La Vall de Pop está floreciendo a golpe de proyectos vitivinícolas: Dama Juana es uno de los últimos en llegar.
La comarca de la Marina Alta todavía nos tiene reservados lugares que nadie espera encontrar en un pueblecito como Xaló, que apenas llega a los 3.000 vecinos. Josie Cleeve y Joshua Kniesel son dos de ellos: británica ella, alemán él. Se conocieron hace 7 años en el bar del pueblo en el que ella vivía desde niña y donde él veraneaba: L´Atzúbia, entre Pego y el fascinante Vall de la Gallinera. Y ahora, cosas de la vida, tienen su propio bar, pero uno singular: “Dama Juana es una pequeña vinoteca donde puedes venir a catar vinos que a menudo no encuentras en otros sitios”. Esas joyas líquidas que atesoran están elaboradas por bodegas con producciones limitadas, que no superan las 40.000 botellas anuales.
Aquí es donde podrás catar sus propias creaciones (de su bodega Cap de Nit) y las de otros productores locales. También de diversas zonas de Europa: “al principio todo eran vinos mediterráneos pero ahora tenemos unas 150 referencias, entre las cuales hay cosas curiosas de Francia, Italia, Alemania, Eslovenia o Georgia”. Incluso han empezado a dedicarse a la distribución de vinos naturales para restaurantes u hoteles rurales, tras detectar que existe una carencia de este enfoque tan en boga. Por eso en Dama Juana la mitad de sus propuestas no tienen sulfitos y la otra mitad son totalmente artesanales. “No tenemos vinos comerciales”, arguye Josh. Ellos apuestan por proyectos como el suyo, que miman el trabajo de campo desde una agricultura sostenible y bien hecha.
Dama Juana ocupa lo que antes fue el estudio de un fotógrafo o una tienda de lámparas: en la planta baja, que hace décadas también fue un corral, ahora tienen la tienda, que es un regalo para la vista. Parte de culpa la tienen las paredes de piedra y las damajuanas de vidrio que decoran el ventanal. O las decenas de botellas que reposan disciplinadamente sobre una fotogénica escalera que es un deleite para los aficionados a los vinos con carácter propio. Y, cómo no, en sus estanterías encontramos en un lugar privilegiado los vinos de todos los Giropa, ese clan con vínculos vinícolas que es la envidia de toda la provincia y al que también pertenecen.
En el primer piso está la galería, una sala diáfana donde tienen lugar exposiciones de jóvenes artistas y catas todos los fines de semana. Su mesa para 15 es el escenario perfecto para un festín vínico. Les gusta educar a la gente que los visita y mostrar a los turistas la cultura del vino de una zona en la que hay bastante viñedo, pequeñas bodegas y cooperativas pero en la que aún no existía un punto de venta de vinos como este, donde dejarse llevar. “La mayoría viene a ciegas: quiere cosas locales, curiosas y vinos diferentes”. Precisamente eso es lo que elaboran ellos en Cap de Nit, la bodega que tienen en Alcalalí, otro de los pueblos del valle. Fue lo primero que crearon juntos. Josie siempre había trabajado en hostelería y Josh es enólogo. Lleva el vino en las venas, porque sus abuelos tienen viñedos al sur de Alemania. Estudió marketing y diseño de medios en Holanda y Sudáfrica pero ya entonces tenía muy claro que él lo que quería era elaborar vinos. Después de un año en bodegas de Chile, dos de estudio en la facultad de enología alemana y uno en Tarragona, estuvo trabajando con Belondrade y Lurton en un proyecto en el Priorat y luego en Rueda durante tres años hasta que se instaló en la Marina Alta. Fue en 2017 cuando Josie y él hicieron las cuentas y les salió Cap de Nit. Este año será su quinta vendimia.
Ellos elaboran 12.000 botellas al año de vino sin sulfitos, sin aditivos y sin filtrar solo con variedades locales (moscatel y giró) de parcelas que se encuentran en el valle: entre Parcent y Benissa, entre Llíber y Gata de Gorgos. Su Cap de Nit Blanc, por ejemplo, es un moscatel con maceración y crianza sobre lías en tinaja durante unos días. El T3 pasa ocho meses en tinaja. Los llaman blancos, pero Josh nos aclara que realmente son naranjas “porque tienen contacto con pieles y cierta oxidación de crianza en tinaja”. Sus tintos son frescos y fáciles de beber: el Vermell es de una giró de parcelas jóvenes y tiene una crianza muy corta; el Negre, más tánico, con más profundidad, es de parcelas más viejas y pasa un año y medio en tinaja. También tienen un clarete: 50% moscatel, 50% giró; y un frizzante 100% moscatel. “Y acabamos de coger una parcela de syrah pero aún no sabemos qué vamos a hacer con ella”. El tiempo dirá, pero esta unión fraguada en la terreta promete seguir dando sus frutos.
Dama Juana Vinos
Carrer Església 17
Xaló (Alicante)