El candidato socialista lleva la batuta en el debate y solo sus propios errores evitan una victoria clara sobre su rival, al que se le vio desubicado buena parte de la contienda
VALENCIA. Los expertos afirmaban en las últimas horas que al socialista Pedro Sánchez no le valía el empate en el 'cara a cara' contra Mariano Rajoy celebrado la noche de este lunes. Tal vez por ello, el candidato del PSOE salió a degüello desde la primera intervención, afeándole al líder del PP su ausencia en el debate de AtresMedia. Y fue ese ímpetu el que le permitió, en el balance global de la contienda, llevarse la victoria en el duelo.
Ahora bien, también fue su propia vehemencia la que le condujo a que su triunfo fuera pírrico y en gran medida embarrado. Hasta el punto que, al acabar, los líderes de los partidos emergentes, Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos), se frotaban las manos compartiendo plató en La Sexta.
Lo cierto es que el socialista sacó de quicio a Rajoy en los primeros compases de la cita. En el primer bloque, el de economía y empleo, donde se preveía una cómoda defensa del presidente del Gobierno, Sánchez atacó con toda la artillería: Bárcenas, Rodrigo Rato, Bankia, amnistía fiscal, precariedad laboral... Rajoy se removía en su silla y repetía sin cesar datos económicos y su promesa de crear dos millones de empleos en la próxima legislatura.
Sánchez, en una estrategia inteligente, buscó forzar respuestas del candidato del PP con preguntas incómodas, como por ejemplo si hubo o no rescate financiero a España. A Rajoy se le vio acorralado, con dificultades para salir del paso, y acusó al líder socialista de dibujar una España "tenebrosa".
No mejoró excesivamente la situación para el presidente del Gobierno en el siguiente bloque, referido a las políticas sociales. Sánchez atacó con la "ruptura del consenso educativo" y fue contundente respecto a las pensiones. Sin que sirva de precedente, mostró gráficos útiles que evidenciaron el recorte en la hucha de las pensiones llevado a cabo por el PP en la legislatura y de la congelación de las mismas en los últimos años, un argumento que un casi balbuceante Rajoy se limitó a negar.
No obstante, el líder del PP trató de tomar aire en materia de dependencia, donde Sánchez mostró una carta de una ciudadana que había visto recortadas sus ayudas de 381 euros a 31 euros en la legislatura. Rajoy contraatacó asegurando que su gobierno había elevado las partidas durante la legislatura. Cruce de acusaciones y salto a las políticas de igualdad: donde Sánchez no tuvo reparo en echar en cara al líder del PP que hubiera recortado las ayudas a la lucha contra la violencia de género y mencionar el aborto con una frase mal formulada sobre "el derecho de la mujer a tener hijos" que Rajoy aprovechó para coger oxígeno volviendo sobre ella. A partir de este momento, el debate comenzó a embarrarse.
Fue en el siguiente bloque, en el de reforma constitucional, donde se produjo el choque de trenes. Rajoy realizó una defensa enconada de la Carta Magna sin descartar modificaciones concretas de la misma, como la reforma del artículo 135 que propuso en su día el PSOE. Un misil a la línea de flotación de Sánchez que ha considerado públicamente esa medida impulsada por su partido como una equivocación.
En este punto fue donde Sánchez rompió la baraja. Lejos de profundizar sobre la reforma constitucional que su partido porta en el programa electoral, el líder socialista se saltó -y no fue la única vez- el guión marcado por el moderador, Manuel Campo Vidal, y lanzó un speech durísimo sobre la corrupción. Volvió al caso Bárcenas y acusó a Rajoy de no ser un "político decente". "Debería haber dimitido", sentenció. El candidato popular se mostró sorprendido por un ataque tan directo y espetó: "Hasta aquí hemos llegado", aseguró, para tachar la intervención de Sánchez de "ruin" -"ruiz", dijo en un principio- y "miserable".
A partir de aquí, el debate se enfangó definitivamente. Rajoy recuperó terreno tratando de hablar de Cataluña y de las soluciones que el PSOE propone para ello. Sánchez se enrocó en la reforma constitucional y en rechazar el "inmovilismo" y el "rupturismo". Hasta tres veces tuvo que pedir Campo Vidal al socialista que hablara de Cataluña. Ahí vio hueco el líder del PP, que trató de que el aspirante socialista hablara del proyecto federalista que viene en el programa electoral del PSOE, algo de lo que huyó Sánchez, proclamándose como "garantía de la unidad de España", un título que también se atribuyó Rajoy.
El choque ya era, decididamente bronco. Sánchez patinó en cierta medida echándole en cara el sueldo que tenía Rajoy como líder de la oposición en 2004. "Más de 200.000 euros mientras yo cobro en el mismo puesto 88.000 euros brutos anuales", afirmó. Error de cálculo, puesto que el presidente del Gobierno se apresuró a responder que él cobra ahora 78.000 euros anuales por su cargo, "menos que usted, señor Sánchez".
La recta final, tras un corte publicitario, relajó los ánimos. La política exterior y la lucha antiterrorista bajó el nivel del enfrentamiento, sin ser claramente decisivo para ninguno de los dos contendientes.
Así, se llegaba al minuto final que ambos candidatos leyeron y, desde luego, tras casi dos horas debate con una escenografía poco estimulante, no conmovieron. Sánchez ganaba el debate, por la mínima, sobre todo porque durante varios momentos sacó de quicio al presidente del Gobierno y lo tuvo contra las cuerdas, pero fue el propio ímpetu del socialista el que le impidió acertar en instantes puntuales que dieron oxígeno a Rajoy.