VALÈNCIA. Con sus miles de pérdidas humanas, restricciones y cuarentenas, la pandemia que paralizó al planeta y aún hoy resiste deja tras de sí lo que muchos expertos califican de “epidemia de salud mental”, un escenario caracterizado por el aumento significativo de las consultas médicas y la aparición de cada vez más problemas como la ansiedad. Ante esta situación, que ha contribuido también a una mayor concienciación social y mediática, muchos Gobiernos se han lanzado a mejorar esta área sanitaria, pero en el caso de la Comunitat Valenciana el punto de partida de una de sus puntas de lanza, como es la Psicología, se ubica más atrás que en otras autonomías.
Según la última estadística de profesionales sanitarios publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unas semanas, la valenciana posee la tercera la tasa por habitante más baja de psicólogos clínicos colegiados, los profesionales de esta rama que trabajan en el sector sanitario. Además, y aunque en los últimos años se han mejorado los índices, la sanidad pública valenciana todavía tiene una ratio de psicólogos por ciudadano inferior a la media estatal, que está a su vez muy por detrás de las cifras europeas.
“No estamos donde nos corresponde por nuestro nivel de bienestar, ni España está al mismo nivel que otros países de su entorno”, reconoce Mikel Munárriz, coordinador de la Oficina de Salud Mental de la Conselleria de Sanidad y psiquiatra en la Unidad de Salud Mental de Burriana. En términos de psicólogos especializados en el ámbito clínico o sanitario, solo Ceuta y Castilla-La Mancha presentaban una tasa inferior a la valenciana, que es de 53 por cada 100.000 habitantes con 2.694 profesionales en total. Un dato llamativo si se tiene en cuenta que, solo en las universidades públicas de la Comunitat Valenciana, cada año se ofertan más de 700 plazas para los estudios de Psicología y la demanda es muy elevada.
Como explica el decano del Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana, Francisco Santolaya, los psicólogos recién graduados pueden desarrollar también su labor en entornos no sanitarios, como son los Servicios Sociales, la Educación o los Recursos Humanos. Estos profesionales, aunque también colegiados, no aparecen en la estadística “al no ser profesionales sanitarios”. Además, quienes desean especializarse en la psicología clínica deben capacitarse como tal con un máster universitario que les permitiría trabajar en el ámbito sanitario privado o seguir el itinerario del Psicólogo Interno Residente (PIR), un sistema de formación similar al de Medicina que abre las puertas también a la sanidad pública con, eso sí, escasas plazas ofertadas por curso.
En la última convocatoria del PIR, la del ejercicio 2021-22, se publicaron 204 vacantes para más de 4.400 aspirantes de toda España, y solo 21 de ellas, algo más de un 10 % del total, correspondieron a la Comunitat Valenciana. Estos factores podrían explicar en parte por qué los índices valencianos son tan reducidos, ya que, si bien existen muchos jóvenes psicólogos recién graduados o en formación, las trabas en el camino y las escasas ratios de profesionales en esta especialidad podrían hacer pensar que muchos de ellos deciden ejercer su oficio en otros ámbitos de la Psicología.
En cualquier caso, y aunque los psicólogos con especialidad clínica son todavía muy pocos en relación a la población, su evolución en la última década ha sido muy destacada. En 2012, la Comunitat Valenciana solo tenía a 10,4 de estos profesionales por cada 100.000 habitantes, cinco veces menos que en la actualidad. Un aumento que no obstante se ha producido a menor ritmo que en otras regiones, ya que hace diez años la valenciana estaba por delante de nueve comunidades y ahora, con una tasa inferior en veintiséis puntos a la media nacional, únicamente hay dos con peor ratio que la suya.
Por su parte, en la sanidad pública había en 2021, según la Memoria de Gestión de la Conselleria de Sanidad, 270 plazas básicas de psicólogos clínicos en territorio valenciano, lo que ofrece una tasa de 5,3 por cada 100.000 habitantes, un registro insuficiente pero que en los últimos años se ha acercado al menos al dato medio estatal. Como apunta Santolaya, en España la ratio es de 5,6 psicólogos clínicos, mientras que en la Unión Europea hay 18 por 100.000 habitantes y en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la ratio es de 26.
Con la llegada del coronavirus, la cifra de psicólogos en el ámbito de la sanidad pública creció en un 5,5 % en dos años, aunque en el último lustro el incremento solo ha sido del 10 %. Así, el número de profesionales dedicados a la salud mental se ha elevado de forma paulatina no solo en Psicología, sino también en otras especialidades como Psiquiatría. En los próximos años, en cambio, sí se espera un crecimiento más pronunciado en el número de profesionales, puesto que ya en 2022 la estadística de la Conselleria debería recoger las nuevas plazas estructurales creadas.
“Que cualquiera de las autonomías que nos rodean tenga mejor servicio no se puede entender”, reconoce Munárriz, quien señala a la infrafinanciación como otra posible causa de este escenario y explica que hasta ahora se había optado por priorizar otras áreas de la salud. “Parte de la atención a la salud mental en la Comunitat Valenciana depende de la Conselleria de Igualdad y eso falsea un poco los datos de Sanidad porque no recogen todo el ámbito de actuación, pero aunque se sumaran las cifras tampoco sería un buen registro”, indica.
En esta línea, y para combatir los problemas en este ámbito sanitario tras la pandemia, el Consell creó hace algo más de un año el comisionado de la Presidencia de la Generalitat para la Salud Mental, que recayó sobre el catedrático de Psiquiatría de la Universitat de València Rafael Tabarés-Seisdedos. “La salud mental ha pasado de la marginalidad a la agenda pública, e intentamos que esté también en la agenda de las instituciones públicas”, mantiene Tabarés-Seisdedos. En relación al aumento de trabajadores, explica que a partir de la Convención Ciudadana iniciada por el comisionado, en la que participaron setenta personas invitadas por sorteo, se han elaborado más de 280 propuestas entre las que figura “mejorar las ratios de profesionales relacionados con la salud mental”, un aspecto que plantean “todos los colectivos”.
Mientras, el pasado año las consultas médicas relacionadas con la salud mental se dispararon un 42 % en la sanidad pública, por encima de 1,2 millones de visitas. De ellas, más de 241.000 fueron en el área de Psicología, donde se registró un aumento del 36 %, aunque el grueso está en Psiquiatría, con casi 749.000 y un incremento del 60 %. Ello significa que cada psicólogo se hizo cargo, de media, de casi 900 consultas anuales, mientras que en el caso de los psiquiatras el número es 2.805 por profesional. Con todo, y como explican todos los expertos, el enfoque más apropiado para mejorar la salud mental de la ciudadanía es, más allá de la consulta, el de abordar el problema desde un punto de vista multidisciplinar.
“Aunque mejoraran las ratios no deberíamos de darnos por satisfechos. Atenderemos mejor a las personas en la urgencia, pero a la gente hay que tratarla desde el principio y hasta el final porque hay muchos problemas que llevan su tiempo”, incide Munárriz, quien subraya que el paciente a veces puede necesitar “acompañamiento, vivienda tutelada o trabajo” y que para eso debe haber colaboración con otros departamentos más allá de Sanidad. Para el coordinador de la Oficina de Salud Mental de la Conselleria, la salud mental depende también “de un buen sistema educativo o de médicos de cabecera que puedan dedicarle tiempo al paciente”, y por ello se pretende con distintas líneas de actuación “mejorar la atención en un sentido amplio”.
Del mismo modo, desde el Col·legi Oficial de Psicologia, Santolaya indica que se debería reforzar la figura del psicólogo “no solo en Sanidad sino también en el ámbito laboral, para poder ayudar a los trabajadores y evitar el moobing entre otros problemas”. Además, pide mejores ratios en el ámbito de los Servicios Sociales y no olvidar “que la mejor manera de prevenir diversas problemáticas que afectan al docente y sus familiares es contar con profesionales que los ayuden a tener un adecuado bienestar emocional”.