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el joven turco / OPINIÓN

Una comparación odiosa

Foto: JORGE GIL/EP
12/02/2024 - 

Todas las sociedades sanas necesitan referencias. Personas que constituyan puntos de anclaje colectivo en el que ver y destacar valores positivos. Y que, además, lo sean más allá de posicionamientos ideológicos e ideas propias. Es saludable poder reconocer méritos en gente que piensa de forma distinta, pero a las que les reconoces que han aportado para hacer mejor ese mundo cercano que compartimos.

Cuando es difícil que estas referencias sean reconocidas o, directamente, cuando son torpedeadas desde las instituciones es señal de que algo no anda bien. Especialmente, cuando las únicas referencias de consenso serían aquellas que quedan lejos en el tiempo, incapaces de ponernos de acuerdo en el ahora o en el pasado reciente.

Puede que sea la polarización, palabra que no acaba de gustarme porque esconde la equidistancia, la que impide permitir que los méritos ajenos sean reconocidos. Pero creo que en el caso valenciano esta anomalía no es solo fruto de la polarización. Creo que proviene del desequilibrio reputacional que se arrastra desde la época de corrupción de los gobiernos del Partido Popular.

Creo que, de eso, y de poco o nada más, trata el cese de Vicent Soler como presidente del Consell Social de la Universitat de València. Pienso que es un cese que no retrata ni mucho menos su figura, sino que es una confesión a gritos de quienes lo impulsan.

Vicent Soler, en una imagen de archivo. Foto: UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

No pretendo ser objetivo porque yo de Vicent siempre me consideraré un alumno agradecido. El proviene de un PSPV distinto al de mi imaginario particular, pero en mi imaginario esta su PSPV del que he aprendido y aprendo.

Pero, también creo que quienes no compartan pensamiento político con él coincidirán conmigo en que una persona clave en el logro del autogobierno, que ha sido conseller en dos gobiernos y momentos históricos distintos, aportando una autoconsciencia del problema valenciano y la necesidad de romper su invisibilidad en España, o decano de la propia Facultad de Economía aporta valor a una institución que trata, precisamente, de conectar la Universitat con la sociedad. Esa sociedad a la que se ha dedicado Vicent Soler, como servidor público, en el aula o en las instituciones.

Y ahí está paradójicamente el problema para quienes lo han cesado. En su trayectoria positiva. En la posibilidad de que una persona, del espectro político del valencianismo de izquierdas, tenga un reconocimiento público y esté referenciado en un espacio de prestigio. En que lo esté alguien más allá de sus fronteras ideológicas. Especialmente injusto y carente de sentido cuando hablamos de una persona que estoy seguro de que no dudaría nunca a la hora de elegir entre lo mejor para su país o para su partido.

No lo cesan porque no sea positivo su papel en el Consell Social, como lo seria el de otras personas pertenecientes a otros pensamientos políticos, con ese tipo de trayectoria. Sino porque la derecha valenciana no puede tener esas referencias recientes y enorgullecerse de ellas. Lo cesan porque la derecha trata de separarse de su pasado, pero no puede asumir quedarse como la única que no lo tiene. Y por eso, trata de difuminar el de todos. Mal de muchos.

Vicent Soler, en una imagen de archivo. Foto: JORGE GIL/EP

Tan claro es que, de hecho, entre las pocas figuras de las últimas décadas reivindicadas por los populares está Rita Barberá. Y, es triste constatarlo, pero es evidente que, si no hubiera fallecido, no lo sería. Igual que no reivindican a Alfonso Grau, su mano derecha, y con el que ponen tierra de por medio. Rita sería como lo fue en vida apartada por los propios mientras aún se están juzgando casos de corrupción de sus campañas electorales.

El problema de la derecha valenciana es que no pueden enfrentarse a esta comparación odiosa. La de una persona como Vicent Soler con quienes protagonizaron su pasado reciente.

Un problema al que no se enfrenaban los gobiernos de Ximo Puig que mantuvieron en el Consell Social, durante los cuatros para los que habían sido nombradas, a todas las presidencias de los Consejos Sociales. Aunque habían sido nombrados por un gobierno de otro signo político. Pero quienes dirigían las instituciones valencianas no eran víctimas de esa inseguridad propia.

Porque Mazón está ante una situación en la que no hay un exconseller del Partido Popular, ni mucho menos un President anterior, que pueda ocupar un espacio socialmente reconocido y relevante. De ahí que prefieran que no lo haga ningún otro. Para otro articulo daría la cacería a la persona contra Ximo Puig y la campaña sucia que ya se ha demostrado que orquestó el Partido Popular. Pero básicamente tras ella están los mismos motivos.

Vicent Soler, en una imagen de archivo. Foto: JORGE GIL/EP

Lo que pretenden es que la historia de los valencianos y valencianas sea una trituradora. Que se queme como en un incendio en la Ciudad de la Justicia. Dejarnos a todos sin conexión entre el pasado inmediato, el presente y el futuro, porque no son capaces de reconciliarse con su propio pasado e intentan alejarlo de su presente porque les estorba para tener éxitos en el futuro.

No les importa que por el camino se pierda el valor de la aportación de personas valiosas. Ni mucho menos que no podamos actuar con normalidad, como una sociedad sana, en la que nos podemos reconocer en aspectos positivos del diferente y aprovechar la aportación de quienes, piensen como piensen, constituyen un punto de referencia.

Para muchos Vicent lo será igualmente. Pero como valencianista estoy seguro de que él preferiría que en estas cosas fuéramos un país normal, esa sociedad sana, antes que ocupar cualquier reconocimiento personal. Y por eso, precisamente, nunca deberían haber prescindido de él.

Muchas gracias profesor y conseller.

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