VALÈNCIA.-Por regla general, hablamos poco de símbolos sexuales masculinos al referirnos a las teleseries. Lo cual no significa que no los hubiera. Especialmente en España, país en el que, dadas las circunstancias sociales y políticas, el sexo era algo que solo podía llegar por la vía televisiva de una manera muy velada. Feo, calvo y con un chupachups en la boca, el teniente Kojak (Telly Savalas) impuso un nuevo tipo de erotismo masculino. También estaba Chad Everett, un galán en el sentido clásico que conmovió al público femenino en masa al convertirse en el Doctor Gannon de Centro médico. Y no olvidemos al Sancho Gracia de Curro Jiménez, máximo estandarte del macho ibérico en una época en la que el macho ibérico era el modelo de varón aceptable en este triste país de aquellos años setenta. Pero quienes de verdad instauraron una nueva era a ese nivel fueron la pareja de detectives californianos conocidos como Dave Starky y Ken Hutchinson, Starsky & Hutch para el gran público.
Estrenada en 1975, la serie, además de cosechar un gran éxito, fue revolucionaria en varios aspectos, todos ellos relacionados con un único asunto: el rol masculino en la teleserie. Tras la gestación del proyecto estaba Aaron Spelling, lince dorado de la ficción televisiva, que tenía clarísimas las claves del éxito en la pequeña pantalla. Para muchos quizá no fuese más que el padre de la actriz Tori Spelling, pero la historia le recordará sobre todo por títulos como Vacaciones en el mar, Dinastía, Los ángeles de Charlie, Sensación de vivir o la serie que ahora nos ocupa. Otro factor importante en el desarrollo y éxito de las aventuras de esta singular pareja de polis fue Michael Mann.
El realizador dio sus primeros pasos rodando episodios de Starsky & Hutch, pero el golpe maestro lo dio unos años después, con Corrupción en Miami. Los detectives Sonny Crockett y Ricardo Tubbs le deben muchísimo a sus predecesores californianos: la consolidación del dúo masculino como eje protagonista, la combinación de identidades distintas que se complementan entre sí, la proyección de una masculinidad diferente y una estética global —basada sobre todo en la moda y el estilo de vida— que define la década de los ochenta con tanta fuerza como Starsky & Hutch sirvió para reflejar el segundo tramo de los setenta.
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De lo que no cabe duda alguna es que los actores elegidos para encarnar a Starsky y a Hutch fueron fundamentales a la hora de potenciar el éxito de la serie. Tanto David Soul como Paul Michael Glaser eran prácticamente dos desconocidos hasta que el espabilado Spelling decidió hacerlos protagonistas de la serie. Fue todo un acierto. Ambos actores eran poseedores de un atractivo que la pequeña pantalla supo potenciar y explotar. Soul —rubio, de ojos azules— era el policía más reflexivo y sofisticado, con un punto más intelectual. Glaser —moreno, de pelo en pecho y melena rizada— era más impulsivo, por no decir que ligeramente más bruto.