VALÈNCIA. El anuncio del levantamiento de la sanción impuesta por la Unión Europea a La Ciudad de la Luz el pasado martes es, sin duda, una de las mejores noticias que los sectores culturales valencianos recibirán a lo largo del año. A partir del mes de julio, el complejo audiovisual, inhabilitado como tal desde 2012 y pensado así hasta 2027, volverá a ser de la Generalitat y con su uso original, esto último sin estar previsto ni siquiera cuando caducara la sanción original. Este diario ya adelantó en septiembre de 2020 que el Consell, animado por el Brexit (el estudio que promovió el proceso judicial por competencia desleal era británico) y la necesidad de activar industrialmente Europa como consecuencia de la crisis sanitaria, pidió a Europa este levantamiento de la sanción. Entonces, la respuesta fue que no. Ahora, sí que ha accedido y anula su propia sanción.
El Institut Valencià de Cultura ya ha mostrado su interés por participar en el diseño de su reapertura, como seguro también hará la red de film offices que se han ido formando durante los últimos años. La Ciudad de la Luz no vuelve —ni mucho menos— en el mismo contexto en el que se cerró. Ha pasado de ser una extraña infraestructura en un territorio sin capacidad de absorver el propio trabajo que iba a fomentar a la pieza del puzzle que faltaba para la época dorada de los rodajes en la Comunitat.
La Ciudad de la Luz será un revulsivo para acabar de atraer proyectos como Citadel, Uncharted, Cosmos y otras producciones que disgregan sus localizaciones. Además del atractivo de los paisajes valencianos y las facilidades burocráticas conseguidas por las film offices, ahora también se contará con grandes estudios que podrán complementar los rodajes en exteriores para se queden más tiempo rodando en la Comunitat. Y de ello se servirán los services, empresas que sirven de material o que cubren algunos procesos durante la producción y que se suelen contratar en el país de rodaje en vez de en el de origen. Esas empresas serán las grandes beneficiadas, las que notarán más directamente el incremento de rodajes.
Además, la apertura llega en un momento excepcional: el fomento del Spain Audiovisual Hub, que busca precisamente convertir a España en el gran plató europeo a través de incentivos fiscales millonarios, se desarrolla hasta 2023. Los estudios de Aguamarga recogerán la siembra que brote de este programa y pueden reconfigurar el mapa autonómico, en el que Andalucía y las Islas Canarias son los territorios en los que más se rueda, además de las ciudades de Madrid y Barcelona.
Pasado el episodio de Netflix, que se interesó por establecer su centro de producción en La Ciudad de la Luz, pero que por las sanciones impuestas entonces decidió finalmente ubicar en Madrid. También el complejo alicantino llega en un momento en el que se está produciendo más que cantidad que nunca de series y películas, y de manera más globalizada, gracias al boom de las plataformas. Estados Unidos ha dejado de ser el único escenario de una apuesta de estas empresas, y la Comunitat se beneficiará de ello también. El contexto pone todo el viento a favor.
Los rodajes internacionales aportan trabajo directo a los services y dan imagen de territorio, como bien han apostado desde los departamentos de Turismo, que son los que están promocionando las film offices. Pero, ¿qué pasará con las productoras valencianas? ¿de qué manera afectará a los creadores y creadoras? Pues bien, La Ciudad de la Luz también podría reactivar uno de los grandes asuntos pendientes de la Comunitat, como es la escuela de cine. Hasta 2013, hubo un centro de estudios ubicado en el complejo, pero la falta de rentabilidad lo hizo inviable. Ahora, y tal y como declaró en una entrevista reciente el director adjunto de Audiovisuales del IVC, José Luis Moreno, fomentar algunas titulaciones es uno de los retos prioritarios.
Por otra parte, el cambio de paradigma de entender el audiovisual como un sector estratégico acaba afectando a grandes y pequeñas productoras. Una buena noticia que se ha sabido en los últimos días: finalmente el ICAA gestionará el fondo dedicado a las producciones en lenguas cooficiales. Esto significará, este mismo año, un incremento en las ayudas a productoras valencianas de 3 millones de euros. Todas las cartas de un potencial cambio de paradigma en el audiovisual valenciano están encima de la mesa. Ahora tan solo falta que se produzca (nunca mejor dicho).