VALÈNCIA. El debate se suscitó en la presentación del libro ‘Els noms dels pobles valencians’, escrito por el historiador Abel Soler, en La Font de la Figuera. La localidad tiene una idiosincrasia especial sobre todo por su ubicación. Se halla en el linde de la provincia de Valencia con las de Alicante y Albacete y en el límite entre las comarcas de la Costera (a la que está adscrita) y la Vall d´Albaida. Esta circunstancia lo convierte en histórico lugar de paso y de acogida.
Y de mezcolanza de culturas y costumbres. O de mestizaje, como propician sus cada vez más demandados vinos. Para muestra, una más imperceptible porque forma parte del día a día y surge de manera espontánea y natural. La del vocabulario. En la citada presentación salió, desde el público, a colación la palabra ‘govanella’ para aludir al castellano muñeca referida a parte del cuerpo.
Esa expresión sorprendió a Soler, nacido en Albaida, a 38 kilómetro en dirección hacia el mar de La Font de la Figuera. "Tanto en la Costera como en la Vall d´Albaida se dice monyica", apunta. En cambio, en Villena, ya en Alicante y donde predomina el habla castellana, se utilizan los términos govanilla o gobanilla.
No se trata del único vocablo autóctono de La Font debido a ese cariz fronterizo del sur de la provincia. Zagal, con ´s´ sonora y pronunciado en valenciano, también forma parte de ese elenco diario para aludir a chiquillo y sustituir al ´chaval´ tan clásico de otras comarcas.
Cristina Bordera ejerce de concejal de Cultura en este municipio. Lo hace con carácter vocacional, en el tiempo que le deja libre su labor precisamente en la cooperativa vitivinícola local La Viña, que destaca, como emblema, por su marca embotellada Venta del Puerto. Preguntada por este diario tras el debate, y después de consultar con su progenitora (muy dada a frases hechas) y a un antiguo maestro de la localidad, elabora un pequeño muestrario.
"Para decir chimenea o fumeral usamos el término xumenera; hablamos de apoquideta para referirnos a una persona consumida; al jamón o pernil le llamamos cuixot, como creo que también hacen en Alcoy; al murciélago le decimos monesillo y recurrimos a la palabra llas -no tengo clara la escritura exacta- para exhortar a coger algo", enumera esta laboriosa concejal de un municipio en cuyo equipo de gobierno trabajan conjuntamente PP y PSPV. "No hablamos de política, sino de cuestiones que beneficien al día a día de la población", recalca.
"Si téns fred, arrima a la pared; si téns calor, arrima al pastaor", añade para aludir a otra palabra habitual de esta población fronteriza de 2.031 habitantes según el último censo. "Por pastaor definimos una despensa", apostilla, para aportar una última palabra en valenciano castizo: xismar (preparar).
En otro límite provincial, en este caso más al norte, entre espacios de habla castellana y valenciana y entre las comarcas de Camp de Túria (de la que forma parte) y la Serranía, se ubica Casinos. Su cronista oficial, José Salvador Murgui, destaca, además de por la promoción de las peladillas locales, por ser un erudito de la zona, sobre la que ha escrito numerosas obras.
"En Pedralba tienen un lenguaje casi propio", apunta para citar esta localidad cercana a la suya. "Dicen con mucha gracia me paice por me parece, podal por pozal o, en lugar de gafas, antiparras", recuenta para aludir a este último término de uso más habitual en Argentina.
A la vez, recomienda el libro ´El habla de Villar del Arzobispo y su comarca’, de Vicente Llatas Burgos, que recoge, a lo largo de sus 165 páginas, un extenso elenco de locuciones propias. Bastantes de ellas resultan de un singular derivado de castellano y valenciano con tintes aragoneses.
Alvançar por avanzar; albercoque en lugar de albaricoque o albercoc; alborotiar por alborotar, Alemús para citar pueblo de Ademuz, afesquilláu (persona de las personas de genio o carácter cariñoso. En valenciano, abresquillat), abriguar (averiguar) o abotinchau (hinchado. En aragonés se dice abotinchado) constituyen únicamente algunos ejemplos.
Más incrustado en la Serranía y, por tanto, con mayor cercanía a la provincia manchega de Cuenca y a la aragonesa de Teruel, se encuentra el municipio de Higueruelas. Su alcalde, Melanio Esteban, preside el Foro de Impulso de Municipios de Interior en la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP. Persona polifacética y observadora, plantea una larga lista de términos autóctonos al preguntarle.
Los´ico´clásicos de diminutivo aragonés suplen a los ‘ito’ del castellano en expresiones como poquico. Del mismo modo, abundan las palabras con la terminación final suprimida. "Entrá (para la entrada de las casas grandes) o añá (para añada) son expresiones que decimos, al igual que galán o galana como apelativo cariñoso en toda la comarca, mientras que en Chelva se emplea más prenda", recopila Esteban.
Carrucha para la polea o carriola, brazau para manojo o rogiar para lanzar agua con la regadera con el fin de humedecer las calles en mañanas calurosas también forman parte del repertorio autóctono. O el "veas" de muletilla en Pedralba -municipio del que Murgui recalcaba su prolífico vocabulario propio-. O´rocha’ para referirse a cuesta.
Y también abundan las palabras adaptadas del valenciano al castellano que se habla predominantemente en este zona, como decir ‘mare’ o ‘ pare’ seguida de una frase en la lengua de Lope de Vega. O expresiones como ´hace mal oraje’, mistos o grej en lugar de greix para referirse a grasa.
Son las mezcolanzas de tierras fronterizas. Como la singularidad de denominar cantell al bocadillo en les Valls, una subcomarca de habla valenciana ubicada en el Camp de Morvedre, en el linde entre las provincias de Valencia y Castellón.
El compendio, si hiciéramos un recorrido exhaustivo por los 266 municipios de la demarcación provincial de Valencia, resultaría inmenso, prácticamente inabarcable. La aportación de este artículo constituye simplemente un aperitivo con el fin de zambullirse en un tema que da para disfrutar de una copiosa y agradable degustación léxica.