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30 aniversario

El corazón oculto del IVAM

Más que lo que vemos, el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) es lo que no vemos, las miles de obras que se custodian en los almacenes y que constituyen todo un tesoro oculto y prácticamente desconocido

| 17/01/2020 | 17 min, 55 seg

VALÈNCIA.- Bajo una extrema seguridad, en el 'corazón' del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), donde reposa la mayor parte de las más de 15.000 piezas que componen la colección del museo (su valor supera los 200 millones de euros). Las creaciones de Tàpies, Julio González, Matisse y Calder se guardan, mientras no están expuestas, en unas inmensas cámaras acorazadas acondicionadas para tal fin, en el subsuelo del edificio, inaugurado por la madre de Felipe VI en 1989, hace 30 años. En esa época la colección apenas tenía 200 obras y todavía no había abierto sus puertas el Museo Nacional Reina Sofía, que lo hizo en 1992. Ni el de arte contemporáneo de Barcelona (MACBA), que abrió en 1995, ni el Guggenheim de Bilbao que comenzó su andadura en 1997. El IVAM, primer museo público español dedicado a coleccionar y exhibir arte del siglo XX, con la exministra de Cultura, Carmen Alborch al frente, se convirtió en todo un referente del arte moderno en España y fuera de ella.

Sin embargo, el IVAM tuvo una recepción muy crítica en sus inicios; primero, según el historiador Tomás Llorens, que puso en marcha el proyecto tres años antes de la apertura, por parte de las asociaciones de artistas, y más tarde, por algunos sectores intelectuales de izquierda. Pero la realidad es que, a pesar de los altibajos que ha sufrido  a lo largo de estos treinta años, se han organizado más de 650 exposiciones y algunas piezas únicas han podido ser contempladas en 44 países de los cinco continentes. La colección de González, de Pinazo, una muestra del Equipo Crónica y la exhibición del ciclo de fotomontajes de The American Way of Life, de Josep Renau, fueron los protagonistas de un día histórico que marcó la transformación de València y de la Comunitat Valenciana en su conjunto: el 18 de febrero de1989 el IVAM abría sus puertas al mundo. 

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Un aniversario que el museo sigue celebrando por todo lo alto. «Estamos  muy contentos con la acogida que han tenido por parte del público los actos y exposiciones programadas. Nuestro objetivo fundamental, consolidar el museo, va por buen camino», resalta el director del IVAM, José Miguel García Cortés, elegido entre quince candidatos en 2014 mediante un concurso internacional para un periodo de seis años. «Hemos dejado de estar En tránsito [una de sus primeras exposiciones nada más acceder al puesto] y hay en marcha un proyecto sólido y continuado en el tiempo. Un museo no solo es la tarea de un momento determinado ni siquiera de un año. Es una tarea acumulativa. Es un trabajo a largo plazo. Porque no se trata solo de un centro de exposiciones o de arte contemporáneo. Tiene una proyección que va más allá, tiene una responsabilidad, un papel cultural muy importante», agrega el responsable del centro, que será nuestro guía durante el recorrido por las grandes naves que custodian el tesoro del IVAM, «patrimonio de todos los valencianos», subraya.

Un aniversario que el museo sigue celebrando por todo lo alto. «Estamos  muy contentos con la acogida que han tenido por parte del público los actos y exposiciones programadas. Nuestro objetivo fundamental, consolidar el museo, va por buen camino», resalta el director del IVAM, José Miguel García Cortés, elegido entre quince candidatos en 2014 mediante un concurso internacional para un periodo de seis años. «Hemos dejado de estar En tránsito [una de sus primeras exposiciones nada más acceder al puesto] y hay en marcha un proyecto sólido y continuado en el tiempo. Un museo no solo es la tarea de un momento determinado, ni siquiera de un año. Es una tarea acumulativa. Es un trabajo a largo plazo. Porque no se trata solo de un centro de exposiciones o de arte contemporáneo. Tiene una proyección que va más allá, tiene una responsabilidad, un papel cultural muy importante», agrega el responsable del centro, que será nuestro guía durante el recorrido por las grandes naves que custodian el tesoro del IVAM, «patrimonio de todos los valencianos», subraya. 

Conversamos con el director de la pinacoteca mientras enseña las obras más relevantes que forman la colección, que se ha revalorizado un 80% desde que se empezó a comprar. García Cortés (València, 1955), doctor en Filosofía y profesor titular de Teoría del Arte de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia, fundó y dirigió durante más de cuatro años el Espai d'Art Contemporani de Castellón y la sala La Gallera durante dos años. Es, además, autor de varios libros entre los que destacan Metrópolis visionarias: las ciudades que nunca existieron (2014), Otras ciudades posibles: Visiones críticas de la metrópoli contemporánea (2012), La ciudad cautiva. Control y vigilancia en el espacio urbano (2010), Gilbert & George. Escenarios Urbanos (2007) y Políticas del espacio. Arquitectura, Género y control Social (2006). 

Nos acompaña también Cristina Mulinas, jefa de Registro del IVAM desde 1992, quien lleva en el museo 27 años, y controla todas las existencias de las seis galerías en su cabeza. Es un archivo andante y sabio que conoce al dedillo todos los rincones de las cámaras que vamos a visitar y sabe a la perfección todo lo que entra y sale. Además, Mulinas es, desde noviembre de este año, presidenta de la Asociación de Registros de Museos de España, creada en 2006. Licenciada en Bellas Artes por la Politécnica de València, trabajó en la Galería Val i 30 hasta que se incorporó a la plantilla del IVAM como ayudante de registro. 

Identidad y futuro del IVAM 

La obra más cara que tiene el museo, quince millones de euros, es Mujer ante el espejo (1937), de Julio González, creador de la escultura en hierro y, por tanto, de la escultura moderna del siglo XX. El IVAM dispone de la colección más completa (359 obras) del artista que existe en un museo público. En la actualidad se puede contemplar la gran pieza de hierro forjado y soldado en la sala dos del museo. La muestra Materia, espacio y tiempo. Julio González y las vanguardias es una buena ocasión para admirarla junto a la obra del francés Jean Hélion, del uruguayo Joaquín Torres-García y el estadounidense Alexander Calder, entre otros.

El IVAM cuenta con quince obras que valen más de un millón de euros, una decena que supera el millón y medio, y más de cincuenta piezas con un valor de medio millón de euros. «Ahora no podríamos realizar estas adquisiciones. Por eso es tan importante pensar a largo plazo. Con calma. No se puede comprar una obra de arte como si fueras a comprar una chaqueta. Tienes que ver cómo se relaciona esa obra con el resto de la colección. Una cosa es tener buenas piezas y otra tener una buena colección. Un museo puede tener piezas importantes pero carecer de coherencia, de discurso, de relato. Algo que se hizo bien desde el principio, aunque no durante los treinta años, es tener cosas que contar. El IVAM tiene personalidad, identidad propia», puntualiza García Cortés.

«no se puede comprar obras de arte como si fueran chaquetas. una cosa es tener buenas piezas y otra una buena colección»

«Pero ahora nos encontramos en una etapa diferente. Y el que mucho abarca poco aprieta. Hay más artistas y museos, y no se puede tener todo. Ni con 200 millones de euros para comprar. Es preciso ofrecer algo que el amante del arte quiera venir a ver. Al comienzo fue fundamental la adquisición de Julio González, de Pinazo, del movimiento pop —tanto norteamericano como español— del informalismo de Tàpies, Saura y Millares. La fotografía y las vanguardias de los años treinta fueron elementos muy significativos, pero no estamos en las mismas condiciones económicas ni sociales, y por eso hemos pensado centrarnos mucho en Europa y, sobre todo, en el Mediterráneo. Estamos demasiado pendientes del norte y del inglés. Siempre pensamos que es mejor, y no es así. La riqueza cultural, histórica y social del Mediterráneo es inmensa. Evidentemente, es Francia e Italia, pero también es Turquía, Líbano, Egipto, Marruecos y Túnez. Hoy en día hay gente culta que acude a exposiciones y que desconoce a los principales artistas de estos países. Hemos dado la espalda durante mucho tiempo a toda una tradición histórica que tiene que ver con nuestra ciudad, nuestra comunidad. Y esta identidad es la que nos da un carácter propio que nos hace tener un papel definido en el mundo del arte», relata con pasión Cortés, minutos antes de bajar por una larga rampa que nos conducirá a los fondos del museo».

«Le voy a contar una anécdota», apunta mientras esperamos ante una inmensa puerta blindada a que llegue el guarda de seguridad, el único que puede abrirla para acceder al recinto donde descansan las obras. «Este año presentaremos la primera exposición antológica en España de la artista turca Gülsün Karamustafa, la más importante de Turquía. Hace dos años y medio compramos dos obras de una serie que realizó en los años setenta sobre las condiciones de las mujeres encerradas en las prisiones turcas. Resulta que al año siguiente fuimos a comprar más obra y nos dijeron que el resto de la colección la había adquirido la Tate Modern de Londres. Una noticia agridulce porque apoya que la decisión fue acertada, pero por otra parte piensas que fue una lástima no haber tenido más dinero en ese momento para poder adquirirla nosotros. Hay obras que hay que comprar en ese momento porque más tarde es imposible. No puedes estar tres o cuatro años sin adquirir porque los precios se disparan», sentencia el director del IVAM. 

Le pregunto a Cortés cómo definiría lo que vamos a ver, ese tesoro cultural que pocos valencianos conocen, y responde que es «el sacrosanto, el sanctasanctórum. El museo son muchas cosas y muchas personas, pero el corazón que late, donde fluye toda la sangre para el resto del museo es dónde está guardada la colección. Protegida, vigilada en todos los sentidos, por un importante servicio de seguridad, por un conjunto de cámaras y por unas condiciones climáticas especiales de humedad. Aquí está el 80% de los fondos del museo. Van a descubrir algo que muy poca gente ha visto», avanza cuando se abre la gigantesca cámara y entramos en la primera de la salas, las dedicada a la escultura. 

Lo primero que vemos es la maqueta a gran escala de una obra emblemática del arte pop, Bottle of Notes [Botella de notas], en aluminio, látex y poliestireno expandido, realizada por el matrimonio de artistas Claes Oldenburg & Coosje van Bruggen, creadores de la escultura monumental pública. La original está instalada a la entrada del Middlesbrough Institute of Modern Art (MIMA), en Inglaterra. El IVAM compró esta obra y los dibujos preparatorios que documentan el trabajo de los artistas. La pieza sigue embalada parcialmente porque ha llegado del Museo de Bellas Artes de València, con el que el IVAM tiene un acuerdo de colaboración. Allí ha estado expuesta en el vestíbulo y daba paso a la exposición conjunta. Teníamos todo a nuestro favor, frase de una cita del diario del primer viaje del Capitán Cook al océano Pacífico, escogida por los artistas para dar forma al exterior de la escultura: «Teníamos a nuestro favor todo lo que pudiéramos desear para observar el paisaje completo del planeta Venus desde la órbita del sol».

 «Es de las pocas cosas que guardamos envueltas porque es muy complicado desenvolverla y porque se conserva mejor. Como estaba muy bien protegida decidimos dejarla así», aclara la responsable del registro, que recuerda que cuando ella llegó al museo apenas había una tarima con unas pocas piezas de Julio González. «Poco a poco se fueron construyendo los altillos, luego las estanterías del fondo y luego las vitrinas para los objetos más delicados. Conforme a las necesidades se fueron ampliando espacios, aunque hay que tener en cuenta la imposibilidad de hacer obras con esculturas dentro», destaca. 

Ampliación del museo

En uno de los estantes vemos una escultura de tamaño mediano del valenciano Miquel Navarro, Premio Nacional de Artes Plásticas, uno de los referentes más importantes del arte contemporáneo español, cuyas obras se exponen en más de una treintena de museos y colecciones nacionales e internacionales, como el Guggenheim de Nueva York y Bilbao, el Pompidou de París y el Reina Sofía. A finales de este mes de enero será el absoluto protagonista de la fachada del IVAM con una obra inédita realizada en 1972 y, además, inaugurará una exposición.

El museo continúa así su objetivo de aprovechar todos los espacios. Los cielos están cosidos, de Carmen Calvo, también Premio Nacional de Artes Plásticas, que muestra la cara de una mujer rodeada por una cuerda que representa a las mujeres anuladas y que evoca el rechazo a la violencia machista, ha sido la predecesora de Navarro en la exterior del IVAM. Ahora reposa en el almacén. El instituto cuenta también con cuatro pequeñas esculturas de terracota de Picasso, fechadas entre 1945 y 1962 (fueron compradas en el año 2003). 

Nos adentramos en la galería de la pintura, repleta de «peines» verticales [así se denomina en el mundo del arte los paneles de archivo que contienen las obras] que Mulinas y Cortés abren, no sin cierto esfuerzo, ante nuestras atónitas miradas. El fotógrafo Dani Duart dispara fotos sin tregua. Se abre otro panel. Estamos ante una de las joyas de la colección. Una pieza de grandes dimensiones en formato horizontal del pionero del expresionismo abstracto, el neoyorquino Adolph Gottlieb (1903-1974). La obra, en portada de este reportaje, cuyo valor supera el millón de euros, forma parte de la serie Laberintos, y evoca los signos gráficos del arte amerindio, en el que la escritura jeroglífica aparece compartimentada con referencias mitológicas en sus títulos. Gottlieb, con su particular visión del modernismo, es imprescindible «para entender la evolución del arte americano de las décadas de los cuarenta a los sesenta y su relación con los lenguajes artísticos europeos contemporáneos», describe el catálogo editado por el IVAM para la retrospectiva del pintor realizada en 2001. 

Estamos cautivados por la sucesión de obras que vemos a nuestro paso, cuando el director del museo nos muestra admirado un cuadro de reciente adquisición de la suiza Miriam Cahn. El Reina Sofía dedicó el pasado año una exposición monográfica a su trabajo, realizado en distintos formatos y técnicas (instalaciones, pinturas, dibujos, esculturas y fotografía). Nos dirigimos ahora a una sucesión de grandes cajones que guardan una inestimable colección de antiguas revistas rusas. Otro peine expone a la luz la propuesta paisajística del fotógrafo asturiano Dionisio González, que proyecta soluciones viables para mejorar la habitabilidad de conjuntos urbanos condenados a desaparecer. Sus fotografías intervenidas de favelas de São Paulo (Brasil), cabañas flotantes de la Bahía de Halong (Vietnam) o palafitos de la isla de Dauphin (Alabama, Estados Unidos) han llegado al Pompidou de París, al Museum of Contemporary Photography de Chicago y al Reina Sofía. 

«somos el único museo de europa que no ha ampliado sus instalaciones y encima nos han quitado miles de metros»

Llega la oportunidad de contemplar un enorme collage de Matisse, figura central del arte moderno, comprado en la misma etapa que las terracotas de Picasso. Se trata de una pantalla de seda sobre lienzo de lino natural que lleva por nombre Océanie, le ciel (1946-49). En esta obra, valorada en millón y medio de euros, Henri Matisse se encuentra en la última etapa de su vida. Varias operaciones le impiden sostener el pincel y mantenerse en pie. Por eso, recorta papeles de colores y los fija sobre el mural, una técnica que él mismo definió como «pintar con tijeras». Pájaros, medusas, serpientes de mar, nubes y peces forman una composición sobre un tema que amaba pintar: la danza. De hecho, así tituló una de sus obras más bellas, propiedad del Hermitage de San Petersburgo.

El recorrido evidencia que el museo se ha quedado pequeño por el número de obras que tiene la colección y el arco cronológico que atiende: desde inicios del siglo XX hasta hoy, más de un siglo de actividad creativa. «El espacio que se construyó no es el más adecuado para la creación que se está haciendo en la actualidad. Se hizo en los ochenta y desde entonces ha llovido mucho. El arte, los artistas y el público han cambiado. Cosas que eran válidas han dejado de serlo ahora. El público es mucho más crítico, quiere participar, ser activo, cuestiona, piensa y reflexiona. Han cambiado los modos de hacer arte. Este museo se pensó para el arte moderno,  que tiene unas características. Son cuadros y esculturas pequeñas y medianas. A medida que pasa el siglo XX y nos acercamos a los 80 y 90, los cuadros son cada vez más grandes. Cuadros de sesenta por noventa se convierten en cuadros de dos por cuatro al final del 2000. En ese momento se empezó a quedar encorsetado el IVAM», explica Cortés invitándonos a ver los Tàpies.

«Tenemos una colección tan magnífica que incluso la fundación del pintor nos pide prestadas obras en algunas ocasiones. Collage de cabells parece una obra sencilla sobre madera, pero el artista le impone una fuerza tremenda aportando cabello humano. Es una pieza que me gusta mucho», comenta. Vemos a continuación Gran paquet de palla, junto a Surface grise rosâtre aux traces noires [Superficie gris rosada con marcas negras], que forma parte de esa interpretación artística que él hace de la vida entendida en su simplicidad. A finales de los sesenta y principios de los setenta, el artista intensificó su trabajo con objetos y pinceladas que traspasan los límites del cuadro como se puede ver», apunta. 

El recorrido de más de dos horas ha terminado. Se ha hecho corto. Mientras ascendemos hacia la planta alta del museo, su responsable destaca la necesidad de recuperar el espacio que el IVAM perdió. «Había uno para el arte moderno, el IVAM-Centro Julio González, y otro para el contemporáneo, inmenso, bellísimo, el centro del Carmen. Somos el único museo de Europa que no ha ampliado sus instalaciones. Y no solo eso, sino que nos quitaron miles de metros cuadrados. Y, sinceramente, no es de recibo, no toca. Si queremos ser un museo que cuente, tenemos que dar respuesta a las necesidades. La sociedad no puede ir por un sitio y el museo por otro. Eso no es posible. Hay que tener un museo acorde a su tiempo. Es necesario recuperar el espacio que cumplía el Carmen. Corresponde al Gobierno valenciano decidir cuándo, cómo y dónde. Como director, yo solo planteo y sugiero», insiste Cortés, que prefiere mantener silencio sobre sus opciones de ampliación. 

Tras la nefasta gestión de su antecesora, Consuelo Císcar, acusada por Anticorrupción de malversar los fondos del museo mediante la compra de obras falsas, Cortés destaca el buen momento que atraviesa el IVAM. «Es su renacer porque coincide con políticos que apoyan el desarrollo del museo con proyectos artísticos claros, coherentes, específicos y con identidad», señala restando importancia a su continuidad o no al frente de la pinacoteca. «Un director no hace un museo; es un conjunto de personas en una misma dirección y con una hoja de ruta apoyada por el Gobierno, sea del signo que sea, porque el presupuesto es autonómico», concluye García Cortés.   

* Este artículo se publicó originalmente en el número 63 (enero 2020) de la revista Plaza

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