «su rampa de lanzamiento», edificándose en un tiempo récord de seis meses. Goerlich será uno de los arquitectos más importantes del siglo XX en València, y autor de edificios emblemáticos de la ciudad. Así, el solar del antiguo convento de Santa Clara, abandonado después de la Desamortización de Mendizábal de 1835, pasaba a ser un gran local de espectáculos en el centro del cap i casal.

¿Cuál era el objetivo de su construcción? En la parte de programación, traer ópera a València, espectáculo al que era muy aficionada la familia de Manuel Porres. Por otro lado, construir un local con el fin de revalorizar el solar, con la idea de, tras una década, cambiar su uso y construir viviendas. De ahí que, a pesar de su estilo espectacular, los materiales dedicados a su construcción fueran de poca calidad.

El edificio, de carácter modernista, llamaba la atención por su estilo, y tenía capacidad para mil quinientos espectadores, siendo el más grande del momento. El arquitecto Vicente Más Llorens lo describe así: «Su fachada, deudora del triunfalismo vía Turín, ostenta una mezcla de elementos neobarrocos y del repertorio del Jugendstil vienés que el propio Goerlich calificaría años más tarde como “alarde de pastelería”»; y una «decoración curva, extraída literalmente de la habitación para la música de la Villa Berl, en Viena». La entrada principal la tenía por la calle Pi y Margall (Ruzafa). La decoración era lujosa, con espacio para una orquesta, amplio vestíbulo, escaleras que daban acceso a los laterales del primer piso, contando con todas las comodidades de la época. El local estaba destinado a todo tipo de espectáculos: ópera, teatro, zarzuela, variedades y al incipiente cine mudo de principios del XX.

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La fecha de la licencia de construcción no sería muy afortunada, pues su edificación vendría a coincidir con el inicio de la Primera Guerra Mundial (julio de 1914), que convertirá a Europa en un campo de batalla, conflicto en el que no participa España.

El Trianon Palace se inauguró el 5 de diciembre de 1914. Las primeras programaciones incluían conciertos con grandes orquestas. A lo largo de 1915 y 1916, se programaron espectáculos de ópera, varietés, teatro, comedias, zarzuelas, transformistas, ventrílocuos, etc., acentuando las funciones de cinematógrafo.

El Teatro Lírico del maestro Serrano 

Manuel Porres tendría una oferta del maestro José Serrano, para que le arrendase el Trianon Palace con el fin de convertirlo en un teatro lírico. ¿Por qué el maestro Serrano, prestigioso compositor musical valenciano, arrienda el Trianon Palace y se hace empresario de 1916 a 1921? La clave está en su enfrentamiento con la Sociedad de Autores de España, de la que había sido uno de los fundadores. Serrano estaba en desacuerdo con la forma de gestionarla, por perjudicarle económicamente, por lo que en 1914 la abandona. El problema es que, cuando quiere representar sus obras en Madrid y en el resto de las capitales, la presión de la Sociedad de Autores sobre las grandes salas impide que pueda estrenar o programar sus composiciones. El maestro Serrano negocia con el propietario del Teatro Apolo de Madrid el estreno de varias obras, pero la Sociedad de Autores lo veta y el propietario se echa atrás. La Sociedad de Autores boicotea y gana la partida. Serrano no encontrará teatro en toda España donde representar su repertorio.

Por ello, el maestro estará dos años (de 1914 a 1916) sin poder estrenar ninguna de sus zarzuelas por falta de local. La solución será convertirse en empresario, además de compositor, por lo que negocia con Manuel Porres arrendarle el Trianon Palace. El acuerdo económico sería beneficioso para ambos, y para València, que vería cómo todas las nuevas obras musicales de su querido maestro Serrano se estrenaban en la ciudad, además de programar otras de su amplio repertorio. 

«El jueves, a las once de la noche, se firmó el contrato de arriendo entre el dueño del Trianon, el doctor Porres, y la nueva empresa... Firmaron el contrato por cinco años, a razón de 25.000 pesetas anuales, con el compromiso de realizar las obras necesarias, con objeto de poner el teatro en buenas condiciones para el público y para la empresa... Se blanqueará la fachada, haciéndose desaparecer los ‘ninotes’, y se colocará una marquesina, con letreros luminosos, en los que se leerá Teatro Lírico», según recogía El Mercantil Valenciano.

Serrano pondrá varias condiciones: cambiar el nombre de Trianon Palace por el de Teatro Lírico, de acuerdo a su intención de convertir el local en una sala dedicada al estreno de sus antiguas y nuevas obras. También poder reformar el local para adaptarlo a su nueva función de representar sus zarzuelas, corriendo con los gastos. Remodela el local, fachada, mobiliario... para lo que invierte un capital importante. La Sociedad de Autores no puede impedir a Serrano estrenar sus obras en el teatro que dirige, y el maestro se vuelca en estrenar sus nuevas obras y reponer todo su repertorio. 

La prensa local se hará eco del proyecto y de su importancia para la ciudad. El Mercantil Valenciano daba noticias sobre los cambios en el nuevo Teatro Lírico y la implicación directa en el proyecto del maestro Serrano: «Pepe Serrano está desconocido. Trabaja día y noche, ¡no descansa!, ¡¡no duerme!! Se ocupa de visitar talleres, buscando la mayor economía en la construcción de butacas, porque han de saber ustedes que, además de las obras, la nueva empresa ha de vestir el teatro, que solo tiene las cuatro paredes, y Serrano, en fin, le da hoy quince y raya al más activo corredor de comercio, por muy corredor que sea». Serrano conseguirá tener un local a su gusto, invirtiendo su capital, ampliando el aforo. 

El 16 de noviembre de 1916, Serrano inaugura el nuevo Teatro Lírico con dos obras: ¡Si yo fuera rey!... y El solo de trompa. Es todo un acontecimiento en València. El público se agolpa en la taquilla. No queda una sola butaca libre durante semanas. Al iniciarse la representación, Serrano es aclamado al situarse al frente de la orquesta para dirigir ¡Si yo fuera rey!... El éxito es tal que durante semanas el cartel de «no hay entradas» es permanente. Días después estrenaría las dos obras en las que había trabajado desde 1914, y que se convertirían en grandes éxitos: La canción del olvido y La sonata de Grieg.

La canción del olvido. Su estreno es un éxito espectacular, que marca época y populariza todo el repertorio de sus canciones, permaneciendo meses en cartel. Es una época en la que triunfa la zarzuela y, el éxito es tal que llega a haber hasta tres funciones al día. El Mercantil Valenciano, con motivo del estreno, recoge cómo el público asistente pide una y otra vez a Serrano la repetición de los números más pegadizos, que se repiten entre grandes aplausos. Los asistentes vitorean al maestro Serrano y a los intérpretes: «Nada tan español como la zarzuela; trozos musicales expresivos, sencillos, pintorescos, que han merecido la admiración de extraños».

Las entradas se agotan con semanas de antelación, los palcos se contratan por temporadas. El Lírico llega a programar sesiones nocturnas ante la demanda, matinés para público adinerado, y sesiones más baratas para el público popular, repartiéndose entradas en escuelas públicas. El musicólogo José Salvador Blasco, en José Serrano y la plenitud de la zarzuela, recoge el ambiente: «Tarde y noche, una multitud invadía el Lírico y cada tarde y noche un gran gentío interesado en adquirir una localidad tenía que renunciar a ella por estar agotados los billetes y cerradas las taquillas. En ocasiones la policía y los guardias de seguridad se habían visto obligados a intervenir para contener la avalancha de personas que se precipitaban ante las puertas del teatro».

La canción del olvido, cien representaciones. El 3 de febrero de 1917, tras mes y medio de su estreno, La canción del olvido cumplía cien representaciones, y se celebra una gran función en honor y beneficio de los creadores, con asistencia de los autores del libreto y el maestro Serrano, y, como se lee en el cartel de ese día, es un «caso único, que conozcamos en la historia de nuestro teatro». 

El periódico republicano El Pueblo recoge que la noche fue de completo triunfo. Al acabar la obra, el público estalla en «la más formidable de las ovaciones. Caballeros, señoras, el público en masa, desde las butacas a la entrada general, en pie, aplaude y pide el Himno de Valencia. Serrano y la orquesta, deferentes, lo interpretan... El entusiasmo se desborda, y la centésima representación de ‘‘la canción’’, es un verdadero acontecimiento». 

El Teatro Lírico ha conseguido situarse en esos años en primera línea, como local de espectáculos, siendo un referente en el mundo de la zarzuela en España gracias a Serrano. Las crónicas en Madrid, Barcelona, etc. recogen los éxitos de Serrano en València. 

En 1921 acaba el contrato. La operación de Serrano al arrendar el Teatro Lírico a Manuel Porres ha sido un excelente negocio para ambos. Para Manuel Porres es una buena operación económica, que revaloriza el teatro al ser referencia de grandes estrenos, y por recibir un local totalmente renovado y modernizado, gracias a la gran inversión de Serrano para adaptarlo a la lírica. Por otra parte, Serrano vence en su pulso a la Sociedad de Autores de España, y evita el boicot. Y, tras su éxito en València, estrenará en Barcelona, Zaragoza, acabando en Madrid. Al mismo tiempo, consigue grandes beneficios económicos.

Emilio Pechuan Giner, nuevo gestor

La dirección del local pasaría, en los años veinte del siglo XX, a Emilio Pechuan Giner, médico de profesión, casado con Julia, hija del propietario Manuel Porres. Inicialmente combinaría el ejercicio de la medicina con la gestión del Lírico, pero pronto verá las grandes posibilidades del cine y su futuro como espectáculo de masas. Son los años de grandes producciones europeas y, sobre todo, norteamericanas.

Emilio Pechuan Giner sustituye las zarzuelas y los musicales por cine mudo. El cine es más rentable, pues los costes de una función de zarzuela, por ejemplo, pueden mover hasta setenta personas por espectáculo, con lo que el margen de beneficio es muy inferior al de proyectar una película. Son los años en los que ha aparecido una nueva tecnología, el cine sonoro, y sus grandes posibilidades. Pechuan Giner se apunta a todas las innovaciones que aparecen en el cine. Cuando, en 1926, el inventor danés Petersen presenta en València el cine sonoro, las pruebas se hacen en el Teatro Lírico. Habrá que esperar dos años para que Hollywood, con todo el peso e influencia de su industria a nivel mundial, imponga su sistema sonoro.

El paso del cine mudo al sonoro se irá introduciendo lentamente. La nueva tecnología exige grandes inversiones que no todos los empresarios de cine mudo pueden permitirse. Pechuan Giner hará una apuesta clara por el sonoro y por el cine de Hollywood que, en ese momento, supone riesgo, y que no todos los empresarios le ven futuro. De hecho, habría una polémica «que enfrentaba a defensores y detractores del nuevo invento» y, además, inicialmente, no había gran producción de sonoro en español. El cine sonoro provocaría una crisis económica en el sector de los músicos valencianos, una de cuyas fuentes de ingresos era tocar en los cines la música que amenizaba la función de la película muda.

El cine más grande: El Coliseum 

Emilio Pechuan Giner abandona definitivamente su profesión de médico para ser empresario. El cine es uno de los negocios más rentables, un espectáculo de masas, que irá creciendo conforme evoluciona. Percibe que el negocio es tener grandes salas en el centro de València. En 1926, invertirá en un solar de la gran vía Germanías, y encarga al arquitecto Francisco Mora el proyecto de su primer cine como propietario, el Coliseum: «Construya el cine más grande de Valencia». El Coliseum tendrá una capacidad de 2.627 localidades, el segundo más grande de la España del momento, detrás del cine Buenos Aires de Bilbao.

El Olympia y el Lírico introducen el sonoro en febrero de 1930. En 1933 se estrenaba El faba de Ramonet, uno de los éxitos de la época, que tenía como novedad estar rodado con banda sonora en valenciano. Se proyectaría en el Lírico y Coliseum simultáneamente, ante la gran demanda del público valenciano.

El Trianon Palace / Teatro Lírico, que se había construido en 1914 para durar diez años, superaría las tres décadas, hasta que cerró definitivamente en enero de 1948, hace 75 años. 

La experiencia empresarial de Emilio Pechuan Giner le llevará a ser el propietario de las grandes salas del centro de València en las décadas posteriores: Coliseum, Capitol, Tyris, Rex, Price, Oeste, Serrano y Gran Vía, creando una saga familiar que gestionará los cines en València en el siglo XX. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 105 (julio 2023) de la revista Plaza

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